Roald Dahl

La historia de las civilizaciones la escriben aquellas personas quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho queel mundo, de un modo u otro,prospere.

Ya sea inspirando a más personas o tomando parte de la acción. Roald Dahl es uno de esos sujetos cuya vida, realmente, merece nuestro interés debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Roald Dahl es conocer más sobre una época concreta de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la relevancia que tuvo Roald Dahl en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo mientras permaneció en este mundo fue determinante no sólo para las personas que trataron a Roald Dahl, sino que quizá dejó una huella mucho más insondable de lo que podamosimaginar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Roald Dahl de forma personal.Roald Dahl fue una de esas personas que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Vida y Biografía de Roald Dahl

(Llandaff, 1916 - Oxford, 1990) Escritor británico popular singularmente como creador de narraciones infantiles y juveniles, a pesar de que su producción para mayores fue asimismo de considerable calidad. Muchos de sus cuentos se convirtieron en películas de enorme éxito en todo el mundo.

Su padre, de origen noruego, murió en el momento en que el futuro escritor solo tenía tres años. Esta desaparición dejó en apuros económicos a la familia, que tuvo que moverse a una vivienda mucho más pequeña. La madre prefirió proseguir viviendo en Inglaterra antes que regresar a Noruega, cumpliendo con esto el deseo de su marido de educar a sus hijos en academias británicas.

Fue exactamente la rigurosa educación inglesa, que incluía fuertes castigos, lo que menos gustaba al pequeño Roald. Sus instantes mucho más contentos los vivía en verano, en el momento en que viajaba con su madre y sus hermanos a Noruega. No relució singularmente en sus estudios, si bien resaltó en ocupaciones deportivas como el boxeo.

Mucho más entusiasmado por la acción y la aventura que por el ahínco intelectual, al cumplir los dieciocho años se realizó explorador, en vez de inscribirse en la Universidad, como deseaba su madre. Luego trabajó como vendedor hasta el momento en que, a los veintitrés años de edad, se alistó como aviador para combatir en la Segunda Guerra Mundial, y sirvió en las Fuerzas Aéreas Reales en Libia, Grecia y Siria. En las campañas del conjunto de naciones africano su avión fue alcanzado en múltiples oportunidades por los tiros del enemigo, y en una ocasión llegó a ser derruido. Dahl salvó la vida de milagro, si bien tenía lesiones tan graves que fue enviado a casa.

Su primera recopilación de cuentos (Over to You; diez Stories of Flyers and Flying, 1946) evocaría los horrores vividos en la guerra. Recuperado de sus lesiones, en 1942 fue designado a Washington como especialista en temas de aviación de guerra; hasta 1945 trabajó para la Seguridad británica en Estados Unidos. Fue allí donde comenzó a hacerse popular como escritor, al ponerse a narrar en periódicos y gacetas su visión de la guerra.

Dahl alternó de forma temprana estas ocupaciones con su dedicación a la literatura infantil y juvenil, que se intensificaría desde la década de los sesenta. Casado en 1953, fue padre de 4 hijos a los que habituaba a contar cuentos que de manera frecuente se transformaban en novelas. Su primer libro para pequeños había sido Los gremmlins (1943). Pronto consiguió enormes éxitos con títulos como James y el melocotón enorme (1961) y Charlie y la factoría de chocolate (1964).

Por esa temporada padeció asimismo graves reveses: vio fallecer a su pequeña hija Olivia en 1962, y, tres años después, su mujer Patricia Neal padeció una dañina patología que estuvo a puntito de dejarla ciega y también inválida. Para colmo de males, su hijo Theo padeció un grave incidente de carretera que le ocasionó daños en el cerebro en el momento en que solo tenía tres años. Dahl pasó varios meses haciendo un trabajo en una válvula particular que servía para sacar líquidos de la cabeza de su hijo y dejaba a este vivir con normalidad, sin la necesidad de mantenerse conectado a una máquina.

Pese a estas desgracias, Dahl logró salir adelante y continuó escribiendo proyectos que le hacían poco a poco más popular en el mundo entero. Con Matilda, uno de sus últimos libros (transformado asimismo en película de enorme éxito), batió todos y cada uno de los records de ventas. No hay que olvidar, no obstante, la relevancia de su narrativa para mayores, donde cultivó diversos géneros. También fueron usuales sus colaboraciones con el cine; escribió, entre otros, múltiples guiones para la serie de películas de James Bond.

La obra de Roald Dahl

Si bien es recordado en especial por sus narraciones para pequeños y jóvenes, Roald Dahl escribió varias proyectos para mayores de indudable interés y calidad, entre aquéllas que se destaca Relatos de lo inesperado, una muy, muy brillante compilación de cuentos de intriga y humor negro. Mi tío Oswald (1979) se encuentra muy próximo a la ficción futurista: tiene que ver con la venta de espermatozoides de los hombres mucho más refulgentes del mundo. Otras proyectos resaltadas fueron La venganza es mía, Génesis y catástrofe, Historias poco comúnes y El enorme cambiazo. Sobresalió en especial en el cuento corto, con historias mordaces y también impresionantes rayanas en la irrealidad y lo morboso o macabro habitualmente; en ellas creó un tiempo amenazante, extraño, relacionado a la irracionalidad, mezclando agudamente el humor negro con el suspense.

