Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la relevancia que detentó Pablo de Olavide en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que estuvo en la tierra fue determinante no sólo para quienes trataron a Pablo de Olavide, sino que a caso produjo una señal mucho más insondable de lo que logremosfigurar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Pablo de Olavide de forma personal.Pablo de Olavide ha sido una de esas personas que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Comprender las luces y las sombras de las personas relevantes como Pablo de Olavide, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa sustancial para que podamos valorar no sólo la vida de Pablo de Olavide, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Pablo de Olavide, personas a quienes de de una forma u otra Pablo de Olavide influyó, y sin duda, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Pablo de Olavide.
(Lima, 1725 - Baeza, 1803) Ilustrado español. Nacido en una rica y también influyente familia criolla de ascendencia navarra, cursó estudios en el elitista Real Colegio de San Martín, y en la Universidad de San Marcos de Lima, donde se licenció y doctoró en Teología, en el año 1740, para un par de años después licenciarse asimismo en Derecho Civil. Su carrera académica acabó en 1742 con la obtención de una cátedra de teología en tal facultad. Al poco tiempo inició su trayectoria judicial, que le llevó, en 1745, a ocupar el puesto de asesor del Tribunal del Consulado y oidor de la Audiencia de Lima.
Pero su rápida ascensión se vio de pronto truncada por su actuación algo mucho más que incierta tras el terremoto que arrasó Lima, en 1746, en el que murió su padre. Olavide fue acusado de ocultación de la herencia paterna y de malversación de caudales, lo que provocó su caída en desgracia en la administración colonial. Pablo de Olavide marchó hacia España, en 1750, para justificar su conducta frente a las autoridades del Consejo de Indias. En el año 1754 fue encarcelado y se incautaron sus recursos, pero poco después ha podido hallar la independencia bajo fianza.
Una vez libre de todo cargo, se casó con Isabel de los Ríos, rica viuda que le donó su fortuna. Gracias a este matrimonio, claramente de conveniencia, Pablo de Olavide ha podido comenzar a recobrar su estropeada situación popular y saldar sus tienes la justicia, a través de el pago de una multa y una corto inhabilitación para desempeñar cargos públicos.
Entre los años 1757 y 1765 efectuó tres largos viajes por Francia y también Italia, que le brindaron la posibilidad de comprender a las figuras mucho más esenciales de la Ilustración europea. Gracias a su novedosa situación social y económica, Pablo de Olavide transformó su casa de Madrid en entre los centros de asamblea de la elite ilustrada.
Olavide supo aprovecharse de los predominantes individuos que iba conociendo en la Corte, merced a los que ha podido reanudar su truncada carrera en la administración, ayudado asimismo por la novedosa coyuntura política que aparece después de los motines del año 1766. Ese mismo año fue nombrado directivo de los Reales Hospicios de San Fernando y de Madrid, y en el año 1767 fue designado síndico personero del Ayuntamiento de Madrid.
Olavide siempre y en todo momento apoyó y defendió la política reformista llevada a cabo por Campomanes y el conde de Aranda, el que lo tomaría bajo su protección directa, ofreciéndole, en 1767, el cargo de superintendente de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, para regentar la realización del mayor emprendimiento de colonización agraria realizado en el reinado de Carlos III. Para remarcar sus atribuciones y progresar el control sobre el emprendimiento, asimismo fue nombrado asistente corregidor de Sevilla y también gobernador del ejército de Andalucía.
A lo largo del tiempo que Olavide estuvo adelante de semejante emprendimiento (hasta el año 1775), realizó 2 de los proyectos mucho más representativos y también esenciales del reformismo ilustrado: el Plan de Estudios para la Universidad de Sevilla, del año 1767, y el Informe sobre la Ley Agraria, del año 1768. La actuación de Pablo de Olavide en Sevilla se extendió hacia campos y esferas muy distintas: el saneamiento de la hacienda municipal y la optimización del abastecimiento de la población; la reforma y secularización de la asistencia popular; las proyectos públicas y el urbanismo; la animación cultural, etcétera.
Pero, sin duda, su actuación mucho más destacable la efectuó adelante de la colonización de Sierra Morena, emprendimiento del que fue su máximo motor y valedor, todo ello más allá de las considerables adversidades, de todo género, que debió sortear. En el año 1771, Pablo de Olavide había logrado fundar mucho más de 40 nuevos núcleos de población y colonizar una enorme extensión de tierras baldías.
La actividad reformista y modernizadora que desplegó Pablo de Olavide provocó próximamente la oposición de los poderosos campos retrógrados y conservadores de la Corte, los que, desde un comienzo, trataron de ocasionar su caída en desgracia a través de campañas difamatorias de todo género y demandas frente al Santo Trabajo. Pablo de Olavide, debido más que nada a su previo acercamiento con la justicia, próximamente fue puesto en la mira del Tribunal Supremo. El inquisidor general solicitó y consiguió de Carlos III el procesamiento de Olavide, a fines del año 1775.
Este procuró defenderse de las falsas acusaciones que se vertieron contra él, pero no logró socorrer su persona, y en 1776 se dictaminó su encarcelamiento y la confiscación cautelar de sus recursos. Olavide pasó 2 largos años en los calabozos de la Inquisición, hasta el año 1778, en el momento en que se realizó pública su sentencia determinante, por la que fue culpado a ocho años de reclusión en un monasterio. Dicha sentencia provocó un sentimiento general de rechazo por la parte de los círculos ilustrados españoles. A tal indignación se sumaron relevantes representantes de la intelectualidad europea, como fue la situacion de Voltaire y Diderot.
Pablo de Olavide fue recluido, en un comienzo, en el monasterio leonés de Sahagún, pero atendiendo a una súplica de traslado por su mala salud, se le trasladó a un convento de Murcia y se le autorizó a llevar a cabo prolongadas estancias en distintas estaciones termales. Precisamente, a fines de 1780, en el momento en que estaba en el balneario de Caldas de Malavella (Gerona), Olavide aprovechó su cercanía con la frontera francesa para escapar al país vecino.
En el París de los años ochenta, Olavide llevó una vida cómoda y apacible, recobrando sus viejas relaciones sociales, pero ahora distanciado de la política activa. El estallido de la Revolución Francesa fue saludado por el ilustrado español con alegría y promesa, pero gracias a la creciente radicalización del desarrollo, Olavide optó por irse de la ciudad más importante francesa y también instalarse en el campo, en el castillo de Menug-sur-Loire. Pero en el mes de abril del año 1794 fue detenido acusado de extranjero sospechoso de ayudar con la aristocracia, fundamento por el que pasó nueve meses en prisión, con la indecisión de si viviría o no. Con la caída del régimen de terror impuesto por los revolucionarios fue puesto en independencia.
Las angustias y privaciones que pasó en el presidio le provocaron una profunda impresión en el ánimo, que le supuso una vuelta a las prácticas religiosas con un furor nuevo. Fruto de su nuevo estado espiritual, publicó en 1797, en la localidad de Valencia y de manera anónima, el libro El Evangelio en triunfo o la narración de un pensador desengañado. La obra alcanzó un éxito fulgurante, lo que sirvió para hacer más simple su regreso a España, al unísono que se le rehabilitaba públicamente y se le concedía una pensión de por vida. Estableció su vivienda en Baeza, donde llevó en sus últimos años una vida absolutamente ajeno de la política y de la vida popular.
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