Las biografías y las vidas de personas que, como Victor Sjöström, cautivan nuestra curiosidad, deben valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Victor Sjöström, el motivo por el cual Victor Sjöström vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inexorable, la historia.
Vida y Biografía de Victor Sjöström
(Silbodal, 1879 - Estocolmo, 1960) Director de cine sueco. La industria cinematográfica sueca vivió un genuino instante de esplendor, que se realizó extensible a otros países del ambiente nórdico, a lo largo del periodo de tiempo mudo. A dicho éxito en todo el mundo contribuyó poderosamente Victor David Sjöström quien, al lado de su amigo Mauritz Stiller, terminó dando el salto a Hollywood y se descubrió como entre los mucho más significativos cineastas de la historia del séptimo arte.
Si bien nativo de Suecia, Victor Sjöström tuvo no obstante ocasión de vivir los siete primeros años de su niñez en Nueva York. Las discusiones familiares y los inconvenientes económicos marcaron esa etapa de colosal infelicidad, que pareció mudar tras el regreso a Uppsala y su entrada en un conjunto de apasionados al teatro. Pronto dio el salto hacia compañías mucho más ambiciosas y, en 1896, alcanzó la culminación de sus propósitos al fundar una compañía teatral propia.
El cine solamente se encontraba por entonces empezando sus balbuceos, con lo que a lo largo de tres quinquenios Sjöström fue forjándose una espléndida reputación como intérprete y directivo escénico, hasta el momento en que en 1911 terminó siendo contratado por la productora Svenska Biograf. Dicha entidad, que tenía unos estudios propios en Estocolmo, aspiraba a reclutar para el cine los más destacados talentos del ámbito teatral y proporcionarles ocasiones como directivos y también intérpretes. Entre ellos estuvo Sjöström, quien desarrolló una intensa actividad a lo largo de la década de los años diez como directivo de largos (al ritmo completamente frenético de un mínimo de tres títulos por año) y como actor de comedias a las órdenes de Mauritz Stiller (juntos rodaron siete películas entre 1912 y 1914).
Su interés por la naturaleza le llevó a reflejar la espectacularidad de los panoramas y los condicionantes climatológicos con la mayor intensidad viable. Lluvia, hielo, viento y nieve van a quedar expuestos frente al espectador con su crueldad y fuerza vigorosa, con la capacidad de trastornar psicológicamente a la gente y cambiar sus prácticas. En ese sentido, entre las proyectos cimas de este periodo fue La voz de los ancestros/El amanecer del amor (1918), adaptación de la obra literaria de Selma Lagerlöf -que décadas después reanudará Bille August en Jerusalén (1995)-, donde Sjöström contó la odisea de un conjunto de entusiastas religiosos en busca del Paraíso y que tuvo una increíble secuela en El sendero de Dios (1919).
Pero la película que terminó lanzándole a la popularidad en todo el mundo fue La carreta espectro (1920), una magistral mezcla de elementos sobrenaturales, crítica popular y efectos fotográficos particulares. Partiendo de un relato clásico escandinavo -la desaparición, que viaja en un carruaje transparente, recopila las ánimas de los fallecidos la última noche del año-, supo emplear las sobreimpresiones múltiples para hacer un tiempo épico donde se enlazaban los tormentos sentimentales, el cosmos onírico de los sueños y la fuerza incontenible de la naturaleza. Juicio de Dios/Arcilla mortal (1921), cuyo acabado técnico fue por unanimidad alabado por los expertos, le abrió por su lado de manera determinante las puertas de Hollywood, adonde se trasladó en 1923 contratado por la Metro Goldwyn Mayer.
Tras cambiar su apellido a efectos expertos por el mucho más alcanzable de Victor Seastrom, inició su trayectoria en Estados Unidos con Nombre al culpable (1924). Dirigió nueve films en solamente seis años de estancia en Hollywood, prácticamente todos ellos muy diferentes a eso que había hecho hasta el momento en Suecia. Con todo, hubo por lo menos 2 títulos en los que tuvo ocasión de plasmar su indudable talento para la epopeya histórica: Amor de padre (1925), fundamentada en una novela histórica de Selma Lagerlof y también interpretada por la excepcional pareja formada por Lon Chaney y Norma Shearer; y La mujer marcada (1926), con Lillian Gish y Lars Hanson, según la obra tradicional de Nathaniel Hawthorne La letra escarlata.
No obstante, el extenso film que basó su prestigio y que todavía hoy en día se considera entre las piezas maestras absolutas del cine fue El viento (1928), nuevamente con Lillian Gish y Lars Hanson. La historia de una chica de Kentucky forazada a casarse contra su intención y a emigrar hasta una esquina perdido de Texas en donde el viento sopla con colosal crueldad le sirvió al directivo para regresar a su amado cosmos de individuos que terminan aun aloqueciendo por el combate con la naturaleza.
En 1931, consumada ahora la aparición del cine sonoro, Sjöström regresó a Suecia para proseguir su trayectoria profesional, pero nada volvería a ser como antes: las adversidades cada vez mayores para conseguir productores soluciones le hicieron replantearse su trayectoria y reanudar una prácticamente olvidada faceta de actor. Gustav Molander, Arne Mattson y también Ingmar Bergman le ofrecieron distintas ocasiones de lucimiento interpretativo en películas como Fresas salvajes (1957), mientras que la Svensk Filmiindustri le contrató entre 1943 y 1949 para el cargo técnico de directivo de sus estudios.
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