No obstante, en sus historias para jóvenes late la fábula ética. Algunas de sus proyectos en el campo de la narrativa infantil y juvenil están consideradas entre las mejores de siempre. De hecho, sus cuentos agradan tanto a los pequeños como a los mayores, puesto que, en la mitad de sus historias protagonizadas por jóvenes, hay humor y crítica a la sociedad moderna. Junto a la magia y la fantasía, en sus libros hace aparición asimismo la maldad y otros defectos del humano.

Charlie y la factoría de chocolate (1964) fue la novela que le logró popular entre los jóvenes de todo el planeta; llegó aun a ser escogida número uno en una encuesta efectuada por el respetado períodico Sunday Times para escoger las diez mejores proyectos infantiles. En Charlie y el ascensor de cristal continuó con exactamente el mismo personaje. Otros libros insignes son James y el melocotón enorme (1961), que cuenta la crónica de un niño huérfano que vive con sus malvadas tías; Las brujas, que cuenta el combate de un niño y su abuela con la horrible Asociación de Brujas de Inglaterra; y Los necios, que recopila historias de una pareja de viejos refunfuñones que detestan a los pequeños.

Creador prolífico, la lista de proyectos recordables es extensísima: Danny, el vencedor de todo el mundo, El dedo mágico o la citada Matilda, la crónica de una pequeña enamorada de los libros. Las novelas Boy y Volando unicamente se apoyaron en la vida del propio creador. Y todavía meritan destacarse Qué asco de bichos, El superzorro, La extraordinaria medicina de Jorge, El enorme enorme bonachón, Cuentos en verso para pequeños malvados, El vicario que charlaba del revés, Mi año, Los Mimpis y Agu Trot.

Charlie y la factoría de chocolate

Conmemorada como la mejor novela juvenil del creador, Charlie y la factoría de chocolate se publicó en 1964 y tuvo un increíble éxito: se han vendido mucho más de 13 millones de ejemplares en el mundo entero y fué traducida a 32 lenguas. Su perdurable popularidad señala lo bien que el creador entendió, apreció y se comunicó con los mucho más jóvenes. En datas mucho más recientes, la versión cinematográfica de Tim Burton (2005) ha contribuido a publicar la obra entre las novedosas generaciones.

El personaje principal, el pequeño Charlie Bucket, vive con sus progenitores y sus abuelos. Desde el principio, la pobreza se aprecia en todos y cada rincón de la vivienda: en la sopa aguada que comen, en la carencia de trabajo de su padre... El sórdido panorama que se detalla no deja de semejarnos, con todo, entrañable: pese a las adversidades, es un hogar en el que fluyen el cariño, el respeto y la sinceridad.

Desde la ventana que hay al lado de su cama, Charlie ve la enorme y enigmática factoría de sus chocolates preferidos; viéndola reitera las fabulosas historias que su abuelo (que había trabajado en ella) le ha contado. Nadie entra en la factoría ya hace décadas; solo van camiones con mercancías.

Un día Willy Wonka, el dueño, comunica que en el envoltorio de cinco tabletas de chocolate se oculta una lámina dorada que dejará el ingreso a la factoría, y que cinco pequeños con cinco acompañantes mayores van a poder conocer el sitio que genera los chocolates mucho más ricos de todo el mundo. Como absolutamente nadie conoce la factoría de Wonka, el certamen excita la curiosidad de la población, necesitada de sueños y fantasías que la salven de la mediocridad que la circunda.

Entre los triunfadores es Charlie; visita la factoría con su abuelo y con los otros 4 afortunados. Si bien Charlie es buen niño, a los sobrantes que alcanzan ingresar en los dominios de Willy Wonka los dominan los peores vicios de la raza humana. Augustus representa la glotonería que hace obesidad; Veruca, la exigencia y el egoísmo molesto de los mimados; Violet, la estupidez de los que se creen los más destacados, se sienten merecedores de todos y cada uno de los premios y odian a el resto; Mike, absorbido por la televisión, está empapado de agresividad y crueldad; es destructivo y sabelotodo. También Wonka, el dueño, es peculiar: es el hijo de un dentista intolerante; acusa la carencia de aprecio paternal sufrida en su niñez y se deprime recordándolo. Su evolución a través del contacto con el joven Charlie es emocionante.

Más allá de su hiriente y mordaz sentido de la ironía, la novela se transforma, por su sentido ética, en una enternecedora aventura humana de la que se sale mejor persona. En el avance de la historia, cada uno de ellos recibe la lección de vida que le dejará corregir sus vicios; los lumpalumpas, con sus cancioncillas, dan la moraleja pertinente. La obra reconoce como valores positivos la buena educación, la cortesía o el respeto a la gente mayores, y tiene dentro enseñanzas de cultura, ciencia o ética, resaltando el papel de la familia en la educación.

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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son decididamente determinantes, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de una persona como Roald Dahl, que tuvo su significación en un momento concreto de la historia, es imprescindible intentar ofrecer una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.

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