La historia universal la cuentan aquellas personas quea lo largo del tiempo, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho queel género humano, de un modo u otro,prospere.
Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la trascendencia que detentó Polibio en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo mientras estuvo en la tierra fue decisivo no sólo para quienes trataron a Polibio, sino que a caso legó una señal mucho más honda de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Polibio en persona.Polibio fue uno de esos seres humanos que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Conocer las luces y las sombras de las personas destacadas como Polibio, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa esencial para que podamos apreciar no sólo la vida de Polibio, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Polibio, personas a quienes de de una u otra forma Polibio influyó, y sin duda, comprender y entender cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Polibio.
(Megalópolis, el día de hoy desaparecida, de hoy Grecia, h. 200 a.C. - ?, 118 a.C.) Historiador heleno. Desempeñó distintos cargos en la Liga Aquea. Durante su primera estancia en Roma entró en el círculo de Escipión, en el que controlaba la predominación estoica. Realizó varios viajes a Hispania, Galia y África, y acompañó a Escipión Emiliano en los sitios de Cartago (146 a.C.) y de Numancia (133 a.C.). Su estancia en la península Ibérica le sirvió para estudiar la geografía, los pueblos y las prácticas de Hispania. Tras la destrucción de Corinto (146 a.C.), y merced a su popularidad en Roma, se le confió detallar las bases de la futura provincia de Acaya. Se mantiene parte importante de su obra primordial, las Historias, compuesta de 40 volúmenes y redactada con un procedimiento estricto que se apoya en una rigurosa documentación y en su presencia en el sitio de los hechos que detalla. Otras proyectos suyas el día de hoy perdidas son Tratado de táctica y La guerra de Numancia. Fue, adjuntado con Tucídides, entre los primeros historiadores en excluir la acción divina entre las causas materiales y sus secuelas.
El padre de Polibio, Licorta, era amigo de Filopémenes y fue múltiples ocasiones estratega de la Liga Aquea. Así, desde muy joven, Polibio comenzó a comprar una destacable experiencia política y militar, en el trato con los hombres de Estado que regían la política griega. En 183, en el momento en que contaba poco mucho más de veinte años, tuvo el honor de llevar de Mesenia a Megalópolis las cenizas de Filopémenes para sus solemnes exequias; en 169-168 fue nombrado hiparca (era el cargo más esencial tras el de estratega de la Liga Aquea).
El partido de Licorta-Filopémenes era un partido patriótico moderado que había tratado siempre y en todo momento de consentir con los romanos, si bien sentía antipatía por ellos, y de preservar una alguna independencia en frente de Roma y en frente de Macedonia. Pero brotaron hechos bastante graves para estos políticos provincianos que se creían taimados, y la desaparición de Licorta empeoró las cosas. Habiendo explotado la batalla entre romanos y macedonios, la Liga Aquea creyó ver una sabia política sosteniendo una neutralidad benevolente hacia Roma. Era el peor partido que se podía seleccionar si se deseaba socorrer la independencia. De este modo, los políticos de la Liga hicieron viable que los romanos batieran uno tras otro a sus contrincantes: primero a los macedonios y después a los aqueos.
La victoria de los romanos en Pidna (168) determinó la crisis de la Liga: el partido filorromano, deseando gobernar con el acompañamiento de Roma, aprovechó la ocasión para liberarse de sus contrincantes políticos internos. Y el jefe de este partido fue tan vil que reunió una lista de mil de estos y los denunció, sin prueba seria, como contrincantes de Roma, bajo la acusación de sostener tratos misterios con Perseo. Los mil aqueos fueron llamados a Roma para justificarse. Los romanos tenían bastante sentido jurídico para hacer un desarrollo que no tenía ninguna base legal, pero asimismo bastante sentido político para dejarlos en independencia: confinaron a los acusados en múltiples ciudades de Italia.
