Zenón de Elea

Ya sea inspirando a otros o formando parte de la acción. Zenón de Elea es uno de esos seres humanos cuya vida, realmente, merece nuestra consideración debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Zenón de Elea es comprender más acerca de periodo preciso de la historia de la humanidad.

Vida y Biografía de Zenón de Elea

(Elea?, de hoy Italia, hacia 495 a.C. - id., hacia 430 a.C.) Filósofo heleno. Es el último gerente, tras Jenófanes de Colofón y Parménides de Elea, de la Escuela Eleática, de este modo llamada por haber nacido o residido sus integrantes en Elea, vieja localidad griega ubicada en la costa sudoccidental de la península itálica (cerca de la presente Salerno).

Fue acólito de Parménides, con el que, probablemente, se trasladó a Atenas en la época del siglo V a.C., donde conoció al joven Sócrates, según testimonio de Platón. Zenón escribió el libro en prosa Sobre la naturaleza, pensado para proteger las proposición de Parménides. De él se preservan, como genuinos, cinco extractos, merced al comentario de Simplicio a la Física de Aristóteles. El escrito se dividía en múltiples partes, a las que Platón llama logoi o razonamientos. Cada entre las partes contenía un cierto número de hipótesis o premisas de los contrincantes, que reducía al absurdo para probar la proposición propia. El pensador murió al estimar dejar en libertad a su patria del tirano Nearco, que ejercitaba un poder absoluto y opresor.

Zenón de Elea no realizó una doctrina propia, sino se limitó a proteger la de su profesor Parménides con argumentos que, según ha dicho Aristóteles en su Física, "generan cefalea a quienes procuran resolverlos". De hecho, Zenón fue el inventor indiscutible del razonamiento paradójico. No probaba de manera directa la proposición del profesor, sino, de manera mucho más sutil, confutaba las confutaciones; o sea, probaba que la opinión de sus opositores desembocaba en conclusiones todavía menos admisibles que las suyas. De acuerdo con el principio sentado por su profesor Parménides de que solo existe el ser, y que este es uno y también inmóvil, Zenón dedicó sus sacrificios a probar la falta de consistencia de las nociones de movimiento y pluralidad.

El día de hoy conocemos sus razonamientos por medio de Platón y más que nada, de Aristóteles. Los mucho más insignes de ellos son sus paradojas a propósito del movimiento; de esta manera, la paradoja de Aquiles y la tortuga concluye que Aquiles jamás va a poder lograr a la tortuga en una carrera si le ha concedido una virtud inicial. En el tiempo que precisa Aquiles para recorrer ese espacio de virtud, la tortuga recorre otro, si bien mucho más corto; mientras que Aquiles recorre ese espacio mucho más corto, la tortuga avanza otro poco, y de esta manera consecutivamente, tal es así que entre los dos siempre y en todo momento mediará un espacio: como el espacio es interminablemente divisible, Aquiles jamás va a poder lograr el punto y final en un tiempo finito. De modo semejante, la paradoja de la flecha trata de probar que un elemento en movimiento se encuentra verdaderamente en reposo, y la paradoja del estadio, que entre 2 elementos que se desplazan a exactamente la misma agilidad, uno recorrerá el doble de distancia que el otro.

Las paradojas de Zenón, que se muestran como un reto para el pensamiento, tuvieron una función definitiva en la narración de la filosofía. Ciertamente, es cierto que tienen la posibilidad de ser negadas de forma fácil observando el planeta natural (donde hay, indudablemente, movimiento y multiplicidad); no obstante, su fuerza se encuentra en el trámite estricto, en la congruencia del razonamiento. El intento de resolverlas desde un criterio lógico sostuvo ocupados a lo largo de un buen tiempo a los pensadores helenos, particularmente a Demócrito y a Aristóteles. Aristóteles ofreció una solución a estos razonamientos, si bien errónea, y solo se logró una contestación válida con los modernos conceptos de continuo y también infinito.

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