La historia universal está contada por aquellos hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han ocasionado queel mundo, de una forma u otra,progrese.
(Navarra, 925 - Córdoba, 962) Rey de León (958-960), apodado el Malo o el Jorobado. Era hijo único del rey de León Alfonso IV el Monje y de la mujer de este, la princesa navarra Oneca Sánchez.
Tras la proclamación de Sancho I, Fernán González decidió explotar la insuficiente situación del nuevo monarca en su beneficio, concediendo la mano de su hija Urraca (viuda de Ordoño III) a Ordoño IV en el año 957, puesto que este era el único con la capacidad de cuestionar la legitimidad del gobierno de Sancho I, y, gracias a su inexperiencia en el manejo de los temas de gobierno, parecía simple de conducir. Pero más allá de que Fernán González prestó su acompañamiento a Ordoño, su candidatura no debió calar muy hondo entre los castellanos, ya que prontísimo se realizó visible para bastantes su falta de características (con frecuencia fue descrito como un hombre ruin y egoísta, por eso recibiese el alias de Ordoño el Malo).
Fernán González se favoreció del espectacular descontento que se apoderó de los nobles del reino, tras constatar que la extrema obesidad de Sancho I le impedía hacerse cargo de la defensa de sus pertenencias, más que nada tras la victoriosa expedición musulmana del verano del año 957. Finalmente, la llegada de las tropas de Ordoño a tierras gallegas forzó a Sancho I a escapar a Navarra, con lo que el sendero de quedó libre de óbices y este ha podido ocupar el trono. Probablemente Ordoño IV fue recibido por los nobles leoneses por el espectacular descontento que provocaba la figura de Sancho I. Por lo relacionado a los gallegos, los varios contactos del conde Fernán González en este territorio fueron vitales en el momento de comprender la reacción conveniente de estos hacia el nuevo monarca.
A lo largo de su corto orden, Ordoño IV dio sobradas pruebas de su incapacidad para el manejo de los temas de Estado y más que nada, su visible falta de tacto ofendió a los nobles del reino, que de a poco fueron abandonando su causa. La soledad de Ordoño IV se puso de manifiesto en el mes de marzo del año 959, tras recibir la novedad de la llegada de Sancho I a Sahagún adelante de un considerable contingente de tropas musulmanas, ya que no tenía efectivos suficientes para ponerse en contra a las tropas de su contrincante. En esta ocasión no podía soliciar contribuye a su asegurador, puesto que Fernán González era atacado por un poderoso ejército que había sido reclutado en Navarra. Estas situaciones forzaron a Ordoño a escapar a Asturias al lado de su mujer y sus 2 hijos.
Instalado Sancho I de nuevo en el trono, Ordoño se vio obligado a dejar Asturias, en tanto que su causa no despertó ningún interés entre los pobladores de la región. Decidió resguardarse al lado de su familia en Burgos, donde aguardaba tener el acompañamiento de los castellanos, los que asimismo le brindaron la espalda y le forzaron a dejar el territorio.
Partió con una achicada escolta a tierras cordobesas, donde fue recibido por los ayudantes de al-Hakam II. Ordoño IV solicitó la colaboración del califa para recobrar su autoridad, pero más allá de que consiguió una contestación conveniente del sustituto de Abd al-Rahman III, semeja que el cordobés jamás estuvo entusiasmado verdaderamente en prestarle su asistencia; usó las pretensiones de este para apretar a Sancho I, el que se mostraba reluctante en el momento de dar las plazas fronterizas que había prometido al previo califa en lugar de su asistencia. Sellada la paz entre Sancho I y al-Hakam II, Ordoño se vio obligado a abandonar sus proyectos.
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