Nicolás de Ovando

La historia de la civilización la escriben los hombres y mujeres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado queel mundo, de una forma u otra,prospere.

Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo una pieza esencial de la acción. Nicolás de Ovando es uno de esos seres humanos cuya vida, realmente, merece nuestra consideración debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Nicolás de Ovando es comprender más acerca de época determinada de la historia del género humano.

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la relevancia que tuvo Nicolás de Ovando en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para las personas que conocieron a Nicolás de Ovando, sino que posiblemente dejó una huella mucho más profunda de lo que logremosimaginar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Nicolás de Ovando personalmente.Nicolás de Ovando fue una de esas personas que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Comprender las luces y las sombras de las personas relevantes como Nicolás de Ovando, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa básica para que podamos poner en valor no sólo la vida de Nicolás de Ovando, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Nicolás de Ovando, gentes a quienes de de una u otra forma Nicolás de Ovando influyó, y sin duda, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Nicolás de Ovando.

Las biografías y las vidas de personas que, como Nicolás de Ovando, atraen nuestro interés, tienen que servirnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Nicolás de Ovando, el motivo por qué Nicolás de Ovando vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Nicolás de Ovando

(Brozas, hacia 1451 - 1511) Gobernador y estadista extremeño reconocido como el iniciador de la obra colonizadora que prosiguió al hallazgo de América. Tras ostentar el título de Comendador de Lares, la Corona le concedió el máximo título de Comendador Mayor de Alcántara en premio a su tarea como Gobernador de las Islas y Tierra Firme entre 1502 y 1509.

Nicolás de Ovando perteneció a una encumbrada familia extremeña; fue criado en Cáceres y educado en un ámbito de intensa religiosidad. Ingresó en la Orden Militar de Alcántara para ocuparse al servicio de la Iglesia y de la Corona, detentada por Isabel la Católica, de quien fue un leal y fervoroso partidario. En 1478 consiguió la confía de Lares, entre las mucho más esenciales concedidas a la Orden de Alcantara. Fue entre los diez hombres designados por los Reyes Católicos para acompañar al Príncipe Don Juan en la Corte de Almazán.

Este cargo lo preservaría hasta 1497, fecha de la desaparición del Príncipe. En lo sucesivo, Ovando se concentró en la supervisión de todos y cada uno de los temas internos relacionados con la Orden de Alcántara, cuyo Maestrazgo pasó finalmente en 1494 a depender de la Corona de Castilla. En su condición de ajustado colaborador de los Reyes Católicos, se le nombró un par de veces visitador de la Orden a la que pertenecía y, más tarde, se le encargó la reconstrucción de Alcántara, semi-destruida por la Guerra de Sucesión castellana.

Nicolás de Ovando fue nombrado Gobernador de las Islas y Tierra Firme el 3 de septiembre de 1501, en substitución del juez pesquisador Francisco de Bobadilla, quien antes había depuesto de tal cargo a Cristóbal Colón. Con la llegada de Ovando a La Española empezó el periodo de genuino establecimiento y colonización de los españoles en las Antillas. La flota que lo condujo al Nuevo Mundo partió de Sanlúcar de Barrameda el 13 de febrero de 1502. Esta vigorosa escuadra al cargo de Antonio de Torres estuvo compuesta por treinta y 2 naves y llevaba dentro 2.500 personas, entre ellas fray Bartolomé de las Casas. La flota llegó a Santo Domingo el 5 de abril.

Solamente aceptó el cargo, Ovando logró el juicio de vivienda a Bobadilla y ordenó su embarque a España en exactamente la misma flota donde él había llegado. Las diferencias entre Ovando y Cristóbal Colón se hicieron manifiestas en el momento en que el primero logró ni caso de las observaciones del segundo sobre la oportunidad de que un huracán sorprendiera a estas naves. La catástrofe se causó, y entre los desaparecidos se contaron el jefe de la Armada, Antonio de Torres, y el ex--gobernador Bobadilla. Pese a este revés, en lo sucesivo, Ovando logró pública su oposición abierta a los consejos del Almirante Colón y se acentuó la enemistad entre los dos.

Ovando debió lidiar con la práctica de los colonos españoles que halló en la isla de vivir esparcidos entre las ciudades indígenas. Desde un principio dispuso que los colonos trasladaran sus viviendas a alguno de las novedosas ciudades que se fuesen fundando. A aquéllos que se presentaron mucho más reluctantes a transformarse en vecinos se les envió de vuelta a España. De este modo se impuso de forma exitosa la política centralizadora a los conquistadores y colonos españoles.

