Las biografías y las vidas de personas que, como René Marqués, seducen nuestra curiosidad, deben valernos en todo momento como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de René Marqués, el motivo por el cual René Marqués vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inexorable, la historia.
(René Marqués García; Arecibo, Puerto Rico, 1919-1979) Escritor puertorriqueño, creador de una obra literaria caracterizada por la crítica a las oligarquías de la isla y la reivindicación de la identidad cultural y política del país en oposición al colonialismo estadounidense. Dicha problemática hace aparición precisamente en su novela La víspera del hombre (1959) y se refleja en cuentos como Otro día nuestro (1955) o En una localidad llamada San Juan (1960). Fue asimismo creador de proyectos teatrales de enorme fuerza simbólica, entre aquéllas que resaltan El sol y los MacDonald (1950), Un niño azul para esa sombra (1960) y La casa sin reloj (1961).
René Marqués continuó en su localidad natal en los primeros años de su historia, en casa de sus abuelos, donde una tía suya, Trina Padilla de Sanz, imbuyó en él un valor supremo: el cariño a la independencia. Aparte de poeta, autora y pianista, Trina era una ferviente protectora de la independencia de Puerto Rico y de los derechos de la mujer. En su casa departían los hombres y mujeres mucho más consagrados de Puerto Rico. Dentro de ese trasfondo familiar de intelectualidad y enorme efervescencia política se alimentó Marqués en su sendero hacia la superación y la madurez.
Marqués se graduó de agrónomo en el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez en 1942. Estudió literatura en 1946 en la Universidad de Madrid, lugar desde donde remitía productos al periódico El Planeta. Al regresar a Puerto Rico en 1947, se trasladó a Arecibo y continuó con sus colaboraciones periodísticas, tarea por la que mereció un premio de periodismo concedido por el Instituto de Literatura Puertorriqueña. En la Universidad de Columbia y en el Taller Dramático de Piscator estudió dramaturgia tras ser becado por la Fundación Rockefeller. Durante la década de 1950 trabajó en la División de Educación de la Comunidad, de la que llegó regentar la sección editorial, que causó los conocidos Libros para el pueblo. Al igual que Abelardo Díaz Alfaro y otros compañeros de su generación (la llamada «generación del 50»), se mostró crítico con las políticas de Luis Muñoz Marín, gobernador de la isla.
Dejando a un lado ciertos poemas de adolescencia, que nuestro creador rechazó, lo destacado de su obra son sus cuentos y sus piezas teatrales. Su interés por el teatro se manifestó desde su juventud. En 1948 publicó el drama El hombre y sus sueños en la gaceta Asomante; en 1953 se consagró con La carreta, un drama en tres actos que fue llevado a escena en Nueva York en 1953 y en Puerto Rico en 1954. Los cuentos forman el otro aspecto señalado de la creación literaria de René Marqués. En su libro Literatura puertorriqueña: su desarrollo en el tiempo, Josefina Rivera de Álvarez ubica a Marqués "en el número de los más destacados narradores de la literatura puertorriqueña de siempre".
Se inició como fabulista en 1942, en el momento en que publicó ciertos cuentos en la gaceta Alma Latina. El Ateneo Puertorriqueño premió su cuento "El temor" en 1950. La mayoría de sus cuentos se han publicado en compilaciones: Los casos de Ignacio y Santiago (1953), Cinco cuentos de temor (1954), Otro día nuestro (1955), Cuatro cuentos de mujeres (1959), En una localidad llamada San Juan (1960). Publicó además de esto las novelas La víspera del hombre (1959), con determinada carga autobiográfica, y La mirada (1975). En el ensayo El puertorriqueño dócil (1960) se encargó de los aspectos que para el creador definen la personalidad del puertorriqueño.
Josefina Rivera apuntó sobre René Marqués que "Su refinada conciencia de escritor hinca raíces a la par en el meollo de la carne espiritual puertorriqueña (haciéndose eco de una vitalísima incomodidad frente a la indecisión del destino político y cultural isleño) y en las corrientes de anchura universal que han nuevo en Europa y América el contenido y forma de la expresión literaria del presente". De ahí que su producción sentara precedentes que otros habrían de imitar. Su creación literaria no fue una obra de complacencia, sino más bien de desafíos y tentaciones, llena de ansias de independencia y de independencia para su patria.
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