Apreciar lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Plinio el Joven, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo esencial para que seamos capaces de poner en valor no sólo la vida de Plinio el Joven, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Plinio el Joven, aquellas personas a quienes de un modo u otro Plinio el Joven influyó, y sin duda, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Plinio el Joven.
Las biografías y las vidas de personas que, como Plinio el Joven, seducen nuestra curiosidad, tienen que ayudarnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Plinio el Joven, porqué Plinio el Joven vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma implacable, la historia.
(Cayo Plinio Cecilio Segundo; Comum, el día de hoy Como, de hoy Italia, h. 61-?, h. 112) Escritor latino, creador de una compilación de epístolas de interés literario que da una limpia imagen de la vida pública y privada a lo largo de la temporada de Trajano. Sobrino y también hijo adoptivo del erudito Plinio el Viejo, estudió oratoria y leyes en Roma con Quintiliano. A los dieciocho años inició su trayectoria de letrado, donde ascendió de forma rápida. Tras ejercer como pretor, en el año cien consiguió el consulado bajo Trajano, de quien recibió múltiples honores y a quien, como agradecimiento, escribió el Panegyricus, su única obra de oratoria preservada. Posteriormente desempeñó múltiples cargos oficiales y publicó sus Epístolas, agrupadas en nueve libros, al que se añadió un décimo libro que tiene dentro la correo con Trajano. Aunque la posteridad ha valorado más que nada su valor reportaje, estas cartas personales poseen varios elementos retóricos y poéticos. Cada una trata de un tema preciso, y en grupo forman un lúcido retablo de las prácticas públicas y privadas de la sociedad romana de la temporada.
Hijo de una familia pudiente, su tío, el naturalista Plinio el Viejo, fue su primer profesor y lo nombró hijo adoptivo en su testamento. Se trasladó muy joven a Roma, donde recibió una refinada educación bajo la guía de Quintiliano y del rétor Nicetes de Esmirna. Ejerció la abogacía desde los dieciocho años y adquirió una rápida reputación que le valió el ser escogido para desempeñar los mucho más altos cargos administrativos: cuestor, tribuno de la plebe y pretor. Tras la caída del emperador Domiciano fue nombrado cónsul por Trajano en el año cien. Diez años después fue enviado a Bitinia para investigar la corrupción en la administración municipal, donde, parece ser, murió poco tiempo después.
Plinio el Joven contrajo matrimonio tres ocasiones, pero no tuvo hijos; de su última mujer, Calpurnia, preservamos una viva y cariñosa descripción en varias de sus cartas. Siempre animado por sus idóneas políticos y literarios, de los que dan fe las Epístolas, creó una biblioteca en Como, a sus expensas. Tales pretensiones estaban enlazadas a una enorme fe en su ideal de honradez y probidad civil, representando a la que, en su condición de letrado, se esmeró siempre y en todo momento, aun en los instantes bien difíciles, en beneficiar a los amigos necesitados de su asistencia, o en la defensa de las leyes del Estado. Poseyó una sensibilidad actualizada en su trato con los esclavos, sensibilidad que asimismo se refleja en el nuevo y también insólito modo de contemplar el paisaje y la hermosura del campo.
Sus proyectos juveniles en verso entendían asimismo una catástrofe en heleno, y después compuso endecasílabos a la forma de Catulo. Las proyectos en prosa estaban constituidas por los dieciséis libros de alegatos (solo se ha preservado el Panegírico a Trajano) y por las reconocidas Epístolas. El décimo libro de estas últimas, o sea, la correo oficial con el emperador Trajano, forma el más destacable testimonio de su actividad.
Las Epístolas de Plinio el Joven dan cuenta, en tono mundano, de la vida que llevaban en la ciudad más importante y en sus suntuosas viviendas campestres los representantes de una clase rica apasionada al arte, la literatura y la filosofía a lo largo de la temporada de apogeo del Imperio de roma. Se trata de 247 cartas sobre distintos temas de orden popular, literario o político, unas ocasiones referidas a un acontecimiento histórico contemporáneo, otras a una discusión desde el criterio ética de un inconveniente.
Aunque quiere ofrecer la impresión de ser ocasional, de todos modos el epistolario está estructurado artísticamente. Su vigilada elaboración literaria y la restricción de todas estas cartas a un solo tema hacen meditar que fueron escritas como composición literaria. La hipótesis mucho más verosímil, según los estudiosos, es que Plinio logró una selección de su correo real, y después la reelaboró y editó; y que alguna de sus cartas ha podido ser redactada con vista a una futura publicación. Estas epístolas hallaron en la Antigüedad tardía múltiples imitadores, aun en la manera de compilación, y desde las cartas de Petrarca influyeron en la epistolografía humanista.
De la obra oratoria de Plinio el Joven solo se mantiene el Panegírico a Trajano, largo alegato de agradecimiento escrito en ocasión de haberle sido concedido el consulado. Único ejemplo que queda de la oratoria romana de la primera temporada imperial, el Panegírico se transformó en los siglos siguientes en modelo tradicional de su género.
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Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son siempre imprescindibles, ya que perfilan la diversidad, y en el tema de la vida de una persona como Plinio el Joven, que detentó su trascendencia en un momento histórico concreto, es indispensable tratar de brindar una visión de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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