La historia de la civilización está contada por las personas quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han hecho queel género humano, de un modo u otro,prospere.
(Turín, 1909 - 2004) Ensayista, instructor y teorético del pensamiento político. Norberto Bobbio nació el 18 de octubre de 1909 en Turín, en el seno de una familia acomodada y parcialmente progresista. Su padre, Luigi Bobbio, era entre los cirujanos mucho más reputados de la región. El joven Norberto tuvo una niñez y una adolescencia contentos, protegido como se encontraba por el ambiente paterno. Tuvo por compañero de clase al escritor Cesare Pavese, con quien compartió, entre otras muchas cosas, el entusiasmo por el idioma inglés y los tradicionales de la literatura anglosajona. Su pasión creciente por la lectura se desarrolló en un ámbito familiar despreocupado, sin obsesiones elististas ni políticas.
Aunque este ambiente familiar era filofascista, como por norma general ocurría en toda la burguesía italiana de la temporada, en el momento en que en 1919 Bobbio entró a estudiar en el Liceo Massimo d’Azeglio se halló con que la mayor parte del profesorado era abiertamente antimussoliniano. La educación política le llegó al pensador por esta vía, mucho más específicamente merced a profesores como Zino Zizi o Augusto Monti. También ciertos amigos que prosiguieron aprendiendo con él en la facultad, como Leone Ginzburg y Vittorio Foa, fueron eficientes en la posterior «conversión» ideológica de un joven hasta el momento sin destacables inquietudes en este lote.
Militante antifascista
En 1927 Bobbio ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Turín. En aquel tiempo todavía pertenecía a los Grupos Universitarios Fascistas (GUP), si bien las citadas compañías, unidas a ciertos capítulos específicos, fueron desvinculándolo de esta vaga militancia. En 1935, una operación de la policía fascista terminó con el arresto domiciliario de Norberto Bobbio, dado a que la mayoría de sus amigos formaban una parte de la asociación izquierdista Justicia y Independencia.
Poco tiempo después empezó su currículo como instructor universitario, que en 1938 le llevó a la cátedra de filosofía del derecho de la Universidad de Siena. En 1939 tomó contacto por vez primera con el pensamiento de Thomas Hobbes, pensador que inspiraría una gran parte de su pensamiento político y del que se le considera entre los mayores expertos.
La militancia fascista de Bobbio había sido hasta esa temporada puramente anecdótica (varios ciudadanos estaban afiliados al Fascio únicamente por causas prácticas, sin tener por este motivo simpatía por Mussolini y sus ideas), en tanto que en verdad la práctica integridad de sus amigos pertenecía a círculos antifascistas.
Al llegar los años 40, Bobbio cambió su actitud y pasó a militar abierta y responsablemente contra el fascismo. No en la manera de un marxismo ortodoxo, sino más bien en el marco del movimiento liberalsocialista, que en escaso tiempo se fundió en el Partido de Acción. No puede decirse que, a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, Norberto Bobbio corriese un grave riesgo al adoptar esta posición. Su antifascismo era de extracción burguesa, lo que deseaba decir que aprovechaba los permisos familiares sin por este motivo ponerse un límite a la queja: en 1942 había participado en la fundación de la sección véneta del Partido de Acción.
En 1943 Bobbio se casó con una vieja amiga del Liceo y compañera de militancia, Valeria. Al poco tiempo, un decreto no exageradamente severo ordenó el traslado de Bobbio a la Universidad de Cagliari. Poco después se causó la caída de Mussolini: la debilidad creciente de su partido se tradujo en una militancia mucho más activa por la parte de la resistencia. Bobbio sostuvo contactos con las primeras partidas de partisanos.
Esta actividad le llevó a la prisión, de la que salió en 1944 para volver a Turín. Fueron tiempos duros en los que halló una localidad muy diferente a la que había dejado años atrás: registros continuos, apetito, bombardeos. La unión de las fuerzas de izquierda, ordenadas por el Partido Comunista, se realizó precisa. Bobbio fue el responsable de encargarse de la prensa furtiva del frente.
Intelectual de prestigio
En 1945 se causó el viaje a Inglaterra del que Bobbio ha dicho: «Me sirvió para entender por vez primera la democracia». Una buena experiencia para enfrentar con miras mucho más extensas el panorama de renovación política que acarreó la liberación. Bobbio prosiguió militando en el Partido de Acción, criticando a la Democracia Cristiana por su filiación a la Iglesia y sosteniendo situaciones alejadas respecto a los marxistas y al Partido Socialista. No obstante, el fracaso electoral de su capacitación, que solo logró siete escaños en todo el país, logró que Bobbio decidiese dejar para toda la vida la política activa.
