Profeta persa, principal creador del mazdeísmo o zoroastrismo (Media o Bactriana ?, h. 628 - ?, 551 a. C.). También popular como Zaratustra, Zoroastro predicó una exclusiva religión fundamentada en la adoración de una deidad suprema llamada Aura Mazda u Ormuz («el Señor Sabio»), acompañada de los seis espíritus de la realidad, la justicia, el orden, la docilidad, la vitalidad y la inmortalidad.
Era una religión dualista, ya que a este dios de la justicia y la realidad se le oponía un espíritu del mal, llamado Ahriman. Los mazdeístas suponen que los individuos son libres de seleccionar entre el bien y el mal, pero que hay un imperativo ética para conducirse de manera justa y que las fuerzas superiores de Aura Mazda terminan por imponerse siempre y en todo momento; la creencia en la vida tras la desaparición traduce esta seguridad en el triunfo de las fuerzas del bien.
Zoroastro redactó unos cantos llamados gathas, que forman el ingrediente mucho más viejo del Avesta o libro sagrado del mazdeísmo. Luchó contra la religión politeísta dominante en el planeta indo-iranio y logró transformar a un príncipe de la zona periférica de Asia central llamado Vishtaspa, que le resguardó y facilitó la extensión del mazdeísmo. Y en el momento en que la zona fue incorporada al imperio persa -en la temporada en que murió Zoroastro- su religión empezó a alcanzar por un espacio mayor, siendo adoptada por los emperadores de la dinastía aqueménida, iniciada con Ciro el Grande.
La expansión del mazdeísmo entre los persas logró que se transformara en religión oficial bajo la dinastía Sasánida (siglos III-VIII), tras el periodo de tiempo helenístico, a lo largo del como había reculado en frente de la predominación cultural griega. Ante el progreso del islamismo en Irán, ciertos mazdeístas se refugiaron en la isla de Ormuz (golfo Pérsico) y en la India (los parsis), donde perduran comunidades de esta religión (aparte de las que han subsistido en nuestro Irán).
El zoroastrismo ejercitó una predominación destacable sobre el judaísmo y, mediante él, en el cristianismo. Su iniciativa de un planeta gobernado por la pelea entre los principios del bien y el mal fue asimismo la base del maniqueísmo, fundado por Manes en el siglo III.
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