Uno de estos mil aqueos era Polibio, y tal hecho lamentable terminó siendo el más esencial y favorecido de su historia. Sin él, Polibio podría haber sido un mediocre político aqueo, agriado por odios locales; merced a este hecho ha podido entender la excelencia de Roma y transformarse en el historiador de aquella excelencia. Había popular en Megalópolis a Paulo Emilio, el vencedor de Pidna; fue acogido en su casa como profesor de sus hijos Fabio Máximo y Escipión Emiliano, y por intercesión de estos ha podido conseguir la merced de mantenerse en Roma bajo supervisión del pretor urbano. En los diecisiete años que Polibio pasó en Roma conoció a los individuos mucho más esenciales actualmente. La casa de Escipión, donde conoció, entre otros muchos, a Panecio, era el más destacable observatorio político que pudiese desearse.
La vieja antipatía hacia Roma se transformó de a poco en simpatía y admiración por aquel enorme pueblo que en cincuenta y 4 años se había transformado en el mucho más poderoso de todo el mundo. Polibio averiguó las causas de una fortuna tan rápida, que al comienzo debió semejarle enigmática; estudió la sociedad y la constitución romanas y se dedicó a redactar la narración de aquel periodo tan abundante en hechos. Viajó por el Lacio y por Italia meridional, en parte para preguntar documentos. En 151 acompañó a Escipión Emiliano a España; a su regreso atravesó los Alpes para entender mejor el histórico paso de Aníbal. Hasta el año 150 no dejó el Senado (que frecuentemente se había exhibido desfavorable a este acto) la vuelta a su patria de los aqueos recluídos. Polibio regresó a su tierra, pero quedó relacionado a Escipión y a Roma. En 149 acompañó, con Panecio, a Escipión Emiliano en la expedición contra Cartago, y asistió a la toma de la región.
Intensamente convencido de la implacable fatalidad de la dominación romana, Polibio trató de evitar con sus consejos la guerra de los helenos contra Roma; después, asistió a Grecia después del saqueo de Corinto, y vio a los soldados romanos jugar a dados sobre los cuadros de los mucho más conocidos pintores helenos. Se esmeró por todos y cada uno de los métodos probables en calmar la fortuna de los vencidos; enviado a regular la administración de las ciudades del Peloponeso, pacificó los ánimos y los indujo a la resignación. No acompañó a Escipión Emiliano en su viaje a Oriente en 140, pero sí en 134 en su expedición contra Numancia, y escribió una monografía sobre aquella guerra. Los últimos años fueron tristes: Polibio estuvo que se encuentra en el tribunado y en el homicidio de Tiberio Graco, después en la enigmática muerte de Escipión, y vio en los movimientos populares una horrible amenaza a aquella constitución que era, para él, garantía importante del dominio de Roma.
Las Historias de Polibio
Creador de ciertas proyectos el día de hoy perdidas (una Vida de Filopémenes, La guerra de Numancia y un Tratado de táctica), Polibio se considera con justicia el padre de la historia en su concepción actualizada y científica merced a una obra monumental: las Historias. Compuesta por 40 libros (de los que se preservan únicamente los cinco primeros, adjuntado con resúmenes y extractos de los sobrantes, además de testimonios indirectos), la obra comprende los hechos históricos desarrollados en el periodo que media entre el año 264-263 hasta el 146 a. de C. (caída de Corinto), esto es, aquel azaroso y también muy importante periodo que vio aseverarse a Roma como "caput mundi". En situación, el tema central de la obra es el periodo 220-168, cincuenta y 4 años en el lapso de los que Roma sometió al mundo entero popular.
Polibio debe a su educación helénica y a su experiencia política la oportunidad de haber asumido una situación crítica tan limpia y también ecuánime que le dejó legar a la posteridad la mucho más especial de las síntesis históricas, elevándose sobre la vacuidad de los historiadores de su temporada, a los que se opuso claramente. La oposición radica en haber escrito una historia que él mismo llama "pragmática", esto es, apuntada al conocimiento exacto y técnico de cuanto es verdadero tema del historiador: la guerra y política, la interpretación militar y diplomática por la parte de quien fue hombre de armas y sagacísimo diplomático. La experiencia práctica es la auténtica base, y a ella únicamente debe recurrir quien estudie el periodo en que vive. Y, de hecho, todo el tiempo sentimos la existencia de un crítico competente por experiencia personal, al unísono que culto, agudo, siempre y en todo momento consciente, geógrafo exacto (recorrió el itinerario de Aníbal mediante los Alpes, la Libia y las Galias), atento a la selección de las fuentes, ecuánime y ponderado.
