La historia de las civilizaciones está escrita por aquellas personas quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han hecho queel mundo, de una forma u otra,avance.
Ya sea inspirando a otros o siendo parte de la actuación. San Froilán es una de esas personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra consideración debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de San Froilán es comprender más acerca de época determinada de la historia del ser humano.
(Regueiro 2 Hortos, Lugo, 833 - Lugo, 905) Prelado asturleonés. Eremita en el monte Curueño, en el año 900 fue consagrado obispo de León, localidad de la que es patrón.
Varios datos sobre su historia fueron populares merced al hallazgo de un artículo biográfico intercalado en una Biblia gótica del año 920, redactada por Juan Diácono y preservada en el fichero de la catedral de León. San Froilán inició próximamente la vida eremítica, que alternó con la evangelización del campesinado y la predicación en distintas ciudades de Galicia, Asturias y León. Retirado en el monte Cucurrino (de hoy Curueño), aceptó como acólito a San Atilano (futuro obispo de Zamora), y, a solicitud de sus feligreses, se instaló en la localidad de Viseo, donde creó un monasterio.
Fue en este rincón donde San Froilán recibió a los embajadores del rey Alfonso III de Asturias, quien requería su presencia en la Corte de Oviedo. Una vez en esta localidad, el monarca le dio extensos poderes y costeó la fundación de distintos monasterios, entre ellos el de Távara y el de Moreruela, los dos en Zamora. Debido a la presión del rey y de los leoneses, aceptó la sede episcopal de León. San Froilán y San Atilano fueron consagrados el día de la Pascua de Pentecostés del año 900 como obispos de León y de Zamora, respectivamente, acto que se realizó en la primitiva catedral leonesa siguiendo el rito mozárabe.
Sus restos fueron depositados en un sepulcro que Alfonso III había hecho labrar para sí mismo en la catedral de Santa María y San Cipriano de León, de donde fueron trasladados en 916 por orden de Ordoño II a la novedosa catedral. Cuando Almanzor saqueó la localidad (990-992), las reliquias del santurrón fueron a parar, tras recorrer distintos monasterios asturianos, a la iglesia de San Juan de Valdecésar, y de allí pasaron, sin que se sepa el fundamento, al monasterio cisterciense de Moreruela.
Los leoneses, que consideraron este traslado como un desposeo, pidieron en 1191 la mediación del legado papal Jacinto, merced a la que los restos lograron ser delegados. En 1614, el consistorio lugués acordó pedir a Moreruela alguna reliquia, solicitud que fue contestada con el envío de una tibia y unos anatómicos que continúan preservados en un brazo relicario. Fue proclamado patrono de Lugo y de León; su celebración se festeja el 5 de octubre.
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