La historia del mundo la cuentan aquellas mujeres y hombres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado quela humanidad, de una forma u otra,progrese.
Ya sea inspirando a más personas o siendo parte de la actuación. Yusuf I de Marruecos es una de las personas cuya vida, en verdad, merece nuestra consideración por el grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Yusuf I de Marruecos es comprender más sobre periodo preciso de la historia de la humanidad.
Apreciar lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Yusuf I de Marruecos, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo esencial para que seamos capaces de apreciar no sólo la vida de Yusuf I de Marruecos, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Yusuf I de Marruecos, personas a quienes de de una forma u otra Yusuf I de Marruecos influyó, y ciertamente, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Yusuf I de Marruecos.
(Abu Yacub Yusuf Ben Abd al-Mumin; Marrakech, 1139 - Santarem, Portugal, 1184) Segundo emir almohade (1163-1184). Yusuf I completó la ocupación de al-Andalus emprendida por su padre Abd al-Mumin con la conquista del reino de Valencia y Murcia, en el año 1172.
Educado de una forma delicioso desde muy joven, Yusuf fue nombrado por su padre gobernador de Sevilla, localidad donde el joven príncipe bereber estudió y se rodeó de escritores, pensadores y hombres de ciencia, llegando a reunir de las mejores bibliotecas de todo el planeta hasta el momento, prácticamente igual a la que unió en su día el califa cordobés al-Hakam II.
Antes de fallecer, Abd al-Mumin logró venir a Yusuf hasta Marrakech con la intención de nombrarlo emir, resolución llena de riesgos por cuanto el joven príncipe debió competir por el puesto con familiares poderosos de la vivienda real que no le habían jurado la lealtad de buen nivel. En efecto, Yusuf I no ha podido asumir absolutamente el título de príncipe de los fieles (al-muslim) hasta cinco años tras su ascensión al trono.
Si bien prosiguió las huellas de su padre en cuestiones militares y espiritual-culturales, tuvo mucha menos resolución en lo concerniente a la dirección de los temas de gobierno y a la atención de los inconvenientes urgentes. Además, en Marrakech prosiguió con su amor por las artes y la ciencia en mayúsculas, realizando venir a la corte a las mejores psiques, en especial a los pensadores, resaltando los tres mucho más esenciales de al-Andalus y por norma general de todo el Islam: Abentofail, Avempace y Averroes.
Si bien la predominación almohade en al-Andalus se encontraba bastante afianzada, el país aún no estaba ni muchísimo menos bajo control. Todavía existían múltiples reyezuelos, lo mismo que ocurrió a la llegada de los almorávides en el año 1090, que habían optado por sostener su independencia a toda costa. Entre estos "rebeldes" estaba el mucho más poderoso de todos, Muhammad Ibn Said Ibn Mardanish (el popular Rey Lobo de las crónicas castellanas), quien controlaba una gran parte del territorio este de al-Andalus, incluida Murcia.
Desde Marrakech, Yusuf I mandó un primer contingente contra Ibn Mardanish, en el año 1165, que se estrelló frente a la insuperable defensa y contraofensiva del listo rey valenciano. La batalla entre los dos se dilató por espacio de múltiples años, hasta el 1171, fecha donde Yusuf I cruzó el ajustado y se estableció en su querida Sevilla, donde asentó su cuartel general contra Ibn Mardanish y sus socios cristianos. La pelea no acabó hasta la desaparición del monarca valenciano, en el año 1172. Demostrando una sabiduría política pareja a la de su padre, Yusuf I adquirió la lealtad futura de los familiares del valenciano, permitiéndoles desempeñar esenciales cargos en los territorios que antes ocupaban.
Libre de una seria oposición musulmana en la Península, Yusuf I centró sus sacrificios en los reinos cristianos que conminaban su poder por el norte. Contando con la coalición del monarca leonés Fernando II desde el año 1168, los ejércitos almohades de Yusuf I entablaron una clara pelea contra los castellanos y portugueses, reinos que estaban enfrascados en una política territorial expansiva. La campaña portuguesa por Extremadura ocasionó estragos, capturando esenciales ciudades y fortalezas almohades (Trujillo, Évora, Montánchez, Serpa, Badajoz y Béjar).
Estos deplorables hechos forzaron a Yusuf I a enviar un ejército esencial que reconquistó estas situaciones, ayudado por el rey leonés, pero que fracasó en el intento de tomar Toledo, Huete y Tarragona. Con un éxito relativo en sus campañas, la cuestión andaluza se resolvió por un momento debido al desgaste de todos y cada uno de los contricantes que forzó el lugar de una extendida tregua tácita.
En el año 1176, Yusuf I regresó a Marrakech y después a la zona del Sous, donde se había iniciado una seria sublevación contra su poder incubada al calor de su prolongada sepa de África. Mientras estaba ocupado en semejantes tareas de castigo, no paraban de llegarle novedades preocupantes sobre la situación frágil de al-Andalus: Portugal atacó Béjar en el año 1178 y conminaba la costa, incluida Ceuta, en el conjunto de naciones africano; Alfonso VIII de Castilla penetró en al-Andalus hasta llegar a exactamente las mismas puertas de Córdoba en el año 1182, tras haberse apoderado de Cuenca, en el año 1177; al paso que su clásico aliado Fernando II de León había firmado una tregua con Castilla, en el año 1183, asegurando romper sus buenas relaciones con los almohades.
Sin pensárselo un par de veces, en el año 1184 Yusuf I preparó apuradamente un enorme ejército para empezar una campaña contra los monarcas cristianos peninsulares con el que desembarcó en Algeciras. Desde Sevilla, Yusuf I se dirigió a toda prisa a Santarem, en el Algarve portugués, zona realmente bien protegida por una coalición luso-castellana. El ejército almohade puso lugar a la localidad concluyendo por retirarse presa del pavor una vez que Yusuf I muriera víctima de una herida recibida en su tienda, dejando de nuevo a la España musulmana en una insuficiente situación, especialmente en el momento en que los reyes cristianos preparaban proyectos mucho más ambiciosos para al-Andalus.
La muerte de Yusuf I fue mantenida en misterio a lo largo de cierto tiempo para eludir discordias dinásticas. Fue sepultado con todos y cada uno de los honores en Tinmal, al lado de su padre, en la ciudad donde brotó el primer feto de la dinastía. Durante sus prácticamente cinco años de permanencia en al-andalus, Yusuf I emprendió la construcción de múltiples proyectos públicas en Sevilla y satisfizo inquietudes intelectuales. Se reedificaron sus murallas, creando acequias para la conducción del agua, tal como la mezquita judería, estrenada en el año 1182, y los alcázares de la Buhaira. También se han comenzado las primeras proyectos de la conocida Giralda.
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