La historia de las civilizaciones está contada por aquellos hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han ocasionado quela sociedad, de un modo u otro,avance.
Ya sea inspirando a otros seres humanos o formando parte de la acción. Otón III es una de las personas cuya vida, en verdad, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Otón III es comprender más sobre un periodo concreto de la historia del ser humano.
Las biografías y las vidas de personas que, como Otón III, cautivan nuestra curiosidad, tienen que servirnos siempre como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Otón III, el motivo por el cual Otón III vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.
(Kassel, de hoy Alemania, 979 - Paterno, de hoy Italia, 1002) Rey de Alemania (983-1002) y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (996-1002). Conocido por el apelativo de Mirabilia Mundi, estuvo imbuido de un fuerte sentimiento imperialista y deseó hacer una renovación del Imperio, concibiendo un cosmos católico en el que el emperador y el papa serían co-mandatarios.
Correspondiente a la dinastía de Sajonia, fue hijo del emperador Otón II y de la princesa griega Teofano (Teofania). El mismo año de su nacimiento viajó adjuntado con sus progenitores a Italia y en la dieta de Verona de 983 fue nombrado rey y sustituto de Otón II, empezando rápidamente el viaje para su coronación en Aquisgrán, en el festival de Navidad. Recibió una deliciosa educación al cargo del conde Hoiko y de los obispos Juan de Calabria (obispo de Plasencia) y Bernardo de Hildesheim, completada por el ilustre Gerberto, que después sería papa con el nombre de Silvestre II. Las inusuales condiciones y su enorme talento, le valieron, ahora a lo largo de su etapa de capacitación, el apelativo de Mirabilia Mundi.
Temporada de Regencia
A la desaparición de Otón II (983), Otón III solo tenía tres años de edad y fue encargada la regencia a su madre, la emperatriz Teofano. Inmediatamente fue liberado de su prisión el depuesto duque Enrique el Pendenciero, sobre el que, según con la práctica germánica, debería haber recaído la regencia. En situación, a eso que Enrique aspiraba no era a la regencia, sino más bien al trono. Sin ofrecer tiempo a que sus contrincantes considerasen la cuestión, llegó hasta Colonia y se apoderó del joven rey, que se encontraba bajo la custodia del arzobispo Willigis de Maguncia.
La situación se volvió mucho más complicada con la inopinada aparición de Lotario de Francia como candidato a la regencia, si bien este, cuyo verdadero propósito era ganar predominación sobre Lorena, se retiró enseguida. El centro de la acción regresó al este, donde Enrique se había proclamado rey de Germania con el acompañamiento de sus fieles, más allá de que la reunión de sajones lo depuso y en la reunión de príncipes alemanes conmemorada en Bürstadt los derechos de Otón III fueron reconocidos de manera unánime.
Los primordiales valedores de estos derechos fueron Willigis de Maguncia y Conrado de Suabia, que habían eludido que el depuesto duque de Baviera lograse apoyos en otros ducados. Aislado, el Pendenciero entregó el joven niño al precaución de Teofano y de su abuela Adelaida, en la dieta que se festejó en Rara el 29 de junio de 984.
En un principio, Teofano y Adelaida aceptaron la regencia conjuntamente, pero próximamente empezó a predominar el método de la segunda, que en el momento en que en 989 marchó a hacerse cargo de Italia, dejó solicitado de los temas de Alemania al arzobispo de Maguncia. La abuela del emperador regresó para regresar a asumir la regencia a la desaparición de Teofano en 991.
Derrotada la oposición de Enrique de Baviera, el primordial inconveniente que se propuso a lo largo de la regencia fue la pelea contra los vendos y bohemos. En 990 Teofano había apoyado al duque de Polonia, Mesco, contra Boleslao de Bohemia. En 991 el joven rey ahora participaba en las campañas y se apoderó de Brandeburgo con el apoyo de Mesco, pero la fortaleza fue reconquistada y no fue hasta abril de 993 que Otón volvió a recobrarla. La campaña de 995 contra los vendos restauró en Alemania el bastante orden a fin de que Otón III pudiera proponer su viaje a Italia.
