Ya sea inspirando a otros o tomando parte de la acción. Porfirio Barba Jacob es uno de esos sujetos cuya vida, realmente, merece nuestra consideración debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Porfirio Barba Jacob es conocer más acerca de periodo preciso de la historia del ser humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la importancia que atesoró Porfirio Barba Jacob en la historia. La manera en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que estuvo en la tierra fue determinante no sólo para las personas que conocieron a Porfirio Barba Jacob, sino que a lo mejor dejó una huella mucho más honda de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Porfirio Barba Jacob en persona.Porfirio Barba Jacob ha sido uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas significativas como Porfirio Barba Jacob, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa fundamental para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Porfirio Barba Jacob, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Porfirio Barba Jacob, aquellas personas a quienes de un modo u otro Porfirio Barba Jacob influenció, y indudablemente, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Porfirio Barba Jacob.
(Seudónimo de Miguel Ángel Osorio Benítez; Santa Rosa de Osos, 1883 - México, 1942) Poeta y periodista colombiano polémico y también influyente, cuya obra frecuenta clasificarse en un modernismo ecléctico. En su primera juventud fue un simple profesor de escuela rural en Antioquia, donde creó la campesina Escuela de la Iniciación. A los 23 años, habiéndose movido de Antioquia a Barranquilla, empezó a difundir sus primeros poemas, entre ellos la Parábola del retorno, bien conocida en Colombia. Después, con ciertos amigos trovadores colombianos, se trasladó a México.
Empieza de esta forma una vida de incesante paseo por múltiples países de América, siempre y en todo momento alternando su labor de periodista con su vocación de poeta. Establecido en Monterrey, creó en esa localidad la Revista Contemporánea y fue jefe de redacción del periódico El Espectador. Por sus asaltos al régimen de Porfirio Díaz pasó seis meses en la prisión, de la que fue sacado por los revolucionarios. Posteriormente cooperó en México capital con El ecuánime y El sin dependencia, tal como en la gaceta El Porvenir. De México se vio obligado a escapar al divulgar el informe periodístico que se titula "El combate de la ciudadela contado por un extranjero", que cuenta los hechos que prosiguieron al asesinato del ex- presidente Francisco Madero.
Pasó entonces a Guatemala en 1914, donde dejó honda huella literaria. Ese año su amigo el poeta y fabulista guatemalteco Rafael Arévalo escribió su mejor cuento, que se titula El hombre que parecía un caballo, relato que tiene relación a Barba-Jacob y que, al tiempo que dio notoriedad al creador, apuntó el comienzo del forjamiento de la historia de historia legendaria del poeta colombiano. También de Guatemala debió escapar, dejando a medio divulgar su obra Tierras de Canaán.
En 1915 viaja por segunda vez a Cuba (ahora había visitado la isla en su primer viaje hacia México), donde compone sus poemas Canción innominada, Elegía de septiembre, Lamentación de octubre, Soberbia y Canción de la vida profunda, que es su poema mucho más célebre. Tras pasar ciertos meses en Nueva York, se trasladó a Honduras, donde creó el períodico Ideas y Noticias en un pueblito del norte, La Ceiba. De Honduras pasó a El Salvador el 7 de junio de 1917, día en que ocurrió el terremoto que destrozó la localidad. Porfirio Barba Jacob escribió como homenaje su folleto El terremoto de San Salvador, narración de un sobreviviente. Regresado a Monterrey, creó el jornal El Porvenir, que llegaría a transformarse en un enorme períodico del norte de México.
En 1920 estaba nuevamente en México capital, escribiendo crónicas espantosas y sensacionalistas, como la serie de cinco documentales llamada Los fenómenos espíritas en el palacio de la Nunciatura. Los cuentos se desarrollaban en el palacio que había sido designado para vivienda del Nuncio. El gobierno prohibió la entrada del gerente papal, por lo que el edificio quedó vacío y se transformó mucho más bien en sede de las orgías del poeta colombiano, quien, entre otros muchos excesos y rarezas, se dedicaba por ese momento al consumo y ensaltación de la mariguana. En esta temporada escribió poemas como "El son del viento", "Balada de la ida alegría", "Canción de la soledad" y otros.
Durante el año 1921 dirigió la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, adonde fue a visitarlo el escritor español Ramón del Valle-Inclán. Tuvo que dejar ese cargo gracias a sus escándalos. El año siguiente fue expulsado del mismo modo de México gracias a las diatribas lanzadas contra el gobierno de turno. Volvió nuevamente a Guatemala, y logró realizar del periódico El Imparcial el más esencial de toda Centroamérica. Viéndose expulsado de este país y después asimismo de El Salvador, se disfrazó de cura y se dedicó a la predicación durante las plantaciones bananeras de Honduras.
En 1925 regresó por tercera vez a Cuba, donde simpatizó con los creadores del partido comunista, pero un año después se encontraba dirigiendo el diario La Prensa de Lima. Caído en desgracia frente al gobierno de Perú, tras vagar largo tiempo en entornos de pobreza, el embajador de Colombia lo repatrió a su país. Habían pasado 20 años desde su salida. Durante tres años recorrió distintos pueblos y ciudades de Colombia dando recitales de sus poemas. También se desempeñó como jefe de redacción de El Espectador de Bogotá. Más tarde viajó nuevamente a Cuba, donde se halló con el poeta español Federico García Lorca.
Al final, en 1930 se le abrieron nuevamente las puertas de México, y allí publicó a lo largo de múltiples años, en el diario Excélsior, su columna "Perifonemas", en una prosa magistral, no igualada por ningún otro periodista contemporáneo de América. Lastimosamente, sus productos no fueron recogidos en un volumen. Por otra sección, nuestro Barba Jacob no estimaba bastante su producción, ya que comprendía su profesión de periodista como una pura forma de ganarse la vida. Nunca se preocupó de divulgar sus versos, ya que nunca se sentía satisfecho con sus escritos, sino los pulía de manera continua, pero sus poemas se dieron a conocer en las mucho más reputadas gacetas del conjunto de naciones.
Todavía en vida del poeta, sus amigos le han publicado tres recopilaciones: Rosas negras (1932, en Guatemala), Canciones y escogías (1933, en México) y La canción de la vida profunda y otros poemas (1937, en Manizales). Una cuarta recopilación fue publicada póstumamente en una imprenta oficial, con el título Poemas intemporales (1944). Murió en Ciudad de México consumido por la mariguana, el alcohol, la tuberculosis y la pobreza.
El grupo de su obra exhibe un estilo modernista anacrónico, lleno de expresiones altisonantes, pero con un ritmo feliz, angustioso, sincero y ardiente. Influido por Baudelaire, tiene mucho más vida interior que imaginación, y temperamento mucho más romántico que modernista; se aproxima unas ocasiones a la hermosura formal de Rubén Darío, a la elegancia de Amado Nervo, al vigor de José Santos Chocano y al sentido trágico de José Asunción Silva, en una agitación lírica menos irregular que su historia misma; fue sin lugar a dudas un enorme poeta.
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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son siempre determinantes, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de un ser como Porfirio Barba Jacob, que poseyó su trascendencia en una época determinada, es vital intentar mostrar un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
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