Robert Huber

Ya sea inspirando a otras personas o siendo una pieza esencial de la acción. Robert Huber es uno de esos sujetos cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra consideración por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Robert Huber es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia del ser humano.

Conocer las luces y las sombras de las personas significativas como Robert Huber, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo esencial para que podamos valorar no sólo la vida de Robert Huber, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Robert Huber, personas a quienes de de una u otra forma Robert Huber influenció, y sin duda, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Robert Huber.

Vida y Biografía de Robert Huber

(Múnich, 1937) Químico alemán. En 1988 recibió el premio Nobel de Química, al lado de Deisenhofer y Michel, por desentrañar la composición completa, átomo por átomo, de la proteína que estaba en la base del desarrollo de fotosíntesis bacteriana, con la capacidad de transformar la energía radiante en energía química. La mayor una parte de su trabajo estudioso se desarrolló en su laboratorio, donde estudió, primordialmente, los métodos de cristalización de las proteínas. También logró utilizar al planeta de la química los resultados positivos de la informática al hacer distintas programas tanto para la cristalización de las proteínas para la mejor administración de los datos conseguidos.

Robert Huber nació en una familia modesta de Múnich antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Las interrupciones en su educación, provocadas por el conflicto armado, no se solucionaron hasta el año 1947, en el momento en que empezó de forma determinante sus estudios en el Humanistische Karls-Gymnasium de su localidad natal. Allí resaltó por sus buenas puntuaciones, pero más que nada por su afán de estudio. A esa temprana edad ahora empezó a interesarse por el planeta de la química, si bien de forma básica y con un estudio prácticamente autodidactico.

En el año 1956 abandonó el Gymnasium para estudiar química en la Technische Hochschule de Múnich, institución que con el pasar de los años adquirió el rango universitario. Allí probó una sencillez inusual para la química; completó la licenciatura en solamente 4 años. Por su increíble expediente académico recibió una beca del Bayerisches Ministerium für Erziehung und Kultur, y otra posterior del Studienstiftung des Deutschen Volkes. Ambas aportaciones económicas supusieron el impulso definitivo a fin de que pudiese desarrollar sus primeras indagaciones en el campo de las ciencias químicas.

En la Escuela Técnica tuvo el honor de formarse con ciertas figuras resaltadas: fue alumno de catedráticos como W. Hieber, Y también. O. Fischer, F. Weygang, G. Joos y G. Scheibe. Terminada su licenciatura, decidió doctorarse, para lo que empezó a ayudar en el laboratorio de W. Hoppe, donde debía desarrollar las indagaciones primordiales para la redacción de su proposición. Inicialmente su estudio se centró en un análisis cristalográfico de la metamorfosis en la hormona ecdisona de los insectos. Mientras desarrollaba estos ensayos logró conocer el peso molecular de esa hormona y su viable naturaleza esteroide.

Frente a la intensidad de sus descubrimientos, debió recibir el acompañamiento del laboratorio de Karlson, en el Instituto de Física y Química de la Universidad de Múnich. Debido a lo asombroso de los resultados que se consiguieron, Huber decidió mudar el tema de su investigación y dejar para después el estudio terminado de la hormona ecdisona. Así, en 1963, acabó de redactar su proposición sobre la composición cristalizada de un diazocompuesto, que fue aprobada por el tribunal de la Universidad de Múnich.

Más tarde, Huber se unió a Hoppe para intentar desentrañar de forma determinante los datos de la hormona ecdisona. Si bien la investigación era esencial, lo mucho más importante fue la confirmación de la viabilidad de la cristalización. A partir de ese instante, los dos estudiosos sostuvieron una increíble relación de colaboración, que dio como resultado la descripción de distintas elementos orgánicos y el avance metódico de las técnicas de investigación de Patterson. En el año 1967, los dos estudiosos se unieron a Braunitzer, que procuró poder la cristalización de la proteína eritrocruorina de los insectos.

