Muley Abdelaziz

La historia de la civilización la narran los hombres y mujeres quea lo largo del tiempo, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho queel género humano, de un modo u otro,avance.

Ya sea inspirando a otras personas o tomando parte de la acción. Muley Abdelaziz es una de esas personas cuya vida, en efecto, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Muley Abdelaziz es comprender más sobre etapa determinada de la historia de la humanidad.

Vida y Biografía de Muley Abdelaziz

(Abd al-Azwz ibn al-Hasan; Marrakech, 1881 - Tánger, 1943) Sultán de Marruecos (1894-1908). Hijo preferido del sultán Muley Hasán y de una esclava de origen circasiano llamada Lalla Regia, en el año 1894 fue designado sustituto al trono marroquí cuando su padre desheredó al primogénito Muley Muhammad. Tras la desaparición de su padre, Abdelaziz fue coronado en situaciones cansado bien difíciles por la grave crisis política y popular que atravesaba el reino.

Proclamado sultán en Rabat, fue reconocido como soberano por los visibles y por las tribus de Marruecos, dada su contrastada sabiduría y la esmerada educación que había recibido como príncipe. Precisamente por esta educación europea, Abdelaziz se mostró en especial inclinado a ingresar en el país prácticas del viejo conjunto de naciones, tanto en el campo político como en el popular.

Aunque en un primer instante estuvo sometido a la tutela del chambelán Sidi Amed ibn Mouza y del enorme visir Hadj al-Mokhtar, el joven sultán rigió por sí mismo y se empeñó por ingresar reformas políticas, hecho que no tardó en encararlo con la clase política mucho más ortodoxa y conservadora del país, la que acusaba al sultán de ser bastante apasionado del avance y de la civilización europea corrompida. A medida que el sultán se dejaba influir por algunos elementos de europa que anegaban la corte, el descontento de la nación iba en incremento, más que nada al notar de qué forma el sultán dejada las prácticas religiosas musulmanas y se volcaba en el placer de determinados deportes de europa extraños a la civilización islámica.

La gota que colmó el vaso de la paciencia de los marroquíes vino antecedida por una secuencia de reformas políticas que Muley Abdelaziz impuso por decreto, que chocaban de chato con las prácticas legendarias y el espíritu del pueblo. La poco a poco más acusada impopularidad del sultán fue aprovechada por la clase política marroquí, enfadada por la dirección que había tomado el gobierno del sultán, para conformar un partido en acompañamiento del defenestrado Muley Muhammad, quien en el año 1894 se había retirado por intención propia a la vida privada.

La primera insurrección seria contra Abdelaziz brotó en la localidad de Taza, dirigida por el santón y hombre de prestigio Bu-Hamara, que tomó como motivo la violación de las leyes musulmanas cometida por el sultán al profanar el sitio sagrado en el que se había refugiado un musulmán acusado de matar al súbdito británico Mr. Bowles. Bu-Hamara declaró la guerra santa al sultán y demandó los derechos al trono de Muley Muhammad, quien a la sazón había sido encarcelado por su hermano.

Derrotado por las tropas de Bu-Humara en el año 1903, Abdelaziz endureció en extremo la opresión de las sublevaciones surgidas contra su política reformista hasta llegar a la celebración de la Conferencia de Algeciras, en el año 1906, donde Francia y España consiguieron hacerse con el derecho a sostener el orden utilizando la extrema debilidad del país, que se encontraba atravesando una guerra civil entre los incondicionales de los 2 hermanos. Con apoyos tan débiles, la situación de Abdelaziz se tornó increíblemente frágil, en tanto que se encontraba sometido a una incesante crítica y le hacía falta el respeto de su pueblo.

El homicidio, en el año 1907, del médico francés Manchamp por la parte de las tropas del sultán dio a Francia la explicación idónea para intervenir militarmente en Marruecos. En abril del mismo año, un destacamento francés ocupó la localidad de Oujda, al noreste del país, sin localizar oposición alguna por la parte de las tropas del sultán. Esta situación provocó el paulatino abandono de la causa del sultán por la parte de las tribus de la zona de Fez, donde el sultán siempre y en todo momento había encontrado su mejor acompañamiento; estas fueron engrosando las filas de los incondicionales del nuevo pretendiente al trono, Muley al-Háfiz, su hermano menor, quien, el 5 de enero del año 1908, fue proclamado sultán en una maniobra donde participó Francia. Aunque Abdelaziz procuró mantener sus derechos al trono con las armas, en el mes de agosto del mismo año fue derrotado terminantemente por las fuerzas de su hermano y renunció públicamente al trono.

Tras pasar cierto tiempo en Casablanca, Abdelaziz se trasladó a Europa y vivió en múltiples países, siempre y en todo momento sostenido por el gobierno francés. De regreso a Marruecos, Abdelaziz consiguió permiso para instalarse terminantemente en Tánger, distanciado de toda actividad política y destinado a trabajos de beneficencia, con las que se ganó, en este momento sí, el respeto y el cariño de todo el pueblo marroquí. Tras su muerte, su cadáver fue movido a Fez y se le rindieron honores de jefe de Estado.

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