En esa temporada se causó un hecho vital en la vida popular italiana de las próximas décadas: el progresivo alineamiento de la civilización progresista en torno al Partido Comunista (PCI) y su gradual abandono del resto de formaciones políticas de izquierdas. Los «inversionistas» de Bobbio, de corte muy intelectual y enraizado de alguna forma con la tradición histórica del liberalismo europeo, no calaron entre una juventud que votaba de forma masiva al PCI.
Bobbio ahondó en sus estudios sobre historia del pensamiento político. Su prestigio intelectual fue medrando, en parte importante, merced a su aportación a la gaceta Occidente, natural de Milán en 1945 y trasladada a Turín en 1952. El rector de la facultad de la región invitó en verdad a Bobbio, correspondiente al comité de redacción de la publicación, a vocalizar el alegato de apertura del curso académico, el primero desde el momento en que llegaran los fascistas al poder. El núcleo articulado cerca de Occidente, anglófilo por norma general, sostuvo estrechos vínculos con la Sociedad Europea de Cultura. Sus pertenecientes, en una temporada donde la iniciativa de Europa difícilmente era mantenible tras una despiadado guerra, marcaron las pautas de lo que décadas después serían los primeros esbozos de una Europa unida.
En 1955, tras difundir Estudios sobre la teoría general del derecho, Bobbio fue entre los integrantes de la primera delegación italiana convidada a conocer la China de Mao. Italia y el país asiático no sostenían aún contactos diplomáticos. El viaje sirvió a Bobbio para reafirmarse en sus supones, marcadas en cuanto al resto, de que el comunismo chino y prosoviético poco debía ver con Marx y menos aún con Hegel. En las discusiones con los «intelectuales» chinos y rusos llegó Bobbio a la conclusión de que eran puros «integrantes del partido», y las alusiones a la independencia de expresión quedaban sofocadas en un ambiente opresivo y desconcertante. En 1962 Bobbio empezó a educar ciencias políticas aparte de filosofía del derecho.
La predominación de un pensador
La actividad intelectual de Bobbio y la polémica generada cerca de estos temas hicieron que su notoriedad aumentara sensiblemente. En 1966 fue invitado al Congreso Internacional de Filosofía del Derecho, festejado en Praga, donde se le instó a vocalizar las ponencias inaugurales tanto del VI Congreso como de la Hegel Gesellschaft.
El 68 francés tuvo eco en la Facultad de Turín, lo que cogió por sorpresa tanto a Bobbio como al resto del profesorado. Para el pensador y ensayista, la revuelta académico fue una demostración de «la fragilidad de la estabilización de la democracia y del centroizquierda donde ahora creíamos». Después de un sensato retiro enseñante, en 1969 Bobbio publicó Ensayos sobre la ciencia política en Italia, un refulgente compendio de su pensamiento sobre esta especialidad. Asimismo, volvió a la política al presentarse como senador por la coalición PSI-PSDI (socialistas y socialdemócratas), que cosechó un rotundo fracaso electoral.
Durante su nuevo periodo enseñante (1972-1979), Bobbio manifestó su creciente preocupación con lo que él llamaba el «creciente sectarismo» de la actividad de determinada izquierda. La razón determinante fue el homicidio en 1977, a manos de las Brigadas Rojas, de su amigo Carlo Cassano, a la sazón directivo del períodico La Stampa.
En 1980, Bobbio se unió al conjunto de voces disidentes con la línea impuesta por Bettino Craxi en el PSI. Aunque el conjunto no tardó en ser derrotado por la línea general del partido, desde ese instante Bobbio se transformó en entre las personalidades críticas en el núcleo de intelectuales del socialismo italiano. Un papel al que no renunció no en el momento en que en 1984, terminantemente retirado de la enseñanza, fue nombrado senador vitalicio por resolución del entonces presidente de la república, Sandro Pertini.
Bobbio se transformó, entre 1980 y 1995, en entre los comentaristas políticos mucho más predominantes y controvertidos de Italia. A raíz de sus colaboraciones y productos en La Stampa, sus relaciones con Silvio Berlusconi fueron siempre y en todo momento tensas. Pero no en todos los casos fue la derecha el blanco de sus críticas: en 1991, su escrito sobre el silencio de los intelectuales frente a la invasión iraquí de Kuwait levantó ampollas.
En 1996 escenificaba una «retirada simbólica» del campo del periodismo realizando cómputo de sus críticas y su trayectoria en una entrevista mantenida con Giancarlo Bossetti, aparecida en L’Unità. Y en 1997 publicó su última obra, una autobiografía que condensaba prácticamente ochenta años de pensamiento político. Falleció el 9 de enero en Turín tras ser ingresado en un hospital por una crisis respiratoria de la que no se recobró.
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