La historia de la civilización la cuentan las mujeres y hombres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela humanidad, de una forma u otra,avance.
Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la trascendencia que atesoró Oswald Spengler en la historia. El modo en que vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que estuvo en el mundo fue determinante no sólo para quienes trataron a Oswald Spengler, sino que quizá dejó una señal mucho más honda de lo que logremosfigurar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Oswald Spengler de modo personal.Oswald Spengler ha sido uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
(Blankenburg-am-Harz, 1880 - Munich, 1936) Filósofo alemán. Estudió matemáticas, ciencias naturales y economía. Su obra primordial, La caída de Occidente (2 vols., 1918, 1922), tuvo prontísimo un colosal éxito entre el público. Durante cierto tiempo el nazismo le mereció un juicio positivo (Los años definitivos, 1933), si bien después ironizaría ferozmente contra Hitler, los nazis y su escasa sabiduría. En 1931 publicó El hombre y la técnica. Contribución a una filosofía de la vida.
Spengler se conoce como gerente del historicismo y por su teoría de la Kultur expuesta en La caída de Occidente. En el centro de su doctrina está la iniciativa de la pluralidad cultural de la raza humana. La civilización, en singular, no existe. La historia, como manifestación que es de la vida, se nos proporciona con los requisitos de toda situación viviente, o sea, articulada y también interrelacionada como están las partes activas de un organismo. La historia es exactamente lo mismo que un desarrollo biológico, y, como tal, pasa por etapas primordiales de gestación, nacimiento, avance y consumación. De lo que se prosigue que una cierta concreción histórica, o sea, una cultura, tuvo unos antecedentes, nace, actúa en un avance propio y se extingue en el final de ese desarrollo natural (son lo que Spengler llama las 4 edades de la civilización).
Con este esquema fijo se aproxima Spengler al estudio de las distintas etnias: la Oriental, la Antigua, la de todo el mundo árabe y la de Occidente. Según él, la gestación de una cultura se específica en primer lugar en la asimilación de elementos mítico-místicos; prosigue a ello la rebeldía contra la tradición, al unísono que se realiza un esqueleto científico. Una tercera etapa piensa la hegemonía de la razón y el ejercicio de los valores democráticos. Por último, la cuarta etapa, o de caída, piensa un instante de enfriamiento racionalista, con la ineludible aparición del escepticismo, el materialismo y el paganismo.
Aplicado a la civilización occidental, este esquema exhibe que se ha fatigado su milenario impulso. Así, a la religión prosigue el socialismo como irreligión, la economía por el momento no es apuntada por la política, al tiempo que el dinero se convirtió en el punto de referencia de toda realización, y la vida se nucléa en unas escasas metrópolis. La sublevación de las masas y de los "pueblos de color" (expresión que en Spengler indica a los pueblos de Europa oriental y meridional) convierte la técnica en una ramplona instrumentalidad desprovista de aristocracia. Pero antes de la barbarie, debe de venir la época del cesarismo.
Frente todo lo mencionado, al hombre solo le queda admitir el destino que le resulta impuesto por la necesidad histórica. La obra mayor de Spengler acaba con la expresión: Ducunt fata volentem, nolentem trahunt. La doctrina de Spengler se puede caracterizar diciendo que es la expresión mucho más especial de una época en que el hombre ha perdido la fe en su aptitud de efectuar ideas novedosas y de influir en el curso de los hechos. Al éxito de su doctrina contribuyó no poco su impresionante estilo literario, que ejercitó una auténtica fuerza embriagadora.
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