Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la relevancia que atesoró San Antonio de Padua en la historia. La manera en que vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que estuvo en la tierra fue decisivo no sólo para aquellas personas que conocieron a San Antonio de Padua, sino que posiblemente produjo una señal mucho más honda de lo que podamosimaginar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a San Antonio de Padua personalmente.San Antonio de Padua ha sido uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas relevantes como San Antonio de Padua, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa sustancial para que seamos capaces de apreciar no sólo la vida de San Antonio de Padua, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por San Antonio de Padua, aquellas personas a quienes de de una u otra forma San Antonio de Padua influyó, y ciertamente, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió San Antonio de Padua.
Las biografías y las vidas de personas que, como San Antonio de Padua, seducen nuestra atención, deben servirnos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de San Antonio de Padua, el motivo por qué San Antonio de Padua vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma inevitable, la historia.
(Lisboa, hacia 1195 - Arcella, al lado de Padua, 1231) Santo franciscano de origen portugués, sacerdote y doctor de la Iglesia. Su nombre de nacimiento era Fernando Martins; era hijo primogénito de Martín de Alfonso, caballero portugués descendiente de nobles franceses (los Bouillon), y de María Taveira.
Estudió en la escuela catedralicia, donde un tío de el era maestrescuela; después, cerca de 1210, ingresó en el monasterio de canónigos regulares de San Agustín de San Vicente de Fora, cerca de Lisboa. Allí tuvo como profesores al propio prior, Pedro, y a un hombre de extensos entendimientos como Petrus Petri. Pero su familia y amigos no admitieron su vocación y trataron de hacerle dejar.
Para eludir estas presiones renunció a la herencia familiar y se trasladó en 1212 al monasterio de Santa Cruz de Coimbra, esencial centro de enseñanza religiosa que tenía una enorme biblioteca. En este otro sitio recibió la predominación de la escuela teológica de San Víctor (París) mediante instructores que habían estudiado allí. Tampoco en Coimbra halló calma, ya que el monasterio se vio perjudicado por el combate entre el rey Alfonso II de Portugal y el papa Inocencio III: su prior, Juan, fue excomulgado por respaldar al monarca portugués.
Hacia 1219, fecha en que probablemente era ahora sacerdote, conoció a la pequeña red social franciscana de Coimbra, establecida antes en el eremitorio de Olivais, y se sintió atraído por su modo de vida fraterno, evangélico y en pobreza. Cuando poco después llegaron a su monasterio restos de los primeros mártires franciscanos, fallecidos en Marrakech, decidió entrar en la novedosa orden, que gracias a su reciente creación aún se encontraba poco popularizada y carecía del prestigio que alcanzaría mucho más adelante. Fray Juan Parenti, provincial de España, encabezó la fácil liturgia de toma de hábito franciscano (verano de 1220), donde cambió el nombre de Fernando por el de Antonio (el eremitorio de Olivais se encontraba destinado a San Antonio Abad), símbolo de su cambio de vida.
Tras un corto noviciado, y también impulsado por el ejemplo de los mártires franciscanos, semeja que en otoño de ese año embarcó hacia Marruecos adjuntado con otro hermano de orden, fray Felipe de Castilla, para lograr él mismo el calvario. Sin embargo, al poco de desembarcar contrajo la malaria, patología que le dejaría consecuencias para toda la existencia; convaleciente todo el invierno, se vio obligado a dejar el país.
Su intención era en este momento llegar a las costas españolas y desde ellas regresar por tierra a Portugal, pero una tempestad llevó el barco en que viajaba hasta Sicilia. Permaneció cierto tiempo en Milazzo (costa nordeste de la isla), donde había una red social franciscana, para llenar su restauración. En junio de 1221 asistió al capítulo de su orden en Asís ("capítulo de las Esteras", que convocó a tres mil franciscanos); allí conoció a San Francisco de Asís y decidió no regresar a Coimbra para ponerse al servicio de fray Gracián, provincial de la Romaña (circunscripción franciscana que englobaba todo el norte de Italia).
Fray Gracián lo envió en el transcurso de un año al eremitorio de Montepaolo (cerca de Forli) a fin de que se fortaleciese antes de encomendarle alguna misión de apostolado. A mediados de 1222, ahora con buena salud, San Antonio de Padua predicó en la catedral de Forli (sin haber listo antes sus expresiones, pero con enorme hondura) con motivo de unas ordenaciones de franciscanos y dominicos.
Su provincial le nombró predicador y le encargó ejercer su ministerio por todo el norte de Italia, donde se extendía por varios sitios el catarismo. Recorrió de esta forma, enseñando, varios sitios. Su tarea catequética en Rímini en 1223, por servirnos de un ejemplo, fue bien difícil, pero sus exhortaciones y discusiones públicas terminaron teniendo éxito, consiguiendo transformar entre otros muchos a Bononillo, obispo cátaro. A finales del actual año o principios de 1224 estuvo asimismo en Bolonia, enseñando teología a otros monjes franciscanos en el convento de Santa María de la Pugliola; fue el primer profesor de la orden, recibiendo para esto el permiso de San Francisco, que le escribió una carta llamándole "mi obispo".
