La historia universal la cuentan aquellas mujeres y hombres queen el paso de los años, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado quela civilización, de una forma u otra,avance.
Ya sea inspirando a más personas o siendo una pieza esencial de la acción. Sofonisba Anguissola es uno de esos seres humanos cuya vida, indudablemente, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Sofonisba Anguissola es conocer más acerca de periodo preciso de la historia del ser humano.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la trascendencia que tuvo Sofonisba Anguissola en la historia. La forma en que vivió y lo que hizo mientras permaneció en el mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que frecuentaron a Sofonisba Anguissola, sino que a lo mejor dejó una señal mucho más insondable de lo que logremossospechar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Sofonisba Anguissola personalmente.Sofonisba Anguissola ha sido uno de esos seres humanos que, por alguna razón, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Sofonisba Anguissola, seducen nuestra curiosidad, deben valernos en todo momento como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Sofonisba Anguissola, el motivo por el cual Sofonisba Anguissola vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma implacable, la historia.
(Sofonisba Anguissola o Anguisciola; Cremona, 1527 - Palermo, 1623) Pintora italiana, la mucho más conocida del Cinquecento en Italia y España. En su periodo de capacitación en el taller de Bernardino Campi, entre 1546 y 1549, adquirió los argumentos de su estilo meticuloso y pulcro. Pero próximamente superó en popularidad a su profesor y marchó a Madrid, donde en 1559 la aguardaba Felipe II para encargarle varios retratos de la familia real. En 1580 regresó a Italia, donde siguió su obra, más que nada de retratos y situaciones de género como el Retrato de una monja (Colección Yarborough, Londres), su Autorretrato (Museo Poldi Pezzoli, Milán) o La partida de ajedrez (1555, Colección Radzinsky, Poznan), hasta el momento en que, ahora mayor, la ceguera le privó de continuar llevando a la práctica la pintura.
De origen noble, Sofonisba Anguissola estudió adjuntado con 2 de sus cinco hermanas (las asimismo pintoras Elena y Lucía) hermosas artes, música y humanidades en Cremona con Bernardino Campi y más tarde con Bernardino Gatti. Destacó como pintora de retratos particulares y de conjunto, como el de La partida de ajedrez (1555), en el que retrató a sus hermanas. Tratadistas contemporáneos como Giorgio Vasari o Anibale Caro dedicaron loas a su obra; asimismo Miguel Ángel Buonarrotti conoció sus dibujos y le mandó ciertos bocetos suyos para ayudar a su capacitación.
En 1559, a instancias de Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba (quien conocía su popularidad en Italia), fue llamada por Felipe II a su Corte como dama de honor de Isabel de Valois. Se le concedió una pensión de cien ducados cada un año, a la que se agregaban 800 liras imperiales de renta para su padre, Amílcar Anguissola. Sofonisba llegó a España a fines de ese año, antes de la celebración de las bodas de Felipe II y también Isabel de Valois, de cuyo cortejo formaba parte. Una vez instalada en la Corte, empezó a ofrecer clases de pintura a la reina y a ciertas infantas y integrantes de la alta nobleza. Su capacidad como profesora cobró una popularidad afín a la de su producción pictórica.
La sepa de la firma de la autora en sus proyectos ha complicado la identificación de sus cuadros, atribuidos a otros pintores de la Corte de Felipe II hasta datas recientes, en que se inició el estudio de su etapa de españa. En 1561, por encargo del papa Pío IV, Sofonisba Anguissola efectuó un retrato de Isabel de Valois que fue enviado a Roma y dio a la pintora popularidad entre los individuos de la Corte y la realeza. Pintó otro retrato de la reina que sirvió de modelo para el solicitado a Alonso Sánchez Coello y, más tarde, para el de Juan Pantoja de la Cruz y para la copia que efectuó Rubens. Retrató asimismo a la princesa Juana de Austria (Museo Steward Gardner, Boston, EE.UU.) y un pintó un Autorretrato que mandó a su familia. Sus cuadros resaltan por el régimen de la luz, al estilo lombardo, y el colorido vivo de ciertas pinceladas que hacen destacar los semblantes, las manos y los datos sobre la obscuridad de los fondos.
Hacia 1562 pintó los retratos El príncipe Carlos (Buckingham Palace, Londres, Reino Unido), Juan de Austria (Pollock House, Glasgow, Reino Unido) y Alejandro Farnesio (National Gallery, Dublin, Irlanda), y un nuevo retrato de Isabel de Valois (Museo del Prado, Madrid), atribuido previamente a Sánchez Coello o a Pantoja de la Cruz. Se le ha atribuido últimamente un retrato de Felipe II (Museo del Prado, Madrid), efectuado en 1565. Forma pareja con otro que pintó de Ana de Austria en 1575 (Museo del Prado, Madrid) y que muestra exactamente el mismo carácter grave y austero. De 1567 es el Retrato del príncipe Carlos joven (Colección Bauzá, Madrid), que fue el modelo para las seis copias que le fueron encargadas a Sánchez Coello tras el fallecimiento del príncipe.
Tras el fallecimiento de Isabel de Valois, Sofonisba Anguissola continuó en España al cargo de la educación de las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, mientras que se empezaban las gestiones para garantizar su porvenir a través de la concesión de rentas propias y un matrimonio con un integrante de la nobleza. Se casó en Palermo con Fabrizio de Moncada, hermano del virrey de Sicilia, adonde se trasladó a vivir poco después. A la desaparición de su marido, en 1579, volvió a su localidad natal. En 1580 contrajo matrimonio con el noble genovés Orazio Armellino y se instaló en Génova.
De la infanta Catalina Micaela logró 2 retratos, uno en 1585, que se mantiene en el Museo del Prado, en Madrid, y otro en 1590 o 1595, que se titula La dama del armiño (Pollock House, Glasgow, Reino Unido), atribuido previamente a El Greco, que se separa de los convencionalismos del retrato cortesano. Enviudó por segunda vez y volvió a moverse a Palermo, donde radicó hasta su muerte. Entre sus últimas proyectos está un Autorretrato (Gottfried Keller Stiftung, Berna, Suiza) pintado hacia 1610, en el que la pintora porta un papel con una dedicatoria al rey español.
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