Yahya ibn Alí ibn Hammud

La historia de las civilizaciones la cuentan aquellos hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han hecho queel género humano, de una forma u otra,progrese.

Ya sea inspirando a más seres humanos o siendo parte de la actuación. Yahya ibn Alí ibn Hammud es uno de esos seres humanos cuya vida, indudablemente, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Yahya ibn Alí ibn Hammud es conocer más acerca de periodo preciso de la historia del género humano.

Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la importancia que tuvo Yahya ibn Alí ibn Hammud en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo en el tiempo en que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para quienes frecuentaron a Yahya ibn Alí ibn Hammud, sino que quizá dejó una huella mucho más insondable de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Yahya ibn Alí ibn Hammud en persona.Yahya ibn Alí ibn Hammud fue un ser humano que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Apreciar las luces y las sombras de las personas significativas como Yahya ibn Alí ibn Hammud, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa esencial para que podamos valorar no sólo la vida de Yahya ibn Alí ibn Hammud, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Yahya ibn Alí ibn Hammud, personas a quienes de de una forma u otra Yahya ibn Alí ibn Hammud influenció, y desde luego, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Yahya ibn Alí ibn Hammud.

Vida y Biografía de Yahya ibn Alí ibn Hammud

(Hacia 990 -Sevilla, 1035) Califa de Córdoba y rey de la taifa de Málaga. Ocupó el trono cordobés y tras perderlo se erigió sin dependencia en el territorio de Málaga, donde asimismo se proclamó califa, dando rincón al partido hammudí, africano o bereber, que en los años siguientes se encaró a la coalición andalusí encabezada por Sevilla.

Hijo de Alí ibn Hammud y de Labbuna, que era hija de Muhammad al-Arizal, era de origen bereber y con ascendencia árabe. Tuvo un hermano, Idris, y una hermana cuyo nombre no se sabe y que casó con Muhammad, hijo de al-Qasim. En 1016 Alí ibn Hammud devino califa de Córdoba y señor de Málaga y entregó a su hijo Yahya el gobierno de Ceuta, que él mismo había detentado.

Antes de 1018, Yahya fue designado heredero del califato, pero a la desaparición de Alí en 1018, su tío al-Qasim, hermano de Alí, se apuró a viajar de Sevilla a Córdoba para ser proclamado califa, vulnerando de esta manera la herencia de Yahya. No obstante le nombró su heredero y le entregó a su hija Fátima como mujer; de ella tuvo 2 hijos: Hassan y también Idris.

En principio Yahya no se encaró a su tío y prefirió asegurarse el gobierno de Málaga y de las plazas africanas, trasladándose de Ceuta a la ciudad más importante andaluza y nombrando su lugarteniente en Marruecos a su hermano y hombre de seguridad Idris, aguardando los dos la ocasión favorece para deponer a al-Qasim. Si en un comienzo la conspiración de Yahya contra su tío sostuvo un carácter misterio, de a poco se fueron conociendo sus pretenciones y fue ganando seguidores entre los beréberes de la corte cordobesa.

Entre junio y julio de 1021, creyéndose bastante fuerte, se rebeló en Málaga contra al-Qasim y tomó el sendero de Córdoba. Al-Qasim, que se sintió desprotegido por sus súbditos, abandonó la ciudad más importante califal y se estableció en Sevilla, dejando libre la entrada a Córdoba a Yahya; este fue proclamado califa el 13 de agosto de 1021 por los 2 partidos, andalusíes y beréberes, adoptando el título de al-Mutali bi-llah y las kunyas de Abu Zakariyya y Abu Muhammad. Mientras tanto al-Qasim había sido jurado como califa en Sevilla, lo que dio sitio a la presencia de 2 califas simultáneos en las dos capitales andaluzas.

Yahya designó como secretario de su cancillería a Abu-l-Abbas Ahmad ibn Burd y nombró visires a Muhammad ibn al-Faradi y a Abu Bakr ibn Dakwan. Convirtió su corte en una incesante asamblea de escritores y hombres de ciencia y fue dadivoso con todos los que se aproximaron a él, en especial con los versistas que le dedicaron enormes loas. Esta actitud logró que exactamente los mismos beréberes que lo habían entronizado lo derrocaran ferozmente el 7 de febrero de 1023 y nombraran nuevamente califa a al-Qasim, que viajó desde Sevilla para recibir el juramento de los cordobeses.

Yahya se estableció en Málaga y su feudo ocupaba prácticamente toda la parte meridional de la Península, desde Málaga hasta Jerez, con unas rentas rebosantes y saneadas. En diciembre de 1023 fue depuesto al-Qasim y el califato pasó al omeya Abd al-Rahman al-Mustazhir. Yahya persiguió a su tío al-Qasim y lo atrapó en Jerez, donde este se había refugiado. Lo trasladó a Málaga y lo sostuvo preso en el alcázar, hasta el momento en que, fallecido Yahya, fue mandado matar por su sustituto, Idris.

En 1024 al-Mustazhir fue ejecutado y sustituido por Muhammad III, que persiguió a los seguidores del previo califa, varios de los que solicitaron cobijo en Málaga a Yahya. Entre los asilados estaban Ibn Hazm y el poeta Abu Amir ibn Suhayd, que aguardaban del hammudí que atacase la ciudad más importante cordobesa y expulsase a Muhammad. Pero Yahya no marchó hacia Córdoba hasta noviembre de 1025, fecha en que supo que Muhammad había descuidado la localidad y absolutamente nadie la regía; entró en Córdoba el 9 de noviembre sin conseguir resistencia y designó gobernador de la región a su visir y secretario Abu Chafar ibn Musa, a quien dejó protegido por un escasa guarnición de beréberes. Regresó a Málaga a inicios de marzo de 1026.

Desde ese momento Málaga pasó a ser la ciudad más importante del menguado califato y Córdoba una provincia del imperio hammudí. Esta situación se extendió hasta 1027, en que los cordobeses entregaron el califato a Hisham III, si bien tras esta fecha los monarcas de Málaga prosiguieron considerándose califas y ostentaron el título de Emir de los Creyentes, sin conseguir que su autoridad fuera conocida en todo Al-Andalus y opuestos al partido andalusí, encabezado por los Banu Abbad de Sevilla. Aquel fue el instante del nacimiento de la taifa de Málaga.

Para realizar efectivo el reconocimiento nominal que le profesaba el partido bereber, Yahya atacó a su primordial enemigo, Abul Qasim Muhammad de Sevilla, tomando la plaza de Carmona y expulsando de allí a su régulo. Estableció una base en Carmona desde la que conminaba tanto la taifa sevillana como la cordobesa y eso ocasionó la reacción del rey de Sevilla, que se erigió como aglutinante del partido andalusí en oposición al africano y proclamó el regreso de un falso Hisham II (1035), al que se adhirieron las taifas contrarias a los hammudíes.

A fines de año, encontrándose Yahya en Carmona y tras una tremenda noche de orgía, su campamento fue atacado por Ismail, hijo del régulo hispalense, que terminó capturando y dando muerte a Yahya. Tras su muerte la causa hammudí prosiguió, representada por su hermano Idris, que consiguió el reconocimiento de las taifas de Granada y Almería, sin respetar el testamento político de Yahya, que había designado como heredero a su hijo Hassan, muy joven a la desaparición de su padre.

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