Hacia 1224 o 1225, sus superiores lo trasladaron al sur de Francia, donde los albigenses tenían mucho más fuerza que en Italia. Su procedimiento para batallar la herejía consistió en llevar una vida ejemplar, en hablas con los no fieles y en catequesis para hacer mas fuerte la fe de los cristianos. Prosiguió su enseñanza teológica en Montpellier (donde se formaban los franciscanos y dominicos que iban a predicar en la zona) y Tolosa (localidad con fuerte presencia albigense), aparte de ser guardián del convento de Le Puy-en-Velay (al oeste de Valence y Lyon) y, desde el capítulo de Arlés de 1225, custodio de Limoges. Como tal estableció la vivienda de los franciscanos de la región en una vieja ermita benedictina y creó un convento cerca de Brieve.
A finales de 1225 participó en el sínodo de Bourges, que examinó la situación de la zona. San Antonio de Padua apuntó a los obispos la necesidad de vivir simplemente para ofrecer ejemplo; el obispo de Bourges, Simón de Sully, respondió a sus expresiones y aplicó en lo sucesivo la reforma de prácticas, ayudándose de franciscanos y dominicos para la evangelización de su diócesis.
La desaparición de San Francisco el 3 de octubre de 1226 le forzó a viajar a Asís, como custodio de Limoges, para ayudar al capítulo general que debía escoger nuevo ministro general; éste sucedió el 30 de mayo de 1227, siendo escogido fray Juan Parenti. Buen conocedor de la valía de Antonio, le nombró provincial de Romaña. Muy amado por sus monjes, San Antonio de Padua recorrió los sitios de su provincia donde había conventos franciscanos; uno fue Vercelli, donde predicó en la catedral con enorme encontronazo y conoció al teólogo y canónigo regular Tomás Galo.
Asimismo por entonces debió estar a lo largo de estancias largas en Padua, donde creó una escuela de franciscanos y empezó a redactar una secuencia de sermones. Fruto de su tarea fue el incremento de las metas de predicación y la fundación de varios conventos. En el capítulo general de 1230, reunido con motivo del traslado de los restos de San Francisco a su basílica de Asís, solicitó a Parenti que le retirase el cargo, gracias a su mala salud.
El general aceptó su renuncia en lugar de ser parte de una comisión que debía enseñar al papa Gregorio IX múltiples cuestiones sobre la regla franciscana que el pontífice debía estudiar y aprobar. Ante él y la curia romana predicó por entonces Antonio, siendo escuchado con entusiasmo: el papa lo llamó "Arca del Testamento". Es viable que colaborase en la redacción de la bula Quo elongati, contestación a los inconvenientes planteados por la orden al pontífice.
Después marchó al que sería su último destino, Padua, donde se entregó con tal ardor que en lo sucesivo a su nombre quedaría asociado el de la región: Antonio de Padua. Se instaló primero en la capilla de la Arcella, al lado del convento de clarisas, pero acostumbraba a predicar en el convento franciscano de Santa María, extramuros de la región.
San Antonio de Padua escribió, por solicitud del cardenal Rinaldo Conti (el futuro Alejandro IV), una sucesión de sermones según las fiestas del año litúrgico y predicó hasta el agotamiento la Cuaresma de 1231; a sus sermones diarios asistió una gran parte de la localidad y logró del Consejo Mayor de la región la liberación de los deudores presos por no tener medios con qué abonar sus deudas (origen del "Estatuto de San Antonio"). Poco después, el podestá Esteban Badoer le suplicó que solicitase al poderoso Ezzelino IV da Romano la liberación de múltiples nobles paduanos que tenia presos; así, viajó a Verona y se entrevistó con Ezzelino, supuestamente sin éxito, más allá de que unos meses tras la desaparición de Antonio terminaría por ceder.
En mayo, habiendo empeorado su salud por el viaje, se retiró al próximo sitio de Camposampiero para reposar y finalizar de redactar los Sermones. Pero la multitud tuvo conocimiento del rincón en que se encontraba y asistió en masa a oírle y solicitarle consejo. El viernes 13 de junio padeció un colapso y, frente al próximo fin, solicitó que le trasladasen a Padua. Así se realizó, si bien para eludir las multitudes se detuvieron en la Arcella, donde murió Antonio esa tarde tras recibir la extremaunción y recitar los cánticos penitenciales. No tenía aún 40 años, y había ejercido su intensa predicación poco mucho más de diez.
Orador sagrado, principal creador de fraternidades y de cofradías, teólogo y hombre de gobierno, San Antonio de Padua dejó múltiples tratados de mística y de ascética; sus sermones fueron publicados. Un año tras su muerte fue canonizado, y su culto, muy habitual, se generalizó desde el siglo XV. Su representación mucho más importante hay que a Goya, quien lo plasmó en los frescos de la Ermita de San Antonio de la Florida. Fue proclamado doctor de la Iglesia en el año 1946 por el papa Pio XII; su celebración se festeja el 13 de junio.
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