Ugo Betti

La historia de la civilización la escriben los hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado quela civilización, de una forma u otra,avance.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la importancia que tuvo Ugo Betti en la historia. La manera en que vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que frecuentaron a Ugo Betti, sino que tal vez dejó una señal mucho más insondable de lo que podamossospechar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Ugo Betti de modo personal.Ugo Betti fue un ser humano que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Vida y Biografía de Ugo Betti

(Camerino, 1892 - Roma, 1953) Dramaturgo italiano. Fue magistrado en Parma y en Roma. Creador del llamado «drama judicial», al unísono trágico y místico, crítico y alegórico, pertence a los dramaturgos italianos contemporáneos mucho más relevantes. Algunas de sus proyectos son El quiere (1927), Lucha hasta el alba (1949), Corrupción en el Palacio de Justicia (1949) y El jugador (1951).

Tras estudiar derecho, Ugo Betti fue llamado a filas y, caído preso a lo largo de la Primera Guerra Mundial, compuso en el cautiverio sus primeras poesías; a ese instante corresponde su libro Il re pensieroso (El rey pensativo, 1922), de signo romántico-decadente. Posteriormente publicaría otros poemarios como La Morte (1932) y Uomo y también donna (1937), en una línea mucho más verdadera. En 1941 consiguió el premio de teatro de la Academia de Italia, y, tras la última guerra, pasó a la Biblioteca del Ministerio de Justicia, lo que le dejó ocuparse con mayor independencia y también intensidad a la literatura.

Ugo Betti cultivó asimismo la narrativa, pero resaltó singularmente en el drama lírico-simbolista y metafísico, cuyo punto de inicio es el teatro de Luigi Pirandello. Los aspectos mucho más relevantes de su arte dramático expresan un sentido trágico de la vida, si bien una fe en el hombre salva a su obra del nihilismo; los personajes principales de sus piezas son principalmente seres ávidos de paz, paz que no tienen la posibilidad de lograr sino más bien por medio de la justicia. Había iniciado su actividad teatral en 1927, con el drama El quiere, que mereció un premio impulsado por la gaceta Le scimmie y también lo specchio, y en el que se puede ver ahora la expresividad de su estilo y la fuerza de sus temas, aspectos perceptibles en su producción posterior.

Algunas de sus proyectos escénicas son otros muchos pretextos para enjuiciar al hombre y a la sociedad y asimismo para saber en la mucho más íntima naturaleza del humano; ello se revela de una forma especialmente intensa en Derrumbe en la estación Norte (1936) y en contenidos escritos afines, que muestran el choque entre la presunta justicia instituida por la sociedad, con su áridos métodos, y la conciencia ética del sujeto, asimismo complicada por su sentido de culpa y su necesidad de redención.

Prosiguieron entonces múltiples comedias menos problemáticas y mucho más sosiegas, y, después, dramas como El cazador de ánades (1940) y El diluvio (1943), que le llevaron a Corrupción en el Palacio de Justicia (1949), donde el primordial culpable consigue la conciencia de la expiación exactamente en el momento en que se ve absuelto. Otros dramas, como Espiritismo en la vieja casa (1950), Delito en la isla de las cabras (1950) y El jugador (1951), revelan una inclinación cada vez mayor a la expresión de temas metafísicos universales (la soledad, los instintos básicos, la alienación del sujeto y su persistente enfrentamiento con la sociedad), que, según algunos críticos, consigue su culminación en las proyectos tráficas póstumas Tierra quemada y La fugitiva. Betti todavía es un dramaturgo de suma importancia en la tradición italiana, y su teatro es popular en el mundo entero.

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