Intervenciones en Italia
El rey aceptó el gobierno en 994, en el momento en que tenía catorce años de edad. La autoridad imperial en Italia se había visto mermada desde la poco afortunada campaña de Otón II en 982, pero Otón III todavía tenía la percepción según la que la Sede Romana era una sede metropolitana en el Imperio. Otón III, imbuido del sueño imperial preconizado por el primer Otón, cruzó los Alpes por el paso de Brenner en el mes de febrero de 996.
Venció la oposición de los veroneses y recibió el juramento de lealtad de los magnates italianos en Pavía, donde le llegó la novedad de la desaparición del papa Juan XV. En Rávena, Otón recibió una delegación que le urgió a fin de que eligiese papa y este designó a su primo, Bruno de Carintia, que reinó como Gregorio V. Aunque era el primer papa alemán, los romanos no enseñaron resistencia al ascenso y el 21 de mayo, Otón III recibió de sus manos la corona imperial.
Su concepción del Imperio distaba de la de sus precursores, como ahora quedó de manifiesto en la historia de historia legendaria de uno de sus sellos: "Renovatio Imperii Romanorum". Mientras Otón el Grande había instituido 2 cancillerías, una para Italia y otra para Alemania, Otón III reunió las dos en la persona de Heriberto, regresando a la tradición carolingia de solo una cancillería para todo el Imperio. Tomando como modelos a Carlomagno y a Constantino, Otón III deseó establecer nuevamente un auténtico Imperio Romano de Occidente. Denunció la Donación de Constantino, apoyó con resolución la reforma de la Iglesia y también procuró detallar una administración imperial fundamentada en el modelo bizantino. Viendo en la Iglesia su primordial aliada, Otón apoyó frecuentemente a los enormes obispos contra la nobleza y los burgueses, en un intento de hacer una teocracia imperial. Sus pretensiones fueron frustradas, no obstante, por visto que su base de poder era Alemania y por consiguiente su control sobre la nobleza italiana se fundamentó en las coaliciones con los poderosos obispos y abades.
Ni el emperador ni el nuevo papa estaban prestos a dejar que siguiese la institución del patriciado de roma. Crescencio fue juzgado por sus ofensas a Juan XV y culpado al exilio, más allá de que fue perdonado por requerimiento del papa. La culminación de los proyectos italianos de Otón III había sido simple y rápida y el emperador tomó el sendero de Alemania. Pero los romanos detestaban a su papa alemán y en el mes de septiembre de 996 Crescencio recobró el poder y expulsó de Roma a Gregorio, que debió resguardarse en Pavía.
El emperador envió a su padrino, Juan Philagathus, arzobispo de Piacenza, que, continuando la política de Teofano de coalición con los patricios romanos, cedió a las demandas de Crescencio. Esto solo era para ahorrar tiempo, en tanto que a fines de 997 el emperador volvió a atravesar los Alpes y llegó a Roma, donde en el mes de febrero de 998 volvió a disponer a Gregorio. Juan XVI, el antipapa patrocinado por el patricio, fue tomado, cegado y mutilado, y nuestro Crescencio, que se había refugiado en el castillo de Sant Angelo, cayó preso y fue ejecutado.
Otón III aún estaba en Italia, alternado temas de Iglesia y de Estado, en el momento en que el papa Gregorio murió en el mes de febrero de 999. Fiel a su política, Otón volvió a escoger otro papa no de roma en la persona de Gerberto de Aurillac, Silvestre II, que fue el primer papa francés. Este, siguiendo el sendero de la vieja Curia, reclamó la supremacía del Sacerdocio sobre el Imperio, desmarcándose del sueño imperial de Otón III.
En 1000 Otón III logró una peregrinación a la tumba de su amigo Adalberto, en Gnesen, donde erigió un obispado designado a beneficiar la emancipación de los eslavos del este. Practicó mortificaciones al lado de la tumba de una asceta, y también logró abrir el sepulcro de Carlomagno, en Aquisgrán. Después, en Roma se halló con el papa y se vio obligado a dejar la localidad. Tampoco ha podido tener los señores alemanes para ofrecer cumplimiento a sus sueños de Imperio universal y restauración de la Ciudad Eterna. Tras su muerte se logró mover su cuerpo a Aquisgrán. Su tumba fue descubierta en el siglo XX.
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