Entre las primeras medidas dictadas por Ovando se orientó a contener a los indios que se habían sublevado en la zona de Higüey en la temporada en que regía Bobadilla. Ovando envió a la región del enfrentamiento una expedición militar compuesta por cuatrocientos soldados que, según cuenta fray Bartolomé de las Casas, brindaron muerte a cantidad considerable de indios y destrozaron sus pueblos.

Para garantizar la dominación de aquella zona, el Gobernador dispuso que en Higüey se fundaran las ciudades de Salvaleón y Santa Cruz de Aycayagua. Poco después, sospechando un viable alzamiento en el sureste de La Española dirigido por la cacica Anacaona, mandó apresarla, y más tarde dispuso su ahorcamiento. Con los dos hechos de sangre la isla quedó completamente pacificada.

El siguiente propósito de Ovando fue apresurar el desarrollo de asentamientos urbanos con el que se suponía asegurar una colonización acorde con las reglas centralizadoras de la Corona. Para conseguirlo se adoptó el modelo español de la Baja Edad Media de realizar calles anchas, rectilíneas y perpendiculares. Así se reconstruyó la localidad de Santo Domingo, que tras ser destruida por un huracán fue trasladada a la orilla derecha del río Ozama. A continuación, en la zona de Jaragua, al suroeste, se hicieron las ciudades de Santa María de la Vera Paz, Salvatierra de la Sabana, Santa María de la Yaguana, San Juan de la Maguana y Arzúa de Compostela. Al mismo tiempo, en el norte de la isla se erigieron las villas de Puerto Real y Lares de Guahaba.

Hacia 1508, acabada la temporada de fundación de ciudades, Ovando se orientó hacia la exploración del resto de las Antillas. Esta idea dejó que la expedición de Sebastián de Ocampo confirmara terminantemente la insularidad de Cuba. A su vez, los viajes de Alonso de Ojeda y los hermanos Camacho se dedicaron a negocios mucho más rentables, como la búsqueda de oro y el apresamiento de indios, que hicieron pasar por caribes para lograr venderlos como esclavos en Santo Domingo.

La afluencia masiva de españoles a las Antillas y la necesidad de conseguir una mano de obra que trabajara intensa y de forma permanente en la agricultura no fue del gusto de los originarios, y varios de ellos prefirieron escapar a los montes. Ante esta actitud, los colonos propusieron a la Corona que los indios les fuesen delegados. El 20 de diciembre de 1503, la reina Isabel firmaba una Real Provisión legalizando los repartimientos de indios a favor de los españoles. Con este archivo nació la institución de la confía, que fue llamada en un comienzo "repartimiento". La Corona confiaba cierto número de indígenas a los colonos españoles, transformándolos de esta manera en encomenderos.

Esta comisión daba derecho a los españoles a reclamar de los indios una prestación laboral o un tributo. En contrapartida, los encomenderos tenían la obligación de instruirlos en la religión católica y a resguardarlos. Entre 1503 y 1505, el Gobernador Ovando generalizó los repartos de indios en la isla La Española, hecho que dejó que se desarrollase a enorme escala no solo la agricultura, sino más bien la extracción aurífera a costa de la explotación de esta mano de obra.

El resultado inmediato del repartimiento de indios en las Antillas no fue su cristianización, como denunció fray Bartolomé de las Casas, sino más bien su progresivo exterminio. Los indios morían de forma masiva no solo por el agotamiento en el trabajo, sino más bien por las novedosas anomalías de la salud que les transmitían los españoles. La disminución de la población nativa de Santo Domingo condujo a que el valor de exactamente la misma aumentase y a que, con el motivo de la carencia de brazos para la agricultura, Ovando autorizase en su Gobernación el tráfico de indios apresados por los expedicionarios en otras islas aledañas. También hay que resaltar que ingresó desde la península cultivos de europa y ganado porcino, caballar, bovino y mular.

La tarea colonizadora de Ovando fue evaluada en la temporada como renovadora y efectiva, pese a las críticas de Bartolomé de las Casas, que acusaba al gobernador de haber impulsado la destrucción de las Indias. El 9 de julio de 1509, Nicolás de Ovando fue sustituido por Diego Colón en la Gobernación de las Indias. La Española contaba ahora con mucho más de 3.000 vecinos en unas quince villas pobladas.

Nicolás de Ovando regresó a España y fue premiado por los Reyes Católicos con la concesión del título de Comendador Mayor de la Orden de Alcántara. Murió el 29 de mayo de 1511 en el lapso de una Junta Capitular de la referida orden. Fue sepultado en la Iglesia de San Benito de Alcántara. Ovando, de carácter sensato y equitativo, dejó un mapa de la isla Española y unas memorias que no se llegaron a divulgar.

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