Ya sea inspirando a otros seres humanos o tomando parte de la acción. Victoria I es una de esas personas cuya vida, en verdad, merece nuestra consideración por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Victoria I es comprender más acerca de un periodo concreto de la historia del género humano.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Victoria I, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa esencial para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Victoria I, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Victoria I, aquellas personas a quienes de de una u otra forma Victoria I influenció, y desde luego, comprender y entender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Victoria I.
(Londres, 1819-isla de Wight, Reino Unido, 1901) Soberana del Reino Unido de Gran Bretaña y también Irlanda (1837-1901) y emperatriz de la India (1876-1901). Hija de Eduardo, duque de Kent, y de María Luisa de Sajonia-Coburgo, entró en la línea sucesoria al trono al fallecer su padre, en 1819, a lo largo del reinado de Jorge IV. Quedó entonces bajo la tutela de su tío Leopoldo de Bélgica, quien ejercitó enorme predominación sobre ella. En 1837, a los dieciocho años de edad, heredó de su tío Jorge IV la Corona del Reino Unido, pero no la de Hannover, que se apartó de esta manera de la británica, en tanto que excluía a las mujeres de la sucesión, fundamento por el que pasó a su tío Ernesto.
Persuadida del valor de la Corona como símbolo de unidad nacional, en un instante en que la monarquía aparecía como una institución frágil y discutida en el Reino Unido, se impuso la labor de volver a poner la imagen de la institución, para lo que transformó la respetabilidad en la primera obligación tanto para ella para la familia real. En 1840 contrajo matrimonio con Alberto de Sajonia-Coburgo, hombre sutil y equilibrado que aportó solidez a su situación y a quien transformaría en 1857 en príncipe consorte. Personaje de talante conservador, influyó en el cambio de simpatías políticas de la reina, que pasaron de los liberales (whigs) a los conservadores (tories).
Este cambio de imagen halló un eco conveniente en la burguesía británica, que vio en la reina un punto de referencia para su accionar popular. No obstante sus simpatías hacia los conservadores, en el interior trató de sostener la estabilidad entre ámbas fuerzas políticas y, por norma general, respetó la autoridad manada del Parlamento y la alternancia de gobiernos, si bien logró servir sus prerrogativas reales como máxima autoridad de la Iglesia Anglicana y también intervino en lo personal en el ascenso de cargos en la armada, la marina y el episcopado.
En cuanto a la política exterior, con la intención de detallar un equilibrio dinástico conveniente al Reino Unido y también imponer su predominación política en el conjunto de naciones, logró servir sus vínculos de familia con otras viviendas reinantes de Europa y creó otros nuevos, por medio de los links dinásticos de sus nueve hijos, fundamento por el que fue llamada «la abuela de Europa». Muy atenta a la evolución de los temas políticos, y persuadida del papel activo que correspondía a la monarquía en política exterior, no vaciló en el momento de entorpecer en la administración de sus gobiernos en el momento en que lo consideró indispensable. En 1851 demandó y consiguió la dimisión del presidente John Russell por haber recibido el golpe de Estado de Napoleón III en Francia; tampoco evitó el combate con Palmerston, pese a su popularidad, ni con Gladstone, a propósito de su política de concesión del autogobierno (Home Rule) a Irlanda.
La desaparición de su marido, en 1861, afectó intensamente a la soberana, quien se despreocupó por un tiempo de los temas del reino, si bien cuidó de que el príncipe heredero, su hijo Eduardo, prosiguiera ejercitando los deberes de la Corona. Su coronación como emperatriz de la India en 1877 formó el punto culminante de su largo reinado, de prácticamente sesenta y 4 años, a lo largo del como el Reino Unido se transformó en la mayor capacidad colonial de todo el mundo, cuyos dominios entendían la India, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y varios entornos coloniales en Asia y África.
La prosperidad económica, el avance cultural y la novedosa imagen que supo ofrecer a la monarquía, ejemplo de respetabilidad familiar y de puritanismo en las prácticas, caracterizaron lo que se dio en llamar era victoriana. En 1899, el estallido de la guerra de los bóers en África del Sur preludió una época de conmociones mundiales que terminarían por menear los cimientos de su imperio.
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