Samuel Fuller

Las biografías y las vidas de personas que, como Samuel Fuller, seducen nuestro interés, tienen que servirnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Samuel Fuller, el motivo por el cual Samuel Fuller vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Samuel Fuller

(Samuel Michael Fuller; Worcester, 1911 - Los Ángeles, 1997) Escritor, escritor de guiones y director estadounidense. Iniciado como periodista, resaltó por su cine de acción, dotado de un enorme sentido narrativo (Casco de acero, 1950; Corredor sin retorno, 1963; Muerte de un pichón, 1973; Los ladrones de la noche, 1984; Calle sin retorno, 1989). Fue además de esto creador de las novelas Battle royal (1984) y Pecos Bill and the Soho Kid (1986), por ejemplo.

Tras una niñez dura y llena de privaciones, a los quince años trabajó como vendedor de periódicos y efectuó trabajos de ayudante de redacción en el períodico New York Journal. En 1929 ingresó como redactor en el New York Graphic, y poco tiempo después formó una parte de la plantilla de articulistas del periódico San Diego Sun, como notero de hechos y temas delincuentes. Fuller alternó ahora entonces su tarea periodística con la de escritor de cuentos y novelas policiacas; entre los títulos mucho más esenciales de esa temporada resaltan Burn, baby, burn (1935), Test tube baby (1936) y The dark page (1944).

Desde 1936 cooperó en varios guiones cinematográficos, singularmente de temática policiaca. Durante la Segunda Guerra Mundial fue notero de guerra, luchó en África y Europa y recibió múltiples medallas. Su experiencia en el frente quedó reflejada en un libro transformado entonces en la película Uno colorado, división de choque (1980), considerada de forma frecuente su pieza maestra. Después de la guerra regresó a Hollywood y dirigió su primer largometraje, Balas vengadoras (1949), en el que trazó un espeso retrato de Bob Ford, el hombre que mató a Jesse James.

Desde sus principios su filmografía estuvo compuesta por títulos sólidos y importantes como Casco de acero (1950) y Bayonetas caladas (1951), grabes bélicos totalmente apartados del triunfalismo de la temporada que resaltaban los puntos menos heroicos de la guerra. Su thriller Manos peligrosas (1952), en el que relató la crónica de un ladrón de bajos vuelos (Richard Widmark) implicado de forma involuntaria en una trama de espionaje de la guerra fría, le valió el aplauso de la crítica y certificó su valía para el cine de acción. Le prosiguieron otros grabes relevantes como La casa de bambú (1955), Yuma (1956) y Underwold USA (1960).

Para Corredor sin retorno (1963), una singular incursión en el planeta de la psiquiatría, su experiencia como periodista le valió para imprimir verismo a la crónica de un notero que se hace pasar por alienado mental para internarse en un siquiátrico y también investigar la desaparición de entre los pacientes. La marginalidad aparecía en películas como Una luz en el hampa (1964), en que una vieja prostituta procura rehacer su historia en el hospital infantil de una pequeña ciudad. La narrativa de Samuel Fuller resultaba de enorme manera robusta y activa desde el criterio cinematográfico, pero en los mensajes tendió a la ambigüedad o a la sepa absoluta de respuestas, limitándose a enseñar diferentes perspectivas en temas controvertidos como el racismo, la crueldad, la marginación popular o la corrupción de la política.

Por este motivo no llama la atención que Fuller no en todos los casos se moviese con sencillez en el planeta de los enormes estudios, y que al principio de los sesenta resolviese fundar su productora a fin de conseguir mayor independencia creativa. La actitud siempre y en todo momento extremista y también individualista del creador le valió no escasas críticas y adversidades con la industria de Hollywood, que acabaría por cerrarle la puerta. Para la historia del cine quedan las polémicas de Casco de acero, por la que fue calificado de comunista, y La casa de bambú, por la que fue tachado de antiamericano por el hecho de que la estrella femenina escoge por pareja a un japonés y no a un estadounidense. Las acusaciones de racismo que recibió por El perro blanco (1982), película que era exactamente un alegato antirracista, le eligieron a exilarse en Francia, donde ahora previamente había cooperado con Jean-Luc Godard en Pierrot le fou (1965).

Mientras que en su país directivos de renombre demandaban para él un puesto de honor en la historia del cine, Fuller prefirió, gracias a estas desavenencias, formar parte como actor en las producciones extranjeras que le resultaban de interés. Apareció en La vida de bohemia, de Aki Kaurismaki; en Helsinki-Náploles: todo en una noche, de Mika Kaaurismaki; en Alguien a quien querer y Sons, de Alexandre Rockwell, y en la película El fin de la crueldad (1982), de Wim Wenders, a cuyas órdenes ahora se había puesto en El amigo americano (1977). En 1996 fue el personaje principal de un reportaje biográfico que se titula La máquina de redactar, el rifle y la cámara de cine, en referencia a sus tres pasiones vitales.

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Por ese motivo, si eres de aquellos que confían en que de forma colaborativa se puede crear algo mejor, y posees información acerca de la existencia de Samuel Fuller, o sobre algún detalle de su personalidad u creación que no se contemple en esta biografía, te solicitamos que nos lo envíes.

Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son en todos los casos importantes, ya que marcan la diferencia, y en el tema de la vida de alguien como Samuel Fuller, que detentó su significación en un momento concreto de la historia, es vital intentar brindar un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

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