San Policarpo

La historia de la civilización la escriben los hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado quela civilización, de un modo u otro,avance.

Ya sea inspirando a otras personas o formando parte de la acción. San Policarpo es uno de esos seres humanos cuya vida, en verdad, merece nuestra atención por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de San Policarpo es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia del ser humano.

Las biografías y las vidas de personas que, como San Policarpo, atraen nuestra atención, deben valernos siempre como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de San Policarpo, el motivo por el cual San Policarpo vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de San Policarpo

(?, c. 69 - Esmirna, c. 156) Obispo de Esmirna. Según una tradición, conoció al apóstol San Juan y tuvo como acólito a Ireneo. De sus escritos solo se mantiene la Epístola a los filipenses. El relato de su calvario es el mucho más viejo que se mantiene.

Nacido de progenitores cristianos hacia el 68-69, heleno de origen, o al menos de educación, instruido por los apóstoles y en contacto "con varios que habían visto al Señor", Policarpo recibió hacia fines del siglo I de manos de los propios apóstoles (quizás de San Juan Evangelista) la consagración como obispo de Esmirna. Venerado por todas y cada una de las comunidades de Asia Menor, fue por su parte profesor de San Ireneo, el popular obispo de Lyon, y estuvo con relación a San Ignacio de Antioquía, a quien confortó y del que recibió una carta que llegó hasta nosotros.

Hacia el año 155 marchó a Roma para proteger, frente al papa Aniceto, la práctica de las iglesias de Asia de festejar la Pascua el día 14 del mes de Nisan, según el calendario hebreo (práctica "quattuordecimana"), si bien sin éxito; más allá de que no lograron conciliarse los 2 puntos de vista, por proseguir Policarpo la utilización oriental y Aniceto el occidental, no se rompió la comunicación entre ellos.

Vuelto a su patria y habiendo explotado la persecución, según refiere el llamado Martyrium Polycarpi (con apariencia de carta de la Iglesia de Esmirna a la de Filomelio, redactada por un tal Marción, y substancialmente genuina, más allá de ciertos añadidos tardíos), se dejó seducir a fin de que se refugiara en una vivienda de campo cerca de la región. Pero la traición de un criado logró que cayese a cargo del procónsul de roma Estacio Quadrato. Invitado a protestar de Cristo, el adulto mayor respondió que lo había servido con lealtad a lo largo de 86 años y que no tenía fundamento para protestar de Él exactamente en aquel instante. El relato afirma que fue puesto sobre la hoguera y que pronunció entonces una muy bella plegaria; como las llamas lo respetasen, fue fallecido con una espada. Se ha discutido bastante sobre el año en que Policarpo padeció el calvario; la fecha posible semeja ser el año 156. La Vita Polycarpi de un tal Pionio (no el mártir del año 250), redactada a fines del siglo IV, es en cambio completamente histórica.

Ireneo charla de múltiples proyectos suyas dirigidas a la Comunidad de Asia Menor; de ellas preservamos únicamente la Epístola de Policarpo a los filipenses. Esta epístola forma parte al conjunto de escritos de esos autores que se ha convenido en llamar "Progenitores Apostólicos", pues, pese a formar parte a una generación posterior a la de los apóstoles, estuvieron directa o de forma indirecta con relación a ellos. De aquí la suma importancia histórica y literaria de estos escritos, entre los que la Epístola de Policarpo a los filipenses ocupa un espacio destacable.

La Epístola nos llegó en su artículo heleno original, mutilada de los episodios X, XI, XII y XIV, y en una vieja versión latina completa. Fue redactada hacia el año 120 en contestación a otra epístola el día de hoy perdida mandada por los cristianos de Filipos a Policarpo. Los cristianos de Filipos le notificaban en ella del paso de Ignacio de Antioquía y del escándalo del presbítero Valente, y le rogaban que transmitiese a la red social de Antioquía una carta de ellos y múltiples cartas morales escritas por Ignacio para los cristianos de Esmirna y para nuestro Policarpo.

La contestación, en catorce episodios, tiene carácter fundamentalmente parenético. Expresa, en un estilo simple y plano, una profunda piedad, una enorme tiernicidad y modestia y una destacable sinceridad. Si Policarpo da consejos a los filipenses, a una Iglesia que tiene por guía las normas dirigidas por exactamente el mismo San Pablo, lo realiza únicamente pues se lo pidieron. Policarpo exhorta a los filipenses a ser útil a Dios con toda reverencia, a sostenerse apartados de las críticas de los docetas, que niegan la verdad de la encarnación de Jesucristo; sugiere y exhorta a sus corresponsales al ayuno, a la oración, a la paciencia, a la fe, a la caridad y a eludir la codicia y la idolatría. Cada integrante de la red social debe cumplir a conciencia los deberes propios de su edad y de su estado y entrenar las virtudes escenciales del cristianismo: la fe, la promesa, el cariño.

Una palabra de reprobación se dirige a Valente y a su mujer; acaba asegurando cumplir los pedidos que los filipenses le han confiado y les sugiere a Crescente, el dador de la carta. La vericidad de esta Epístola fué puesta en lona de juicio por el hecho de que da testimonio de la presencia de cartas de Ignacio de Antioquía; los que han creído poder debatir la vericidad de las cartas de Ignacio declaran asimismo apócrifa la de Policarpo. En situación su escrito no muestra ningún elemento sospechoso y es, en sus puntos, un monumento que figura entre los mucho más significativos de la primitiva literatura cristiana.

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