La historia de las civilizaciones está contada por los hombres y mujeres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han ocasionado queel mundo, de una forma u otra,prospere.
Ya sea inspirando a más seres humanos o tomando parte de la acción. Ricardo Viñes es uno de esos seres humanos cuya vida, indudablemente, merece nuestra consideración debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Ricardo Viñes es comprender más sobre un periodo concreto de la historia del ser humano.
(Lérida, 1885 - Barcelona, 1943) Pianista español. Formado en Barcelona y París, triunfó en toda Europa como intérprete y divulgador de la actualizada música francesa y de españa. Tras ofrecer sus primeros pasos musicales de la mano del organista Joaquín Terraza, Ricardo Viñes pasó a Barcelona, donde estudió con Juan Bautista Pujol hasta el momento en que en 1887 ha podido ingresar en la Escuela Municipal de Música. Los instructores de tal centro, sorprendidos por su aptitud interpretativa, le recomendaron que fuera a estudiar a París, en cuyo conservatorio ingresó como oyente en 1887 y un par de años después ahora como alumno oficial.
Su instructor de piano fue Ch.W. de Bériot, referencia primordial para todos y cada uno de los jóvenes pianistas con talento que pasaban por París. También estudió armonía con Albert Lavignac y música de cámara con Benjamin Godard. Conoció a Maurice Ravel, con quien se abrió a la novedosa música, y entabló geniales relaciones con Joaquín Malats y Enrique Granados, que se transformó con el pasar de los años en uno de sus mejores amigos. A partir de 1894, año en que fue merecedor del primer premio de piano del conservatorio, Ricardo Viñes comenzó a abrirse un sendero como pianista de los salones distinguidos de la ciudad más importante francesa.
Su carácter sociable y su curiosidad por cualquier clase de manifestación creativa novedosa (no solo musical, sino más bien asimismo literaria y de artes plásticas) le dejaron ponerse con determinada naturalidad en una situación privilegiada en los campos artísticos de vanguardia. Durante los años de la primera década del siglo XX se transformó en entre los embajadores musicales de la novedosa estética musical francesa y de la mucho más reciente música de españa. Claude Debussy y Maurice Ravel lo consideraron uno de los más importantes intérpretes de sus creaciones pianísticas; por su lado, Manuel de Falla, Isaac Albéniz y Joaquín Turina depositaron en él la seguridad de ser su mejor embajador en las salas de recitales de Europa.
Ciertos años después logró lo propio con la música de músicos mucho más jóvenes, entre ellos Federico Mompou, Manuel Blancafort y Joaquín Rodrigo. Asimismo, su interés por publicar en Europa la música moderna sudamericana fue entre los puntos mucho más encomiables de su trayectoria interpretativa. Gracias a su incomodidad, músicos como Carlos López Buchardo, Pedro Humberto Allende, Carlos Pedrell, Alberto Williams, Manuel Gómez Carrillo, Juan José Castro o Pascual de Rogatis estrenaron proyectos en Europa. Sus giras por Sudamérica estuvieron siempre y en todo momento rodeadas de un sentimiento general de admiración y gratitud.
Por otro lado, tampoco faltaron en su repertorio (que llegó a ser muy amplio) los enormes tradicionales, en especial Bach, Beethoven y Liszt, del que fue reconocido como increíble intérprete. De su técnica interpretativa se resaltó siempre y en todo momento el control del ataque sobre la nota, la sobria precisión del fraseo y el capaz empleo del pedal, elemento básico para la especial recepción de la música moderna.
Como compositor, actividad prácticamente anecdótica equiparada con su trayectoria como solista, Ricardo Viñes escribió ciertas piezas para piano (tres de ellas dedicadas a Ravel, Erik Satie y Gabriel Fauré) y una sucesión de canciones con piano fundamentadas en poemas de Baudelaire, Mallarmé y Sully Prudhomme. Su figura se apagó medianamente en los años treinta; la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial dañaron a su privilegiada situación musical en el Viejo Conjunto de naciones. En 1940 trasladó su vivienda de París a Barcelona. Entre sus estudiantes se cuentan músicos y pianistas de la talla de Francis Poulenc, Marcelle Meyer, María Canals, Joaquín Rodrigo, Joaquín Nin-Culmell y Leopoldo Querol. Fue reconocido en distintas oportunidades por los gobiernos de España, Bélgica y Francia. En 1995 el Conservatorio Municipal de Lérida instauró el certamen de piano que transporta su nombre.
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