Ya sea inspirando a más seres humanos o siendo parte de la actuación. Príncipe de Éboli es uno de esos sujetos cuya vida, en efecto, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Príncipe de Éboli es conocer más sobre etapa determinada de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la relevancia que detentó Príncipe de Éboli en la historia. Cómo vivió y aquello que hizo durante el tiempo que permaneció en el mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que trataron a Príncipe de Éboli, sino que a caso dejó una huella mucho más vasta de lo que podamossospechar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Príncipe de Éboli en persona.Príncipe de Éboli ha sido uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Príncipe de Éboli, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa esencial para que seamos capaces de apreciar no sólo la existencia de Príncipe de Éboli, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Príncipe de Éboli, gentes a quienes de de una forma u otra Príncipe de Éboli influenció, y desde luego, comprender y entender cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Príncipe de Éboli.
(Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli; Chamusca, 1516-Madrid, 1573) Aristócrata portugués al servicio de España. Viajó a Países Bajos y a Inglaterra con Felipe II, sobre el que ejercitó una enorme predominación. Consejero de Estado, gobernador de Hacienda, primer maestresala del príncipe Carlos, duque de Pastrana y grande de España, se opuso a la política represiva del duque de Alba, a la que contraponía una solución fundamentada en la negociación y en una política de corte federalista «aragonesa».
Hijo de Francisco de Silva y de María de Noreña, señores de Ulme y de Chamusca, Ruy Gómez de Silva llegó a España en 1526 con su abuelo materno, Ruy Téllez de Meneses, quien acompañaba como maestresala mayor a la princesa Isabel de Portugal, futura mujer de Carlos I. En la Corte actuó como menino de la reina y como paje del príncipe (el futuro Felipe II), a quien acompañó a Salamanca con ocasión de su matrimonio con la infanta María de Portugal (1545).
En 1548, antes de efectuar su primer viaje por Europa, pasó a ser entre los cinco gentilhombres de su cámara. Ese mismo año formó una parte del séquito que llevó a Felipe a Alemania y tres años después, ahora en Castilla, Felipe planeó la unión marital de Ruy Gómez de Silva con Teresa de Toledo, hermana de Gómez Dávila, marqués de Velada. Al tomar ésta los hábitos, Felipe pensó en la hija de los condes de Mélito, Ana Mendoza de la Cerda, quien por entonces tenía 12 años de edad. En 1553 se firmaron en Madrid las capitulaciones entre el príncipe de Éboli y los condes de Mélito.
Felipe le requirió entonces para viajar a Inglaterra, donde debía contraer segundas nupcias con María Tudor. El retorno a Castilla no se causó hasta 1559, si bien en todo ese tiempo Ruy Gómez de Silva visitó la Península en distintas oportunidades para hacer ciertas metas encargadas por Felipe. Tras la abdicación de Carlos I en su favor (1556), el príncipe Felipe inició su reinado como Felipe II y Ruy Gómez sostuvo con el nuevo monarca una angosta amistad y actuó como leal y leal cómplice en los temas de Estado. Así, ha propuesto al rey encomendar al duque de Alba para regentar la guerra de Italia.
Felipe II, por su lado, le nombró consecutivamente sumiller de corps, asesor de Estado (1556) y de Guerra y primer maestresala y contador mayor del príncipe Carlos; en 1559 le concedió el principado de Éboli (Sicilia) y el marquesado de Diano (Nápoles). Ruy Gómez, de la misma Juan de Austria, hermano del rey, sirvió de cómplice de Carlos y conoció los proyectos que éste deseaba poner en práctica en Flandes; informado Felipe II de la rebeldía de su hijo, se resolvió a arrestarlo (1568).
El príncipe de Éboli intervino además en todos y cada uno de los temas de política exterior y también interior; a él se asigna, por poner un ejemplo, la designación del duque de Alba para ocupar el puesto de gobernador de los Países Bajos (1566). Se ignora su nivel de participación en el objetivo trágico del príncipe Carlos, tal como el nivel de afinidad de ideas con el rey; a este respecto cabe indicar que el príncipe de Éboli disentía muchas veces de las resoluciones reales, hecho que quedó en prueba en la cuestión de los jesuitas: la tirantez entre la Compañía de Jesús y la Corte contrastaba con el acompañamiento que la Compañía recibió de los ebolistas y con la amistad que Ruy Gómez y Antonio Pérez entablaron con los progenitores Araoz y Rengifo, respectivamente.
Personaje de enorme predominación en la Corte, el príncipe de Éboli encabezó hasta su muerte la facción ebolista, opuesta a la de los albistas, encabezada por el III duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo. Su fallecimiento se causó en el instante en que, fracasada la política del duque, las ideas por él protegidas tenían mucho más opciones de éxito. Además de todas y cada una de las concesiones y favores ahora convocados, el monarca le logró grande de España con la denominación de duque de Estremera, que en 1572 cambió por la de duque de Pastrana, donde creó su mayorazgo. Éste fue heredado por el primogénito, Rodrigo de Silva.
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