Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la relevancia que tuvo Pedro Henríquez Ureña en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que estuvo en la tierra fue determinante no sólo para quienes conocieron a Pedro Henríquez Ureña, sino que a caso legó una huella mucho más profunda de lo que logremosfigurar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Pedro Henríquez Ureña en persona.Pedro Henríquez Ureña ha sido un ser humano que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Apreciar lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Pedro Henríquez Ureña, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa sustancial para que seamos capaces de valorar no sólo la vida de Pedro Henríquez Ureña, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Pedro Henríquez Ureña, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Pedro Henríquez Ureña influyó, y por supuesto, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Pedro Henríquez Ureña.
(Santo Domingo, 1884 - Buenos Aires, 1946) Escritor y humanista dominicano. Hijo de la versista Salomé Ureña de Henríquez, fue entre las figuras mucho más sólidas y estimables de la civilización dominicana. Su vida literaria comenzó a los catorce años, con la publicación de una compilación de poemas llamada Aquí abajo. En 1901 se trasladó a Nueva York a cursar estudios universitarios. De aquella localidad pasó a La Habana (Cuba), donde en 1905 apareció su primer libro, Ensayos críticos, para pasar entonces a México, donde continuaría entre 1906 y 1913.
En 1914 volvió a la ciudad más importante cubana, donde publicó una investigación sobre Hernán Pérez de Ayala. Entre 1915 y 1916 radicó en las ciudades de Washington y Nueva York; en Estados Unidos dio a la imprenta Las novedosas estrellas de Heredia (1918). Ese mismo año ingresó en la Universidad de Minnesota, donde se sostuvo como enseñante hasta 1921. Durante esa época viajó a España en 2 ocasiones y estableció contacto con Ramón Menéndez Pidal, quien escribió el prólogo a La versificación irregular en la poesía castellana, su proposición doctoral presentada en Minnesota.
De Estados Unidos salió hacia México; allí participó activamente de las políticas avanzadas desde la Secretaría de Educación por José de Vasconcelos, ejercitó la docencia universitaria y fue directivo general de Enseñanza Pública en Puebla. En 1924 se trasladó a Argentina, país en el que residiría hasta su muerte, con una pausa entre 1931 y 1933, en el momento en que atendió el llamado del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo a fin de que se hiciese cargo de la dirección de Educación, tarea que decidió interrumpir. Durante este periodo ocupó una cátedra en la Universidad. En Argentina fue catedrático en las universidades de Buenos Aires y de La Plata. Murió en 1946 mientras que se dirigía en tren hacia esta última localidad a atender sus compromisos académicos.
Erudito de tipo moderno, preocupado por la corrección y la pureza del lenguaje, y enamorado de los tradicionales helenos, latinos y castellanos, Pedro Henríquez Ureña escribió escasas proyectos de imaginación; entre sus piezas literarias aparecen el cuento La Sombra, el poema dramático El nacimiento de Dionisos y ciertas poesías mucho más, en el tono y ámbito del modernismo. Su limpieza literaria corrió parejas con su limpieza espiritual: por caminos opuestos a los de su hermano Max Henríquez Ureña, se distanció en relación ha podido del dictador Trujillo.
Pedro Henríquez Ureña fue un filólogo y un ensayista de verídica altura, con pasión por la facilidad del lenguaje, que intentó adecentar de barroquismos hasta llegar a veces a la sequedad. Son escenciales sus estudios titulados Ensayos críticos (1905); Horas de estudio (1910); Mi España (1912); La versificación irregular en la poesía castellana (1920); Seis ensayos en pos de nuestra expresión (1928); La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo (1936); El español en Santo Domingo (1940); Plenitud de España (1940); Corrientes literarias en la América hispana (1941); y su obra póstuma Historia de la civilización en la América Hispánica (1947).
Son de verídica relevancia sus ensayos sobre Juan Ruiz de Alarcón y sobre Fernán Pérez de Oliva, tal como su recopilación de Romances de América (1913), donde recogió los romances españoles que todavía se recitaban o cantaban en la República Dominicana. Henríquez Ureña es apreciado como entre las mucho más consagrados figuras de las letras de la América de españa.
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