Ya sea inspirando a otras personas o siendo una pieza esencial de la acción. Rafael Farga Pellicer es una de las personas cuya vida, realmente, merece nuestra atención debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Rafael Farga Pellicer es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia del género humano.
Apreciar lo bueno y lo malo de las personas significativas como Rafael Farga Pellicer, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo esencial para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Rafael Farga Pellicer, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Rafael Farga Pellicer, gentes a quienes de de una forma u otra Rafael Farga Pellicer influyó, y por supuesto, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Rafael Farga Pellicer.
Las biografías y las vidas de personas que, como Rafael Farga Pellicer, seducen nuestra atención, tienen que servirnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Rafael Farga Pellicer, el motivo por qué Rafael Farga Pellicer vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inexorable, la historia.
(Barcelona, 1844 - id., 1890) Anarquista español. Se transformó en entre los mucho más relevantes ácratas de Cataluña, ayudando decisivamente a la aceptación de las doctrinas bakuninistas. Consiguió que los elementos mucho más activos del obrerismo admitiesen los postulados de la Asociación Internacional del Trabajo (AIT).
En su primera etapa, Rafael Farga Pellicer militó en el republicanismo federal y defendió la creación de una República democrática federal. Al iniciarse el Sexenio Democrático (1868-1874) fue escogido secretario general de la Dirección Central de Sociedades Obreras de Barcelona. Los contactos que sostuvo con el italiano Giuseppe Fanelli, enviado a España a fines de 1868 por la Asociación Internacional del Trabajo (AIT), fueron definitivos para saber su evolución ideológica.
Fanelli pertenecía a la Alianza Internacional de la Democracia Socialista, organización establecida en 1868 por Mijaíl Bakunin, máximo gerente del campo anarquista de la AIT. Farga Pellicer aceptó las proposición escenciales del bakuninismo (necesidad de la clase obrera de emplear medios revolucionarios para lograr el poder, desaparición del Estado y anticlericalismo) y también ingresó en la Alianza. En enero de 1869 tuvo múltiples entrevistas con Fanelli, en las que se establecieron las bases para la creación, ese año, de la sección barcelonesa de la AIT (la segunda de España tras la de La capital de españa), de la que fue nombrado secretario.
Desde esos instantes, con la colaboración de Gaspar Sentiñón, Rafael Farga se transformó en el primordial dirigente de la organización obrera de Barcelona (compuesta por treinta y 4 sociedades y siete mil afiliados), situación que fortaleció con su designación como secretario general del Ateneo Catalán de la Clase Obrera (1869). En 1869 asistió al IV Congreso de la Internacional en Basilea, en representación del Centro Federal de Sociedades Obreras, al tiempo que Sentiñón lo logró como encargado de la sección de la I Internacional en Barcelona. Allí entabló relaciones directas con Bakunin (con quien sostuvo correo asiduamente), situación que fortaleció su aceptación de los planteamientos ácratas.
Farga encabezó en 1870 la apertura del Congreso de Barcelona, tarea que más tarde cedió al refugiado francés André Bastelica, en el que quedó constituida la Federación de la Región Española (FRE) de la AIT. La cuestión mucho más polémica tratada en el Congreso fue la relacionada con la situación de la I Internacional respecto a la política, que al final se saldó con la victoria de las proposición bakuninistas protegidas por Farga y por la mayoría de los encargados de Barcelona, según la que se rechazaba la acción política de la clase obrera, tal como la colaboración con la burguesía como medio para conseguir el poder.
En el V Congreso de la AIT, festejado en La Haya en 1872, se causó la separación entre marxistas y bakuninistas, que acabó con la expulsión de Bakunin y Guillaume de la I Internacional. Unos días después la delegación de españa en La Haya, encabezada por Farga Pellicer, expresó su acompañamiento a los 2 expulsados en la asamblea en Saint-Imier (Suiza), a la que asistió asimismo Fanelli. Farga participó también en el Congreso de Córdoba (1872-1873), en el que se rechazaron las resoluciones de La Haya y se aprobaron las de Saint-Imier, con lo que quedó confirmada la hegemonía del campo bakuninista en la sección de españa de la AIT.
Tras ello apoyó la creación de una Internacional Anarquista (diluida en 1876) y tomó parte en los Congresos de Ginebra (1873) y Bruselas (1874), en los que reafirmó el rechazo de los obreros españoles a la acción política legal. Se opuso a la evolución que experimentó un campo de la Federación de la Región Española (García Viñas, Soriano, Albarracín, González Morago, etcétera.), el que, muy influido por el nihilismo ruso de Piotr Kropotkin, era partidario del insurreccionalismo y de la acción directa y beligerante.
Farga estuvo que se encuentra en la mayor parte de las comisiones federales secretas constituidas a consecuencia de la ilegalización de la FRE, decretada tras el pronunciamiento del general Pavía, con el que concluyó la I República (1873-1874). En 1881 intervino en la Conferencia excepcional conmemorada en Gracia (Barcelona), donde los anarcosindicalistas catalanes (convenientes a la acción pública, no terrorista ni insurreccionalista) lograron destituir a la Comisión Federal de la FRE y marginar a los insurreccionalistas. Respaldó la disolución de la FRE, todavía en la clandestinidad, y la creación, en el mes de septiembre de 1881, de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), de la que redactó los estatutos y el Manifiesto del congreso fundacional, en el que se sostuvieron las proposición bakuninistas.
Considerado como uno de los más importantes líderes obreros de la segunda mitad del siglo XIX, durante su historia difundió las ideas ácratas en varios escritos; creó y dirigió los jornales La Federación (1869-1874) y El productor (1887), cooperó con Anselmo Lorenzo en la publicación de la gaceta Acracia (1886-1888) y escribió la obra Garibaldi. Historia liberal del siglo XIX (1882), que firmó como Justo Pastor de Pellico, seudónimo por el que asimismo fue popular.
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