A una exigencia de investigación tan precisa debía contestar siempre una correcta interpretación de los fenómenos históricos. La herramienta de la historia radica solo en el hallazgo de las causas que determinan los hechos y sus concatenaciones; estas tienen un valor absoluto, fuera de toda contingencia, y tienen la posibilidad de aplicarse tanto al pasado como al futuro: la causa ("aitía") es el objeto de la investigación; la "justificación" ("profasis") y el "principio" ("arjé") no son sino más bien coincidencias casuales. Es por este motivo que los dioses quedan desterrados de los hechos humanos; la religión tiene una función rigurosamente popular, consistente en sostener sumisa a las leyes morales de los ancestros la masa del pueblo iletrado ("deisidaimonia"). Si algo existe es la fortuna ("tijé"), que semeja regir la al azar de las rectas tangenciales, y más allá de que se expone impreciso en este punto, semeja que ve en ella un confluir de la historia hacia el poder de Roma, entendida esta como el bien absoluto de los peripatéticos.
A los hombres les queda su esfera de actividad, subordinada a los hechos: Amílcar Barca es la primera causa de la guerra púnica, Aníbal y los Escipiones (en especial Publio Cornelio Escipión el Africano) imprimieron al planeta ciertos giros; pero el historiador, que fue hombre político, deja bien predeterminado que tras los hombres se encuentran los pueblos, con sus prácticas, sus leyes sacrosantas y su forma de gobierno. Del sujeto pasa Polibio al análisis del Estado (Libro VI) como organismo, y estudia sus leyes y las fuerzas que lo conforman, el origen de las instituciones y su función político-popular como aspecto histórico de primera relevancia: "La causa esencial del éxito o el fracaso de un Estado es su forma de gobierno. Esta es la fuente de todas y cada una de las ideas y de todos y cada uno de los actos que dan origen a sus compañías, y esta es la que establece su fin" (VI, 1, 3).
El Estado es un organismo y, como tal, se encuentra sujeto a una evolución que acabará, tras una plena madurez, en una caída mortal: es la ley inflexible de la "anakyklosis" o "período" bajo la que detalla la horrible catástrofe de Grecia y Cartago, que, ahora en el ocaso, fueron siempre empujadas por la curva ascensional del Estado de roma. Y a esta ley histórica no escapará ni la república romana, tan rápido como la evolución haya hecho girar el período de las instituciones y del gobierno. En cambio, a los pueblos les va a quedar eternamente la excelencia ética del pasado, superior, en todos y cada uno de los puntos, a la capacidad fugaz del presente.
Polibio fue el único heleno que supo entender la excelencia de la república romana, y a él le correspondió, como desterrado diplomático y huésped del enemigo, señalar la extraordinaria capacidad de la máquina política de su tiempo a los romanos mismos y, más que nada, a aquel Escipión Emiliano que fue su amigo y acólito. Como Tucídides, no tuvo imitadores. A él hay que el haber legado a la posteridad, revivido y comentado, el recuerdo de la enorme pelea mantenida entre Roma y Cartago, y el haber predeterminado que el arte política, entendida a la forma griega, es la base de la narración de los hombres y de su cultura, sea en el momento en que es vivida, sea en oposición al juicio de la posteridad.
¿Qué piensas de la crónica de la vida de Polibio? ¿Hallaste todo aquello que deseabas encontrar?
Obviamente llegar a comprender a Polibio es algo que está reservado a pocas personas, y que tratar de reconstruir la persona que fue y el modo en que vivió la vida de Polibio es una suerte de puzzleque a lo mejor podamos reconstruir si contribuimos todos juntos.
Por esta razón, si eres de las personas que confían en que cooperando se puede crear algo mejor, y detentas información acerca de la vida de Polibio, o sobre algún matiz de su persona u creación que no se contemple en esta biografía, te solicitamos que nos lo envíes.
Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son en todos los casos importantes, ya que perfilan la diversidad, y en la ocasión de la vida de alguien como Polibio, que poseyó su significación en un momento concreto de la historia, es imprescindible tratar de mostrar un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
No lo dudes y contacta con nosotros para relatarnos qué conocimientos tienes tú en relación con Polibio. Estaremos ilusionados de ultimar esta biografía con más información.