La historia universal la cuentan aquellas personas queen el transcurrir de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho queel mundo, de una forma u otra,prospere.
Ya sea inspirando a más seres humanos o formando parte de la acción. Ordoño I es uno de esos seres humanos cuya vida, indudablemente, merece nuestro interés debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Ordoño I es conocer más sobre periodo preciso de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la relevancia que tuvo Ordoño I en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para las personas que trataron a Ordoño I, sino que a caso dejó una huella mucho más profunda de lo que logremossospechar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Ordoño I de forma personal.Ordoño I ha sido una de esas personas que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Ordoño I, atraen nuestra curiosidad, tienen que ayudarnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Ordoño I, el motivo por qué Ordoño I vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inevitable, la historia.
(Oviedo, 821 - 866) Undécimo rey de Asturias (850-866) que amplió claramente las fronteras del reino. Hijo del monarca asturiano Ramiro I y de la primera mujer de este, pasó los primeros años de su historia en Oviedo, en la corte del asegurador de su padre, el asimismo monarca Alfonso II el Casto.
Ordoño, en su calidad de hijo primogénito, debió ocupar una situación señalada desde su nacimiento, ya que el citado Ramiro probablemente desde su juventud fue asociado al trono y el rey Casto expresó en distintas oportunidades su deseo de que, a su muerte, este ocupase su trono, ya que no tenía descendientes, más allá de que hasta ese instante la corona había preservado su carácter electivo.
En el año 830, tras el ascenso de Ramiro como gobernador de Galicia, Ordoño, que contaba en aquel tiempo nueve años, acompañó a su familia a tierras gallegas. Instalada la corte del gobernador en Lugo, fue en esta localidad donde Ordoño completó su educación y también inició su capacitación militar, donde prontísimo resaltó por su capacidad en el manejo de las armas.
Durante los años siguientes la vida de Ordoño debió ser cómoda en Galicia, puesto que su padre, lejos de hallar oposición a su gobierno, formó un sólido conjunto de ayudantes, los que le brindaron prueba de su lealtad más tarde. Ordoño, desde su adolescencia, debió acompañar a su padre, probablemente con la intención de familiarizarse con el desempeño de las diferentes instituciones y más que nada en los complicados engranajes que conformaban la vida de la corte.
De esta manera, su padre le confió que se hiciese cargo de las funcionalidades de gobernador mientras que él asistía a las Vardulias en el año 842, para casarse con la que sería su segunda mujer, Paterna. Mucho cambió entonces la vida del joven, ya que poco tiempo después se conoció la novedad de que Alfonso II había fallecido en Oviedo, con lo que todo parecía señalar que la proclamación de Ramiro sería inminente.
Lamentablemente para Ramiro, el hallarse distanciado de la corte en el instante del fallecimiento del monarca estuvo a puntito de truncar sus pretensiones, puesto que un noble llamado Neopocioano, contando con el acompañamiento de un conjunto de visibles, se realizó proclamar rey de Asturias. Ordoño debió formar parte en las tareas para ordenar el ejército que su padre pretendía usar en oposición a Neopociano, si bien no marchó al lado de él, sino se quedó en Galicia, ocupando el citado puesto de gobernador, puesto en el que fue afirmado ese año, tras el advenimiento al trono de Ramiro I.
Firmemente asentado en como gobernador, a la edad de 26 años, en el año 847, Ordoño contrajo matrimonio con una noble de la zona, probablemente una hermana del conde del Bierzo, Gatón, llamada Muniadona o Muña. Dicho matrimonio tuvo una voluminosa descendencia, puesto que según quedó registrado en distintas crónicas, Ordoño fue padre en cuando menos seis oportunidades; entre sus descendientes, luce por su relevancia su hijo primogénito, el futuro Alfonso III el Magno.
