Oliver Kahn

Conocer lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Oliver Kahn, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo sustancial para que podamos valorar no sólo la vida de Oliver Kahn, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Oliver Kahn, personas a quienes de de una forma u otra Oliver Kahn influyó, y desde luego, comprender y entender cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Oliver Kahn.

Las biografías y las vidas de personas que, como Oliver Kahn, atraen nuestro interés, deben ayudarnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Oliver Kahn, el motivo por qué Oliver Kahn vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Oliver Kahn

(Karlsruhe, 1969) Guardameta alemán. Oliver Kahn nació el 15 de junio de 1969 en la localidad alemana de Karlsruhe. En su niñez pasaba las horas libres cortando el césped del jardín de su casa frente a los reproches de su madre, que le animaba a salir a la calle con sus amigos. Siempre fue un autodidacto y desarrolló un exacerbado perfeccionismo con tal de proseguir las huellas de su admirado Sepp Maier, el legendario guardameta alemán de los años setenta, cuya eficiente sobriedad solo Kahn sería con la capacidad de emular.

Del Karlsruhe al Bayern de Munich

En 1976 comenzó a divertirse a fútbol (siempre y en todo momento como guardameta) en las categorías inferiores del Karlsruhe, F. C., el aparato de su localidad natal, con el que comenzó en la Bundesliga en 1990 tras ser en todo el mundo en todas y cada una de las categorías principantes.

Al terminar la temporada 1992-1993 y haber ganado con su aparato la Copa de la UEFA, acaparó el interés de los clubes punteros de Alemania y del resto del conjunto de naciones europeo. En la temporada 1994-1995, fue traspasado al Bayern de Munich por un número nunca pagada hasta el día de hoy en Alemania por un guardameta: 2,5 millones de euros.

Pero su trayectoria ascendiente padeció un brusco parón en el mes de noviembre de 1994: una grave lesión de tendones cruzados le dejó desactivado a lo largo de medio año. En sus largas horas de inmovilidad Kahn meditó. Se dio cuenta de que le quedaban varios defectos por pulimentar y que solo podría lograr la situación de número uno a partir de trabajo. Se sumergió en el estudio de la preparación de guardametas y regresó a la competición con mayor entusiasmo y con una forma de pensar de ganador nato que le transformaría en un semidiós para los apasionados alemanes. Aquella sepa forzosa fue, por consiguiente, efectiva.

Debutó como en todo el mundo absoluto en el primer mes del verano de 1995 en un acercamiento contra Suiza, después de ser el suplente de Bodo Illgner en el Campeonato del Mundo de 1994, en el que no jugó ni un solo minuto. En 1996 tuvo una actuación estelar en la Bundesliga.

No obstante, en el Campeonato de Europa de elijas festejado en el verano de aquel año en Inglaterra, calentó nuevamente banquillo. La frustración se acentuó en el Mundial de Francia de 1998, donde tampoco llegó a saltar al campo por el hecho de que el portero titular, Andreas Köpke, satisfizo las esperanzas del seleccionador, frente al desespero de los apasionados alemanes, para todos los que «King Kahn», como era ahora apodado, se había transformado en el indiscutible número uno entre los guardametas no solo alemanes sino más bien de todo el mundo.

En aquella temporada, defendiendo la portería del Bayern de Munich, ganó el título de la Bundesliga en 1997 y 1999. No obstante, el año 1999 fue fatídico para el entonces engreído «tigre Kahn», por el hecho de que el Bayern perdió la final de la Liga de Campeones contra el Manchester United al cuadrar 2 tantos en los 2 últimos minutos, en el momento en que el aparato alemán tocaba ahora la copa continental tras haber logrado una virtud de un gol a cero.

Titular indiscutible de la selección

En 2000, tras apoderarse el llamado «doblete» -el título de la Bundesliga y el de la Copa Nacional-, lo que propició que fuera escogido Mejor Futbolista Alemán del Año y Mejor Portero de Europa, se transformó en titular indiscutible de la selección alemana, con la que disputó la Eurocopa conmemorada en Holanda y Bélgica, donde los alemanes no pasaron de los octavos de final.

En 2001 fue sin discusión el más destacable guardameta de la Bundesliga, cuyo título se adjudicó el Bayern de Munich. Aquel año Kahn remató la temporada transformándose en el héroe de la final de la Liga de Campeones en oposición al Valencia, C. F., conmemorada el 23 de mayo en el estadio de San Siro, en Milán. Se confirmaba de esta manera la historia negra del valencianismo frente a los equipos alemanes, ya que ahora en 1993, en el momento en que Kahn defendía la portería del Karlsruhe, F. C., el aparato levantino fue vapuleado por el teutón en la final de la Copa de la UEFA por un contundente 6-2.

