(Greenheys, 1785 - Edimburgo, 1859) Ensayista inglés. Huérfano de padre (un próspero hombre de negocios) desde los siete años, padeció a lo largo de la niñez el hostigamiento de su madre, una puritana depresiva, y más que nada la brutalidad de su hermano mayor, que lo había escogido como víctima. Estudió en los institutos de Bath, Winkfield y Manchester, pero terminó huyendo en 1800 de la especialidad escolar y de los tormentos familiares: adoptado y amado por una prostituta que lo doblaba en edad, vagabundeó con ella a lo largo de tres años por tierras de Gales y Escocia, hasta el momento en que en 1803 se afincó en Londres.
Se relacionó allí con versistas románticos ingleses de su temporada (Robert Southey, Samuel Taylor Coleridge y William Wordsworth), con los que convivió prácticamente una década, integrándose a las proposiciones utópicas de vida social, propias de los lakistas, a quienes bastante después dedicaría las sutiles páginas de Recuerdos de los Lake Poets (1834). Trabajó como periodista, fue editor del periódico The Westmoreland Gazette y se ganó la vida publicando productos, críticas y cuentos, aparte de conseguir la cree de John Stuart Mill y de David Ricardo por la agudeza de sus análisis económicos. En 1804 empezó sus primeras vivencias con el opio, para batallar unas enfermedades reumáticas, y en 1809 se instaló en la ciudad rural de Glasmere, donde conoció a una chavala de pueblo con la que se casó en 1816.
De entre sus proyectos resalta Confesiones de un comedor de opio inglés (1821), donde cuenta exactamente las vivencias con esa sustancia como vehículo para examinar las opciones imaginativas de la cabeza humana. Las drogas eran para el creador una parte de sus principios románticos: una ampliación de las opciones racionales, sentimentales y perceptivas de la normalidad.
Su cabeza vio en los hechos rutinarios de la verdad una actividad armoniosa de la fantasía, como manifiesta en el ensayo El asesinato considerado como entre las preciosas artes (1827), en el que el delito es tratado desde un criterio estético y también intelectual, lo que lo diferencia del criterio apoyado en la ética corriente. Según el poeta y crítico A. Breton, en esta obra se efectúa una abstracción del horror para encararlo como una cuestión plástica o un caso médico.
A medio sendero entre el ensayo y la ficción, en sus producciones el creador saca partido exactamente del equilibrio entre una observación fría y también imperturbable, que disecciona el tema, y una observación imaginativa y malvada, que desliza el horror como una categoría de lo diario. El correo inglés (1849) se cuenta asimismo entre sus geniales ensayos antológicos, tal como Suspiria de Profundis (1845), una investigación sobre las opciones del sueño que adelanta a Freud.
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