La historia universal la cuentan las mujeres y hombres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han ocasionado queel mundo, de un modo u otro,prospere.
Ya sea inspirando a más personas o tomando parte de la acción. Urraca de Navarra es una de esas personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra consideración por el grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Urraca de Navarra es comprender más acerca de una época concreta de la historia del ser humano.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas significativas como Urraca de Navarra, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo sustancial para que seamos capaces de apreciar no sólo la vida de Urraca de Navarra, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Urraca de Navarra, gentes a quienes de de una u otra forma Urraca de Navarra influyó, y desde luego, conocer y descifrar cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Urraca de Navarra.
Las biografías y las vidas de personas que, como Urraca de Navarra, atraen nuestro interés, tienen que ayudarnos siempre como punto de referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Urraca de Navarra, porqué Urraca de Navarra vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inexorable, la historia.
(Asturias, hacia 1130 - Palencia, 1189) Reina de Navarra, mujer de García Ramírez. Era hija ilícita del monarca español Alfonso VII, ya que había nacido de una relación extramarital de este con una doncella asturiana, hija del conde Pedro Díaz, llamada Gontrada Pérez. Su biografía se enmarca en un instante muy complejo de las relaciones entre las tres monarquías peninsulares cristianas mucho más esenciales (Navarra, Castilla y Aragón), gracias a las continuas guerras en medio de estos estados ocasionadas por el afán imperialista de Alfonso VII.
A pesar de que el tratado de Támara (1127) había puesto la paz entre Alfonso el Batallador y el monarca español, tras la desaparición del monarca aragonés en 1134, Alfonso VII había aprovechado para recobrar múltiples puestos fronterizos, lo que encendió la batalla entre Navarra, Castilla y Aragón. A ello se sumó, en 1140, la declaración de independencia de Portugal por la parte de Alfonso Enríquez, con el acompañamiento navarro.
Por ello, la pretendida paz firmada en 1440 incluía la boda entre Sancho, hijo legítimo de Alfonso VII y heredero del reino de Castilla, y Blanca de Navarra, hija del rey de Navarra García el Restaurador, en el momento en que la princesa llegara a edad núbil. A pesar de este pacto marital, y más allá asimismo de que García de Navarra había jurado lealtad y vasallaje a Alfonso VII en las cortes de León (1135), la guerra fronteriza continuó entre los dos reinos. Por ello fue preciso llegar a un nuevo acuerdo marital, que incluyó al propio monarca navarro y a doña Urraca, hija ilícita de Alfonso VII.
Para sellar el pacto, los dos monarcas se hallaron en Carrión de los Condes, lugar desde donde se dirigieron a León, localidad donde sucedió el link entre Urraca y García, el 19 de junio de 1144. Los festejos derivados de la boda real duraron hasta bien entrado el mes de julio, tras lo que el nuevo matrimonio se dirigió hacia territorio navarro, a fin de que la reina Urraca fuera recibida por sus nuevos súbditos.
En los un par de años siguientes, la paz fue perdurable, salvo ciertas pequeñas reyertas, entre Navarra y Castilla, a lo que asistieron sobradamente las usuales visitas que Alfonso VII hacía a su hija, como la ocurrida en Tudején, pedanía próxima a Fitero, en 1146, exactamente el mismo año en que Navarra y Aragón firmaron asimismo una tregua que ponía paz al fin entre todos y cada uno de los reinos cristianos de la península. Así, ya que, el objetivo marital de doña Urraca parecía logrado con creces.
No obstante, la vida de Urraca dio un brusco cambio en 1150, en el momento en que García Ramírez murió a consecuencia de un incidente mientras que estaba cazando. La reina Urraca regresó a Castilla y fue nombrada por su padre gobernadora de su territorio natal, Asturias, lugar desde donde prestó un enorme servicio a la política imperialista de Alfonso VII, puesto que sostuvo la tierra asturiana pacificada.
Más tarde, se instaló en Palencia, rincón del que era natural su segundo marido, el noble Álvaro Rodríguez. Desde este instante (1160, precisamente), no hay mucho más indicio de su historia, a menos que murió en 1189 y que fue sepultada en la capilla de San Antolín, en nuestra catedral de Palencia, donde todavía hoy día puede observarse su sepulcro.
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