Ya sea inspirando a más seres humanos o siendo una pieza esencial de la acción. Montaigne es una de las personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Montaigne es comprender más acerca de una época concreta de la historia del ser humano.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la trascendencia que atesoró Montaigne en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo mientras estuvo en el mundo fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Montaigne, sino que tal vez produjo una huella mucho más vasta de lo que logremossospechar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Montaigne en persona.Montaigne ha sido una de esas personas que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Conocer lo bueno y lo malo de las personas significativas como Montaigne, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo fundamental para que seamos capaces de apreciar no sólo la vida de Montaigne, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Montaigne, personas a quienes de de una forma u otra Montaigne influyó, y indudablemente, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Montaigne.
Vida y Biografía de Montaigne
(Michel Eyquem, señor de Montaigne; Périgueux, Francia, 1533 - Burdeos, id., 1592) Escritor francés de cuya obra primordial, los Ensayos (1580 y 1588), tomó nombre y forma el moderno género del ensayo, comprendido como una disertación subjetiva y crítica cerca de cierto tema. Nacido en el seno de una familia de mercaderes bordeleses que accedió a la nobleza al obtener la tierra de Montaigne en 1477, fue educado en latín, siguiendo el procedimiento pedagógico de su padre. Más tarde ingresó en una escuela de Guyena (el día de hoy Aquitania), donde estudió poesía latina y griega, y en 1549 comenzó a estudiar derecho en la Universidad de Tolosa.
Desde 1554 fue asesor en La Cour des Aides de Périgueux, reemplazando a su padre, y en el momento en que esta se disolvió, pasó a ser parte del Parlamento de Burdeos. Allí conoció al poeta y humanista Étienne de La Boétie, con quien trabó amistad. Poco entusiasmado por sus funcionalidades parlamentarias, frecuentó un tiempo la vida de la corte. En 1565 se casó con Françoise de La Chassagne, y tres años después murió su padre, heredando la propiedad y el título de señor de Montaigne, lo que le dejó vender su cargo en 1570.
Para cumplir la última intención de su padre, Montaigne terminó y publicó en 1569 la traducción de la Teología natural, de Ramón Sibiuda, libro al que volvería años después en los Ensayos (Essais) con la intención de rebatirlo. Un año después viajó a París para divulgar en un volumen las poesías latinas y las traducciones de su amigo La Boétie, cuya muerte, en 1563, le había perjudicado intensamente.
Al fin, el 28 de febrero de 1571 ha podido cumplir su deseo de retirarse a sus características para ocuparse al estudio y la meditación, y emprendió, tras un año, la redacción de los Ensayos, combinándola con la lectura de Plutarco y Séneca. No obstante, su retiro duró poco, puesto que debió hacerse cargo de nuevos compromisos sociales y políticos gracias a las guerras de religión que arrasaban su país y en las que debió prestar su asistencia de diplomático (hecho que se refleja en el libro primero de los Ensayos, dedicado esencialmente a cuestiones militares y políticas). La primera edición de los Ensayos, en diez volúmenes, apareció en 1580.
A fines de ese año, aquejado ahora problemas médicos, emprendió un largo viaje a Italia que se vio obligado a interrumpir en 1581, en el momento en que recibió la novedad de su decisión como alcalde de Burdeos. Durante su primer orden publicó la segunda edición de los Ensayos (1582). Reelegido para un segundo orden (1583-1585), debió cambiar sus funcionalidades municipales con la labor de intercesor político entre la localidad y el rey, y actuó como intermediario en las intrigas de la Liga, lo que le valió el favor de Enrique de Navarra.
Fue esta su última misión política antes de consagrarse únicamente a su obra, que reinició desde 1586, tras dejar la localidad gracias a la peste que se había proclamado justo después de terminar su segundo orden. En 1588 apareció una edición nueva de los Ensayos, con el añadido de un tercer libro. Con fundamento de esta novedosa publicación, conoció en París a Mademoiselle de Gournay, una enorme seguidora suya, con quien sostuvo una particular relación que duraría hasta el desenlace de su historia. Retirado ahora finalmente, tras este último viaje a París y ciertos altercados que lo llevaron a prisión, preparó la última edición de los Ensayos, de la que se encargaría Mademoiselle de Gournay en 1595, mientras que él se dedicaba al estudio de los tradicionales latinos y helenos.
La progresiva evolución de Montaigne hacia una mayor introspección transforma la versión determinante de los Ensayos en un libro de confesiones en que el creador, profesando un escepticismo moderado, se revela a sí mismo y exhibe su curiosidad por todos y cada uno de los puntos del alma humana, desde el aspecto mucho más mínimo hasta altas cuestiones de religión, filosofía o política. Su visión racional y relativista le deja confrontar a todo tipo de dogmatismos y superarlos, y abre la puerta a una exclusiva concepción secularizada y crítica de la historia y la civilización, con la capacidad de integrar los nuevos descubrimientos de su tiempo, como los pueblos del Nuevo Planeta.
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