Teodorico I el Grande

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Vida y Biografía de Teodorico I el Grande

(?, h. 454 - Rávena, de hoy Italia, 526) Rey de los ostrogodos (474-526). Hijo y sustituto del caudillo ostrogodo Teodomiro, del estirpe de los Amalos, fue enviado por su padre como rehén a la localidad de Constantinopla (de hoy Estambul), en el momento en que no era mucho más que un niño (462). En la ciudad más importante del Imperio Bizantino, Teodorico entró en contacto con la civilización grecolatina y adquirió alguna experiencia política. En el 474 sucedió a su padre adelante de los ostrogodos y también instaló a su pueblo en Dacia, vieja provincia romana que el día de hoy pertenece a Rumania.

Fue nombrado patricio y magister militum por el emperador Zenón, quien, en el 488, le prometió el gobierno de Italia como recompensa si vencía a Odoacro, rey de los hérulos que había depuesto a Rómulo Augústulo, último emperador de roma de Occidente (476). A mediados del año siguiente, Teodorico penetró en la península Italiana adelante de su pueblo, cuyo número se cree en unas cien mil personas; tras librar distintas peleas de desenlace dudoso, logró ocupar Rávena, acción donde murió Odoacro (493). Se proclamó rey de Italia (494) en esta localidad adriática, en la que fijó su corte, y fue reconocido como tal por el emperador bizantino Anastasio (497), a quien debía una teorética sumisión.

A pesar de que sostuvo las diferencias entre los ostrogodos, de religión arriana, en cuyas manos dejó el poder militar, y los romanos, católicos, a quienes confió el poder civil en un bien difícil equilibrio, Teodorico se sintió siempre y en todo momento depositario de las tradiciones y también instituciones imperiales, con lo que se rodeó de consejeros latinos, como los pensadores Boecio y Casiodoro, y también procuró armonizar las relaciones entre godos y romanos, para lo que sometió a las dos comunidades a exactamente las mismas leyes.

De hecho, su enorme ambición era hacer un imperio germánico de Occidente, heredero del de roma, que englobara a francos, vándalos, visigodos y ostrogodos. Con este propósito, instituyó una hábil política de coaliciones maritales entre su familia y los reyes de otros pueblos germánicos (se casó con la hermana del rey franco Clodoveo I en 493), a fin de ejercer su dominio sobre las provincias occidentales del Imperio. Si bien no llegaría a materializar su sueño, tal política lo transformó en el primordial soberano occidental de su temporada.

En el año 511 intervino de manera definitiva en la resolución de la crisis de la monarquía visigoda, abierta a causa de la desaparición de Alarico II en la guerra de Vouillé (507). El hijo natural de Alarico II, Gesaleico (507-510), usurpó el trono visigodo al hijo legítimo, Amalarico, que entonces era un niño de corta edad. Los ostrogodos, liderados por el general Ibbas, derrotaron a Gesaleico en reiteradas ocasiones y, al final, lo atraparon y le brindaron muerte. Depuesto el usurpador, Teodorico coronó a su nieto Amalarico (era hijo de Alarico y de su hija Tindigota) y aceptó el gobierno del reino visigodo como tutor de su nieto, a quien puso bajo la protección de Teudis, uno de sus en general. De este modo el reino visigodo, que entendía una sección meridional de la Galia y la mitad nordeste de Hispania, fue gobernado desde la corte de Teodorico en Rávena.

A lo largo de este intérvalo de tiempo, popular por los historiadores como el “intermedio ostrogodo”, el reino visigodo ha podido establecer nuevamente su orden de adentro y desplazó su centro político hacia la Península Ibérica. La regencia se sostuvo hasta la desaparición del monarca ostrogodo (526), instante en que Amalarico aceptó terminantemente las bridas del reino visigodo en Hispania, que se libró de la tutela ostrogoda en lugar de la cesión de la baja Provenza. La devolución del tesoro real visigodo, custodiado en Rávena a lo largo del reinado de Teodorico, selló la independencia del reino visigodo.

Hombre de enorme sabiduría, sensato pero decidido, Teodorico favoreció el avance de la agricultura y del comercio y fomentó el cultivo de las artes y las letras, hasta el punto de realizar de Rávena, su capital, un señalado centro artístico y cultural. En materia religiosa, dejó la coexistencia del catolicismo y del arrianismo a lo largo de la mayoría de su reinado, tolerancia que se truncó en los últimos tiempos de su historia, gracias a sus combates con el Papado y con el Imperio Bizantino, que lo llevaron a organizar el ajusticiamiento de su viejo amigo Boecio (524) y la encarcelación del papa Juan I.

Teodorico creó también el cargo de prefecto de las Hispanias, con atribuciones judiciales y fiscales, y también impulsó una profunda reestructuración de la administración fiscal luchando fuertemente las prácticas corruptas. A su muerte, acontecida el 30 de agosto del 526, el estallido de un grave enfrentamiento entre godos y romanos provocó el veloz ocaso del reino ostrogodo, situación que aprovechó el emperador Justiniano para transformar Italia en una exclusiva provincia bizantina y esparcir a los ostrogodos, que desaparecieron como pueblo (555).

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