Apreciar lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Olimpia de Gouges, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo sustancial para que podamos valorar no sólo la existencia de Olimpia de Gouges, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Olimpia de Gouges, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Olimpia de Gouges influenció, y sin duda, entender y comprender cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Olimpia de Gouges.
(Marie Gouze; Montauban, 1748 - París, 1793) Escritora y heroína francesa que reclamó la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en el contexto de la Revolución Francesa, con lo que se considera una predecesora del moderno feminismo.
Hija de una vendedora de elementos de tocador (su padre fue, según unos, Luis XV, y según otros historiadores, el poeta Lefranc de Pompignan), contrajo matrimonio a los quince años con un tal Aubry, el que murió al poco tiempo, dejándole unos 70.000 francos de renta. Pasó entonces a París, en donde tomó el nombre de Olimpia de Gouges y se dedicó a la literatura.
Al reventar la Revolución Francesa adoptó al comienzo sus ideas, pero después combatió el sistema del Terror y a sus hombres con una energía que la conduciría al cadalso. Se afirma que había tratado de ocuparse de la defensa de Luis XVI, y que siendo el rey ejecutado envió una carta insultante a Robespierre, el que entregó a Olimpia al tribunal innovador, que la condenó a fallecer en la guillotina.
Olimpia de Gouges escribió un elevado número de proyectos para el teatro, así como Zamore y Myrza, Lucinda y Cardenio, El matrimonio de Chérubin, El hombre desprendido, El pensador corregido y Molière en la casa de Ninon, de las que solo la primera, de ideología abolicionista, logró ser aceptada en la Comedia Francesa, y se representó en 1789 con el título La esclavitud de los negros o el feliz naufragio.
A lo largo de los días de su actividad política dio al teatro tres proyectos mucho más: Mirabeau en los Campos Elíseos (1791), El convento o los votos forzados (1792) y Les Vivandiers (1793). Escribió, además de esto, El príncipe pensador, obra donde, con apariencia de cuento oriental, muestra sus ideas sobre los derechos de las mujeres, y varios opúsculos sobre cuestiones sociales, como El espíritu, Las tres urnas y Un testamento político. De entre todos ellos resalta la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana (1791), título que calcó de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (1789).
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