En 1970 comenzó sus indagaciones sobre el inhibidor de la tripsina pancreática, en esta ocasión sin ayudantes. Este estudio, que no alcanzó importancia hasta años después, se transformó en un modelo de cara al desarrollo de la proteína NMR en las activas moleculares y en los estudios experimentales de los pliegues. Durante este intérvalo de tiempo de tiempo, empezó a investigar las enzimas proteolíticas y sus inhibidores naturales. Además, logró prolongar este conocimiento a otras clases distintas de inhibidores, a las proteasas, sus proenzimas y a la dificultad que existe entre ellas.

Durante todos estos años efectuó sus indagaciones al lado de parte importante de los mucho más renombrados científicos alemanes y también de todo el mundo. La dificultad de los estudios que desarrollaba y los triunfantes desenlaces de exactamente los mismos hicieron que, en el año 1971, se le ofreciera desde la Universidad de Basilea un puesto en su departamento de composición biológica, el Biozentrum, y en la Fundación Max Planck. Al mismo tiempo se le dio la posibilidad de sostener la dirección del Instituto Max Planck de Bioquímica, iniciativa que no ha podido negar. De esa forma, Huber se halló en entre los departamentos químicos mucho más esenciales de todo el mundo, más allá de que en esos instantes solamente tenía treinta y 4 años.

Durante la sección primera de la década de los setenta centró sus ensayos en el análisis de las inmunoglobinas y sus extractos, en un anticuerpo intacto y su fragmento FC. Además, en colaboración con otros científicos de su departamento logró investigar la composición molecular, por vez primera en la historia, de una glucoproteína. Su estudio se extendió al análisis de otros elementos, como las proteínas que interactuaban con las inmunoglobinas y las proteínas complementarias. En esta temporada asimismo trabajó sobre una pluralidad de enzimas, lo que le llevó a la aclaración de la función que hacía el selenio en la glutatión peroxidasa.

Por otra sección, en colaboración con Remington y Wiegand determinó la composición de la citrato sintetasa en distintas estados de ligazón. Por último, al lado de Ladenstein estudió un enorme complejo multienzima, la riboflavina sintasa pesada. Huber no olvidó en ningún instante a la Universidad de Múnich, que le había abierto las puertas de todo el mundo científico, con lo que, en el momento en que en 1976 se le ofreció una cátedra allí, no vaciló en admitir dicho puesto.

La llegada de la década de los ochenta supuso para Huber el reconocimiento mundial de su trabajo y el de sus incontables ayudantes. A lo largo de su meteórica carrera científica, había logrado consolidarse como de los mejores expertos en la utilización de la técnica de difracción de rayos-X. Esta técnica renovadora era primordial para la determinación de la composición de las moléculas complicadas como las proteínas, tema primordial de investigación de Huber desde 1971. Una vez que logró aislar una proteína en su forma cristalizada pura, Huber ha podido revisar que su composición atómica podía ser deducida a través del análisis de la forma en la que el átomo de cristal extendía un haz de rayos X. Huber continuó con sus indagaciones de las proteínas centrándose en la excitación energética y en la transferencia de electrones, desarrollo que era popular como "centro de reacción".

En 1985 iba a poder su mayor jalón en el planeta científico al desentrañar, al lado de Hartmut Michel y Johann Deisenhofer, la composición completa de la proteína que está en la base del desarrollo de fotosíntesis de determinadas bacterias, con la capacidad de transformar la energía radiante en energía química. Huber, al lado de sus ayudantes, usó la técnica de los rayos X de defracción para lograr poder su propósito. A pesar de que la fotosíntesis bacterial era algo mucho más fácil que la que se generaba en las plantas, el hallazgo de los tres científicos suponía una mejor entendimiento de la fotosíntesis generalmente.

La relevancia de este hallazgo, aparte de la enorme tarea científica que llevaban a sus espaldas, les logró merecedores del Premio Nobel de Química en el año 1988. La importancia del premio ha servido de acicate para el laboratorio de Huber, que más tarde han continuado con sus indagaciones químicas y con el avance de los métodos ideales para el análisis científico.

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