Samuel Barber

La historia de la civilización la escriben las mujeres y hombres quea lo largo del tiempo, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han ocasionado queel mundo, de un modo u otro,prospere.

Ya sea inspirando a otras personas o siendo parte de la actuación. Samuel Barber es una de esas personas cuya vida, realmente, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Samuel Barber es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia del género humano.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Samuel Barber, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa esencial para que podamos valorar no sólo la existencia de Samuel Barber, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Samuel Barber, personas a quienes de un modo u otro Samuel Barber influenció, y por supuesto, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Samuel Barber.

Las biografías y las vidas de personas que, como Samuel Barber, atraen nuestra atención, deben ayudarnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Samuel Barber, porqué Samuel Barber vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Samuel Barber

(West Chester, 1910 - Nueva York, 1981) Compositor estadounidense. A los once años mostró su precoz talento musical al redactar la opereta The Rose Tree. Sus tíos, la artista Louise Homer y el compositor Sidney Homer, le animaron a ocuparse a la música en hondura. Entre 1924 y 1932 estudió en el Curtis Institute de Filadelfia con Isabelle Vengerova (piano), Emilio de Gogorza (canto) y Rosario Scalero (composición). En este centro fue instructor de orquestación entre 1938 y 1942. En 1928 trabó amistad con Gian Carlo Menotti, quien influiría más tarde en su trayectoria compositiva.

Pasó unos años en Europa y fue en el viejo conjunto de naciones donde tomó contacto con la música de los articulo-románticos. Amplió sus estudios de canto y dirección orquestal en Viena con John Braun y, desde la década de los años 30, empezó a cantar como barítono profesional. Durante su corta carrera como artista efectuó la grabación de su serie de canciones Dover Beach, fundamentadas en contenidos escritos de Matthew Arnold, por la que recibió calurosos encomios.

En 1928 le fue concedido su primer galardón como compositor: el premio Bear por su Sonata para Violín. Tres años después, Samuel Barber volvió a ganar el mencionado premio con su obertura The School for Scandal. En 1934 le fue concedido el Premio de Roma, que le permitió pasar un par de años en la ciudad más importante italiana. Allí escribió su Symphony in One Movement, estrenada en el Festival de Salzburgo en 1937.

En 1938, Arturo Toscanini dirigió en Nueva York su primer Ensayo para orquesta (1937) y su Adagio para cuerda (extracto del Cuarteto para cuerda op.11, de 1936), interpretados por la Orquesta Sinfónica de la NBC. En plena contienda mundial, adquirió al lado de Menotti la vivienda de campo "Capricorn", que se transformaría próximamente en vez de asamblea para intelectuales y artistas. En ese periodo compuso su Segunda Sinfonía -un encargo del ejército del aire americano-, tal como su Concierto para Violonchelo y la canción orquestal Knoxville: Summer of 1915.

En 1946, solamente terminar la Segunda Guerra Mundial, Samuel Barber escribió el ballet Medea por encargo de la bailarina y coreógrafa Martha Graham. También recibió un encargo para festejar el 25º aniversario de la Liga Americana de Compositores que se materializó en su Sonata Para Piano (1949), estrenada por Vladimir Horowitz. Incursionó en el campo de la ópera con Vanessa, estrenada en 1958 en el Metropolitan Opera de Nueva York y ganadora de un Premio Pulitzer.

4 años después, su Concierto para Piano le logró ganar su segundo Pulitzer. En 1966 le fue encargada Anthony and Cleopatra, ópera sobre el tormentoso idilio de Marco Antonio y la reina Cleopatra que prosiguió fielmente el artículo de la catástrofe homónima de Shakespeare; fue estrenada a lo largo de la inauguración de la novedosa Metropolitan Opera en el Lincoln Center. A partir de ese instante, Barber padeció crisis depresivas que mermaron su imaginación y que le llevaron a concentrarse en la música vocal de pequeño formato, más allá de que en este periodo logró redactar la cantata llamada The Lovers y una parte de un concierto para oboe antes de fallecer en 1981. En 1976 se le había concedido la medalla de oro de música en la American Academy and Institute of Arts and Letters, como reconocimiento a su provechosa carrera.

Samuel Barber fue un compositor entusiasmado en arrimar la música letrada a franjas mucho más extensas de la población. A diferencia de sus contemporáneos, no se preocupó bastante por las técnicas musicales de vanguardia. Su lenguaje es expresivo y lírico y se apoya en el sistema tonal de finales del siglo XIX, más allá de que incorporó ciertos elementos como el cromatismo y la ambigüedad tonal desde la década de 1940. Tampoco prestó particular atención a elementos de la civilización musical de norteamérica como el folk o el jazz, tan usados por otros músicos estadounidenses de la talla de Aaron Copland o Marc Blitzstein. Sólo en varias de sus proyectos, como Excursions o Knoxville: Summer of 1915, podemos encontrar ritmos populares americanos como el blues.

La producción de Barber comprende casi todos los géneros, más allá de que su enorme interés por la voz humana le llevó a redactar varias proyectos vocales fundamentadas en contenidos escritos de escritores como Joyce, James Stephens, Emily Dickinson o Rilke. Su período de canciones Despite and Still op. 41 está destinado a la soprano Leontyne Price y se identifica por sus usuales alusiones a la soledad y a la melancolia del amor perdido mediante armonías ricas en cromatismos y discordancias.

Entre las primordiales especificaciones de la música de Barber es su empleo de largas líneas melódicas, lo que se advierte con perfección en su célebre Adagio para cuerdas, una página compuesta en 1936. En sus proyectos orquestales frecuenta otorgar las partes solistas a los instrumentos de viento-madera, aparte de emplear de forma frecuente un lenguaje contrapuntístico de enorme fluidez y una orquestación de enorme colorido.

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