Tras hallar el título europeo, Kahn decidió editar drásticamente su estética y comenzó a enfundarse trajes de los más destacados sastres, después de ser a lo largo de años un greñudo guardameta que vestía siempre y en todo momento de sport y también amedrentaba a los delanteros tanto por sus características como defensor de la portería como por su rostro desencajado y de mirada desafiante. Puso guinda por año coronándose vencedor intercontinental.

En el Mundial de Corea y Japón 2002, Kahn tuvo actuaciones soberbias que dejaron a una poco refulgente selección alemana plantarse en la final en el estadio de Tokio, donde, no obstante, un resonante fallo del guardameta dejó que Brasil se proclamase pentacampeona. En la distribución de premios, Oliver fue la imagen mucho más representativa del mal que provocó en las filas alemanas aquella derrota. Su fallo marcó la final, con lo que se mostró muy contrariado: «Cometer un fallo es siempre y en todo momento desilusionante y lamentable, pero lo es diez ocasiones mucho más en el momento en que se genera en un partido por el título. No acercamiento consuelo. Tenía que haber atrapado aquel balón, pero se me escapó», declaró frente a la prensa, abatido.

Reconocimiento en todo el mundo

A pesar de aquel resonante fallo, Kahn fue el jugador mucho más votado por los seleccionadores de los equipos competidores para adjudicarse el Balón de Oro concedido por Adidas, espónsor oficial del acontecimiento. De esta forma, el capitán de la selección de la Alemania reunificada se transformaba en el primer guardameta que conseguía este galardón.

Más allá de que su designación por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) como mejor jugador del Mundial fue polémica, pues para este galardón sonaban los nombres de los vencedores brasileiros Ronaldo y Rivaldo, el guardameta de la selección alemana se ganó a pulso el premio que le concedió la votación de los cronistas, quienes debieron seleccionar entre los diez players designados por el Grupo de Estudios Técnicos (GET) del máximo organismo en todo el mundo que funciona los sitios del fútbol: Kahn solo encajó tres tantos, 2 de ellos en la final. De esta forma, el portero alemán sucedía en el trono a múltiples míticos goleadores desde el momento en que este galardón fuera instituido por la FIFA en el Mundial de España (1982): el italiano Paolo Rossi (1982), el argentino Diego Armando Maradona (1986), el asimismo italiano Salvatore Schillachi (1990), y los brasileiros Romário (1994) y Ronaldo (1998), quien asimismo recibió este galardón sin ser vencedor.

Kahn se realizó acreedor, además de esto, de otro galardón: el Premio Yashin, que la FIFA otorga al mejor portero del Mundial. Este premio recibe el nombre en homenaje al ex- arquero soviético Lev Yashin, figura señalada en los Mundiales de 1958, 1962 y 1966 y considerado por los entendidos y aun sencillos apasionados como el más destacable de la historia al lado del español Ricardo Zamora, quien defendió la portería de España en una temporada donde la sepa de la televisión quitaba resonancia mundial a las figuras del balompié.

Kahn se percató al fin de que le iba mejor el tono sereno que había brindado en el Mundial de Corea y Japón, tras haber pertenecido a lo largo de años a esa estirpe de porteros alemanes que son mucho más populares por su soberbia y sus pésimos métodos que por su calidad futbolística. Desde que a los siete años recibió como obsequio una compilación de cromos del guardameta Maier, decidió continuar sus pasos. Y lo consiguió con creces: «Se está transformando en inmortal», dijo de él nuestro Maier, de hoy entrenador de porteros en Alemania y historia de historia legendaria de la selección.

Casado y padre de una pequeña natural de enero de 2000, Kahn hizo propaganda para televisión, le encanta jugar en bolsa y es un empedernido practicante de golf, especialmente si puede retar a su presidente y amigo Franz Beckenbauer, a quien no se fatiga de reiterar que él muestra el récord de imbatibilidad en la Bundesliga (ocho partidos). Aunque la derrota en la final mundialista le sumergió en una destacable depresión que próximo estuvo de separarle del fútbol en activo, proseguiría siendo perfeccionista y absolutamente nadie se entrenaría tan duro como él ni tendría semejantes intenciones de vencer al contrincante, por el hecho de que, a sus treinta y tres años, cobijaba aún el deseo de retirarse tras disputar y ganar el Campeonato del Mundo de 2006.

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