Pierre Teilhard de Chardin

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la trascendencia que tuvo Pierre Teilhard de Chardin en la historia. El modo en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que permaneció en la tierra fue decisivo no sólo para las personas que frecuentaron a Pierre Teilhard de Chardin, sino que tal vez dejó una señal mucho más profunda de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Pierre Teilhard de Chardin de modo personal.Pierre Teilhard de Chardin fue una persona que, por alguna razón, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como Pierre Teilhard de Chardin, atraen nuestra curiosidad, deben valernos siempre como referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Pierre Teilhard de Chardin, porqué Pierre Teilhard de Chardin vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Pierre Teilhard de Chardin

(Orcines, 1881 - Nueva York, 1955) Sabio y pensador francés. Descendiente de una vieja familia aristocrática establecida de viejo en Auvernia, pasó su niñez en el campo, en la propiedad de sus progenitores. Terminados sus estudios secundarios en el instituto de jesuitas de Mongré, cerca de Lyon, entró en el noviciado de la Compañía en Aix-en-Provence. La promulgación de las leyes de Combes sobre las congregaciones religiosas le forzó a proseguir sus estudios en Inglaterra; estudió teología en Jersey y fue ordenado sacerdote en Hastings, en 1905.

Simultáneamente a la vocación religiosa, la vocación científica de Teilhard de Chardin se había despertado desde la adolescencia. Durante una estancia en Egipto (1905-1908), ha podido entregarse a sus primeros estudios de geología sobre las formaciones numulíticas de Mokattan. Su interés fundamental se dirigía, no obstante, a la paleontología; de vuelta a Inglaterra participó en las excavaciones emprendidas en el Sussex, que debían ofrecer por resultado en 1912 el hallazgo del "Foanthropus Dawsoni" de Piltdown (lamentablemente semeja que en esa ocasión los sabios fueron víctimas de una superchería).

Llegado a París en 1912, Teilhard de Chardin fue añadido al laboratorio de Paleontología del Museo, bajo la dirección de Marcellin Boule; sus trabajos hasta la Primera Guerra Mundial se consagraron eminentemente a los mamíferos del terciario medio y también inferior de Europa. Movilizado en 1914 como cabo-camillero en un regimiento norteafricano, se condujo heroicamente (Medalla militar, Legión de Honor). Incluso en las trincheras de Champagne proseguía sus buscas, y sus descubrimientos sobre la microfauna de Cernay le brindaron el tema para su proposición en la Sorbona.

Titular de la cátedra de geología del Instituto católico desde 1919, se doctoró en ciencias en 1922. Un año después partió a China, donde residiría prácticamente sin interrupción a lo largo de mucho más de veinte años. Tras una pequeña excursión (1923-26) por la Mongolia oriental (Ordos y el desierto de Gobi), Teilhard de Chardin fue nombrado en 1929 asesor del servicio geográfico nacional de China.

En 1930 participó en la expedición del Museo de Nueva York al Asia central, y tuvo parte esencial en el hallazgo del "Sinanthropus". Desde abril de 1931 a febrero de 1932 acompañó la enorme misión transasiática Haardt-Citroën (el popular "Crucero amarillo"). Director de las excavaciones de Chukutien, cerca de Pekín, en 1932, partió en 1935 hacia la India septentrional y central con la Yale Cambridge Expedition, y en 1936, 1937 y 1938 efectuó incursiones en Java (indagaciones en los depósitos originarios del "Pithecanthropus"). Teilhard pasó todo el periodo de la Segunda Guerra Mundial en Pekín y no regresó a Francia hasta 1945.

En 1947 fue nombrado directivo de indagaciones en la Recherche Nationale Scientiphique y, en 1950, escogido integrante de la Academia de Ciencias. Establecido en los Estados Unidos desde 1951, en calidad de añadido a la Wenner-Gren Foundation, todavía efectuó 2 expediciones en África del Sur (1951-1953); contaba mucho más de setenta años.

Durante su historia había anunciado varios estudios especialistas en gacetas preparadas; era un enorme católico y prontísimo sintió la preocupación de integrar sus descubrimientos en una visión general del "inconveniente humano", conciliada al unísono con el dogma católico y con las demandas de la ciencia actualizada. Consignó sus meditaciones en elevado número de escritos que proseguían nuevos en el instante de su muerte.

En 1955 comenzó la publicación póstuma de sus Obras terminadas, bajo el patronazgo de múltiples personalidades científicas y filosóficas. Los volúmenes aparecidos hasta 1957 -El fenómeno humano (1955), El conjunto zoológico humano (1956), La aparición del hombre (1956), La visión del pasado (1957), El medio divino (1957)- provocaron incomodidad en el Vaticano y levantaron vivas oposiciones en determinados medios teológicos. Pero al tiempo han conquistado fervorosos incondicionales en extensos campos católicos y no católicos de todo el mundo científico. Quedan todavía por divulgar varios volúmenes. Señalemos asimismo la edición de sus Cartas de viaje (1956-57).

Teilhard de Chardin mantuvo un evolucionismo teleológico; a la concepción materialista de Darwin y del positivismo, opuso una cosmología que, más allá de aceptar el evolucionismo, e inclusive extendiéndolo a la verdad espiritual, rechazaba una interpretación puramente mecanicista y materialista del cosmos. Así expresó su fe con relación a su concepción del cosmos: Creo que el Universo es una Evolución. Creo que la Evolución va hacia el Espíritu. Creo que el Espíritu se efectúa en algo personal. Creo que lo Personal supremo es el Cristo-Universal. La materia originaria, según él, tiene dentro ahora en sí la "conciencia" como elemento organizativo, por el que la evolución se configura como un desarrollo no puramente mecanicista, sino más bien teológico.

Así, la evolución de la pre-vida (planeta inorgánico) a la vida ("biosfera") tiende a la producción de todo el mundo del hombre y del pensamiento ("noosfera"), como su culminación. Pero el hombre no es el punto y final. El cosmos, el hombre y su crónica tienden a un "punto omega": el Cristo cósmico, punto de unión de toda la raza humana ("cristosfera"). En medio de las visiones fatalistas que se levantaron durante su siglo, la obra de Teilhard apuesta por la promesa y la alegría de sentirse hombre.

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Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son en todos los casos importantes, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de una persona como Pierre Teilhard de Chardin, que tuvo su relevancia en un momento concreto de la historia, es vital tratar de brindar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

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