El 1 de enero del 850 murió Ramiro I en Oviedo, tras ocho años de reinado, siendo sucedido por su hijo Ordoño, el que fue el primer monarca asturiano en heredar el cargo, sin anterior decisión. Poco tras su proclamación debió realizar en frente de una sublevación de los vascones, los que contaron aparentemente con el acompañamiento de los Banu Qasi. Ordoño I logró someter a los rebeldes, si bien en el momento en que estaba de regreso a Oviedo recibió la novedad de que un ejército musulmán tenía intención de agredir la zona de las Vardulias. Dicho ejército no logró su propósito y se vio obligado a regresar a al-Andalus, tras ser frenado por Ordoño a riberas del Ebro.
A pesar de sus victorias, la situación no mejoró, puesto que tras estas campañas, el gobernador de Zaragoza, Musa ibn Musa (800-862), decidió crear una fortaleza en la localidad de Albaida, de hoy Albelda, la que suponía un colosal riesgo para los intereses de Ordoño, en tanto que los siempre y en todo momento levantiscos vascones podrían explotar la coyuntura para sumarse a los Banu Qasi en contra suya. Rápidamente reordenó el monarca su ejército y se dirigió a la fortaleza. Tras alzar su campamento en los aledaños de la citada localidad, empezó su asedio. Musa ibn Musa asistió de forma rápida en auxilio de sus hombres, pero tras una dura guerra debió retirarse mal herido y la localidad fue asolada.
Está claro que la complicada situación política que se vivió en al-Andalus en esos años fue habilidosamente aprovechada por Ordoño I, el que emprendió esenciales campañas para acrecentar sus dominios. En el año 854, tras generarse la sublevación de Toledo, no tardó en mandar un ejército en su auxilio, el que fue comandado por su cuñado el conde del Bierzo, Gatón, si bien la campaña no consiguió el éxito que este aguardaba, puesto que nuestro emir cordobés, Muhammad I (823-886), asistió para sofocar la rebelión, venciendo a los ejércitos toledanos y asturianos en la guerra de Guadalete.
A pesar de lo que aseguran las crónicas musulmanas, las pérdidas de los cristianos no debieron ser tan altas, puesto que el conde del Bierzo participó en esenciales campañas poco después y Toledo preservó su independencia. Pero no todo fueron derrotas para los ejércitos de Ordoño, puesto que poco tiempo tras este hecho, Ordoño organizó múltiples expediciones que tuvieron un destacable éxito. Inició una incursión por tierras de al-Andalus, llegando a ocupar ciudades como Salamanca o Coria, donde tomó preso a su gobernador y ordenó a ciertos de sus hombres de seguridad que reconstruyesen las murallas de esenciales ciudades, que si bien habían sido reconquistadas en tiempos de Alfonso I el Católico, no habían sido pobladas, como es la situacion de Tuy, Astorga, León o Amaya.
Muhammad I procuró castigar la audacia del rey católico y envió 2 expediciones consecutivas en contra suya en el año 862 y el 863. En la segunda, los ejércitos musulmanes penetraron por la región de Álava y la primitiva Castilla y atacaron la zona de Miranda, tras lo que fueron sorprendidos por los ejércitos de Ordoño, que cortaron su retirada hacia el sur. Probablemente en Pancorvo sucedió una sanguinolenta guerra, que debió tener secuelas catastróficas para los cordobeses, puesto que estos no empezaron ninguna expedición el año siguiente (864). El emir logró mandar años después un ejercito, compuesto por soldados de toda al-Andalus, que destrozó la fortaleza cristiana de Frías.
No se vio libre tampoco Ordoño de los asaltos de los piratas normandos, que entre los años 858 y 861 hicieron varias incursiones en la Península Ibérica; procuraron agredir las costas gallegas y fueron rechazados por el conde Pedro. Durante los últimos años de su historia, Ordoño no ha podido formar parte activamente en las campañas protectoras llevadas a cabo contra los musulmanes, si bien su círculo de ayudantes siempre y en todo momento tuvo muy presente las críticas del monarca. Enfermo de gota, su salud salió haciendo más débil de a poco, hasta el momento en que murió a la edad de 45 años. A su muerte el trono asturiano fue ocupado por el Alfonso III el Magno.
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Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son decididamente imprescindibles, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de un ser como Ordoño I, que poseyó su relevancia en un momento concreto de la historia, es vital tratar de ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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