Sancho Garcés I

La historia del mundo la escriben aquellos hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado quela civilización, de una forma u otra,avance.

Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la importancia que tuvo Sancho Garcés I en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que permaneció en este mundo fue decisivo no sólo para quienes frecuentaron a Sancho Garcés I, sino que tal vez dejó una huella mucho más vasta de lo que podamosconcebir en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Sancho Garcés I personalmente.Sancho Garcés I fue un ser humano que, por alguna razón, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Apreciar lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Sancho Garcés I, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa sustancial para que podamos apreciar no sólo la existencia de Sancho Garcés I, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Sancho Garcés I, personas a quienes de de una u otra forma Sancho Garcés I influenció, y ciertamente, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Sancho Garcés I.

Vida y Biografía de Sancho Garcés I

(?-925) Rey de Pamplona (905-925). Hijo de García Jiménez, se encaró a Fortún Garcés por el dominio del reino (905) y extendió sus pertenencias al valle del Ebro. Con Ordoño II venció a un ejército cordobés en San Esteban de Gormaz (917), pero fue derrotado por Abd al-Rahman III en Valdejunquera (920). Desempeñó un papel esencial en la política de la temporada y rigió el condado de Aragón como tutor de su hijo, García Sánchez I.

Al parecer (en tanto que la cuestión todavía no fué aclarada en sus puntos), Sancho Garcés I de Pamplona logró suplantar a Fortún Garcés (870-905), y también instaurar de este modo una exclusiva dinastía en el reino, la dinastía Jimena, con el acompañamiento de una parte de la nobleza vascona (probablemente de la región de Sangüesa y Leyre, de donde era natural su padre), de su tío Ramón II de Pallars y Ribagorza y, indudablemente, con el de Alfonso III de Asturias el Magno (866-910), entusiasmado en que el reino pamplonica pudiese cerrar el ingreso natural de cordobeses y zaragozanos, remontando el valle del Ebro, hacia las tierras orientales de su reino (La Rioja, Álava, Castilla).

Una vez en el trono, Sancho Garcés I se lanzó de forma resuelta a someter a los Banu Qasi, que aún dominaban los vales medio y prominente del Ebro. Así, derrotó a Lope ibn Muhammad de Lérida, a quien dio muerte (907), y tomó consecutivamente las plazas de Monjardín (905), Cárcar, Falces (917) y Caparroso (917), conminando peligrosamente nuestra Tudela. Al mismo tiempo, por el frente oriental de su reino, lanzó una ofensiva contra el gobernador de Huesca, Muhammad Al-Tawil (911).

Pero sus mayores éxitos vinieron de la angosta coalición que sostuvo a lo largo de su reinado con los reyes leoneses, primero con Alfonso III y, de forma especial, con Ordoño II (914-924). Con Ordoño participó en la expedición por la línea del Duero castellana que se saldó con la conquista de la plaza de San Esteban de Gormaz (917) y, después, con la toma de Arnedo, Valtierra y Calahorra (918), mientras que el leonés se hacía con la plaza de Talavera de la Reina (Toledo).

La contestación del por entonces emir de Córdoba, Abd al-Rahman III, no se realizó aguardar. Una vigorosa aceifa lanzada en los años 918-919, mandada por nuestro emir, rompió la línea del Duero, penetró en el corazón del reino (tomas de Calahorra y Cárcar) y venció a los ejércitos leoneses y navarros en la sanguinolenta guerra de Valdejunquera (920), a unos 20 km al suroeste de Pamplona.

Sin embargo, la dura derrota infligida por el emir no significó una mengua territorial, sino más bien únicamente un corto freno en la expansión de Sancho Garcés I hacia el sur del reino. En 923, y nuevamente con su leal aliado Ordoño II, incorporó a sus dominios las plazas riojanas de Nájera (cedida por el leonés) y Viguera. De esa novedosa colaboración brotó asimismo el link marital entre Ordoño y su hija Sancha (924), tal como el traslado de la sede regia pamplonesa a Nájera, donde se sostuvo hasta 1076, una vez hubo asegurado los nuevos territorios, toda vez que la aceifa andalusí que en 924 saqueó el reino hasta las puertas de exactamente la misma Pamplona no tuvo mayores secuelas.

Sancho Garcés I se preocupó asimismo de hacer mas fuerte las fronteras orientales y occidentales de su reino: las primeras, merced a la tácita tutela que ejercitó sobre el condado de Aragón, por el matrimonio de su hijo, el futuro García Sánchez I de Pamplona (925-970), con Andregoto Galíndez, hija del conde aragonés Galindo II Aznar (893-922); por Occidente, según se deduce de la mención (920) a un tal Momo, comes biscahiensis, parece ser relacionado con la novedosa dinastía Jimena.

En el campo de adentro, su reinado significó la primera enorme expansión territorial de Pamplona, que acarreó el establecimiento prioritario en la región media del reino, abandonando de este modo de forma determinante los vales pirenaicos y vascones; la importación de las construcciones sociales y administrativas de las cortes condales carolingias, con la adopción de la tradición hispanogoda; y la consolidación del dominio sobre su territorio, en el que dejó de haber zonas mal controladas por el poder central.

A Sancho Garcés I de Pamplona hay que asimismo la fundación del monasterio riojano de Albelda (923-924). De su matrimonio con Toda Aznárez de Pamplona, a la sazón nieta de Fortún Garcés, tuvo, aparte de a su primogénito y sustituto García y a Sancha (que, a la desaparición de Ordoño II, casaría consecutivamente con el conde Alvaro Herraméliz de Álava y con Fernán González de Castilla), a Oneca, que contrajo matrimonio con Alfonso IV de León (926-931); a Urraca, que casó (¿931?) con Ramiro II de León (931-951); a Belasquita, que enlazó consecutivamente con el comes Momo, con Galindo de Ribagorza y con el noble Fortún Galíndez, y a Orbita, que casó, probablemente, con Al-Tawil de Huesca. A su muerte accedió al trono su primogénito García Sánchez, por entonces un niño, bajo la tutela primero de su tío Jimeno y, a la desaparición de este, de la vigorosa reina madre Toda. Fue enterrado en San Esteban de Resa, en las cercanías del Ebro.

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