Pierre Buyoya

La historia universal está contada por los hombres y mujeres quea lo largo del tiempo, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho queel género humano, de un modo u otro,progrese.

Ya sea inspirando a más seres humanos o siendo parte de la actuación. Pierre Buyoya es una de las personas cuya vida, en efecto, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Pierre Buyoya es comprender más acerca de un periodo concreto de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la importancia que atesoró Pierre Buyoya en la historia. La manera en que vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que estuvo en el mundo fue decisivo no sólo para las personas que conocieron a Pierre Buyoya, sino que tal vez dejó una huella mucho más insondable de lo que logremosfigurar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Pierre Buyoya de modo personal.Pierre Buyoya fue una de esas personas que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Apreciar lo bueno y lo malo de las personas significativas como Pierre Buyoya, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo fundamental para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Pierre Buyoya, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Pierre Buyoya, personas a quienes de de una forma u otra Pierre Buyoya influenció, y indudablemente, comprender y entender cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Pierre Buyoya.

Vida y Biografía de Pierre Buyoya

(Rutovu, 1949) Político burundés, presidente de la república en un par de ocasiones (1987-1993 y 1996-2003). De etnia tutsi, estudió en la Academia Militar Real de Bruselas y en centros de Francia y Alemania Occidental. Posteriormente se integró como oficial jefe de Operaciones en el Ministerio de Defensa y formó una parte del Estado Mayor.

Con el nivel de Mayor encabezó el golpe de Estado del 3 de septiembre de 1987 que depuso al presidente J. B. Bagaza, entonces ausente del país, a quien acusó de violar los derechos humanos. Buyoya, que era integrante del Comité Central del partido único, la Unión para el Progreso Nacional (UPRONA) desde 1982, formó un Comité Militar para la Salvación Nacional (CMSN) y aceptó asimismo el Ministerio de Defensa. Días después, esta junta lo nombró presidente de la República.

En el mes de agosto de 1988 asistió a entre los estallidos de crueldad que periódicamente han sacudido al país desde la independencia entre elementos de las ciudades tutsi, de etnia hamítica y minoritarios (14%), pero habituales detentores del poder, y hutu, de etnia bantú y mayoritarios (85%). El asesinato de varios de los primeros a manos de los segundos desencadenó una horrible represalia del ejército, cuyos cuadros están esencialmente integrados por tutsis, que provocó en torno a 25.000 fallecidos.

La compromiso de Buyoya en estos sucesos fue incierta; la verdad es que puso en marcha una política de democratización, reconciliación nacional y apertura de los puestos de compromiso a los hutus. El 9 de marzo de 1992 fue aprobada una Constitución que instauraba el pluripartidismo, y el 1 de junio de 1993 tuvieron rincón selecciones libres, en las que Buyoya, por el UPRONA, cayó derrotado frente al candidato del Frente para la Democracia en Burundi (FRODEBU), Melchior Ndadaye, por razón del 64,7% contra el 32,3% de los votos.

La victoria del FRODEBU quedó completa en las legislativas del 30 de junio, al conseguir 65 de los 81 escaños de la Asamblea Nacional y el 72,5% de los votos (16 y 21,8% el UPRONA), voluminosos desenlaces dada la base principalmente hutu de este partido. Buyoya (cosa infrecuente en la zona) aceptó su derrota y trasfirió la presidencia a Ndadaye el 2 de junio, poniendo refulgente conclusión a la transición democrática.

Tras tres años distanciado del primer chato político, en los que el país se sumergió en una trágica espiral de crisis institucionales, magnicidios (como el de Ndadaye, ejecutado en un intento de cuajo militar tutsi el 21 de octubre de 1993), matanzas interétnicas y, por último, la guerra civil, Buyoya resurgió como figura elegida por el ejército en su golpe de Estado del 25 de julio de 1996 para intentar poner coto a la explosiva situación. Se confiaba en la moderación y virtudes conciliadoras de Buyoya, pero los embates de la guerrilla hutu del Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia (CNDD) y, por el lado tutsi, de milicias exagerados y elementos del ejército incontrolados, siguieron con sueca intensidad, conservando la crueldad extendida.

Además de esto, Buyoya tuvo que enfrentar el aislamiento exterior, desde el instante en que el 31 de julio los amos de Estado de la zona (Etiopía, Kenia, Zambia, Tanzania, Uganda y Ruanda) eligieron en Arusha (Tanzania) utilizar sanciones mientras que Buyoya no levantara la suspensión a los partidos, reabriera la Asamblea Nacional y accediese a negociar con el CNDD. El 12 de septiembre de 1996, acató ámbas primeras demandas, pero no la tercera, y el 16 de abril de 1997 vio levantado el embargo por lo que respecta a alimentos y medicinas.

El propio Buyoya ha podido ayudar a esta cima como espectador, y el 28 de mayo de 1997 visitó a las autoridades ruandesas en Kigali, en pelea contra sus rebeldes hutus. Condenas a su régimen inconstitucional aparte, Buyoya cooperó cautamente con los regímenes de Ruanda y Uganda en su abierta asistencia al líder rebelde congoleño L. Kabila, que se realizó con el poder en el viejo Zaire en el mes de mayo de 1997. Cuando por año siguiente se levantó una rebelión contra Kabila animada por sus socios de la víspera, Ruanda y Uganda, de nuevo carácter pro-tutsi, el gobierno burundés dispuso una injerencia con tropas solamente disimulada.

El 11 de junio de 1998 Buyoya se realizó proclamar presidente constitucional y formó un gobierno transitorio de coalición con el FRODEBU, al paso que profundizó su deber de paz con el CNDD, crecientemente osado en sus incursiones armadas, que dañaron a nuestra capital, Bujumbura. El ostracismo regional tocó a su fin en el mes de enero de 1999 con el alzamiento de las sanciones, pero no sucedió lo mismo con la intermitente crueldad insurrecto, escasamente permeable a las consecutivas ideas de paz.

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