Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la trascendencia que tuvo Moctezuma II en la historia. El modo en que vivió y las cosas que hizo mientras permaneció en el mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que trataron a Moctezuma II, sino que quizá dejó una señal mucho más honda de lo que podamosfigurar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Moctezuma II en persona.Moctezuma II ha sido un ser humano que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
(Moctezuma Xocoyotzin; ?, 1466 - Tenochtitlán, el día de hoy Ciudad de México, de hoy México, 1520) Noveno emperador azteca (1503-1520). Hijo del emperador Axayácatl, fue escogido enorme sacerdote y, en 1502, sucedió a su tío Ahuizotl en el gobierno de un extendido imperio, que se extendía desde el límite meridional del presente Michoacán hasta alén del istmo de Tehuantepec y cuya capital era Tenochtitlán (de hoy Ciudad de México). Esta enorme urbe, establecida hacia 1325 por los aztecas sobre un lago, contaba en 1519 con una población de unos cien.000 pobladores.
A fin de estructurar sus dominios, Moctezuma II organizó el imperio en distintas provincias, creó una sólida administración central y reguló el sistema fiscal. Al mismo tiempo, siguió la expansión militar iniciada por sus precursores, si bien no ha podido someter a los pueblos contrincantes de Tlaxcala y Texcoco y fracasó en sus expediciones a Guatemala y Nicaragua, territorios asiduamente frecuentados por los mercaderes aztecas.
En 1518, informado de la existencia de las naves del explorador español Juan de Grijalva en la costa de Yucatán, el soberano azteca envió emisarios y regalos a los extranjeros, a quienes tomó por mandados del dios de la sabiduría Quetzalcóatl, «la serpiente emplumada», para comunicar su retorno.
En efecto, según una creencia muy popularizada entre los pueblos mesoamericanos (por poner un ejemplo, en la civilización maya, y asimismo en la tolteca y azteca), tras haberse enfrentado a Huitzilopochtli, dios de la guerra, Quetzalcóatl había partido hacia oriente atravesando el mar, no sin antes jurar que volvería en el año azteca de Ce Acatl, fecha que correspondería por año 1519. Cuando la expedición de Hernán Cortés desembarcó en sus costas, Moctezuma no vaciló en detectar al conquistador con Quetzalcóatl y, en el mes de noviembre de 1519, lo recibió ceremoniosamente en Tenochtitlán y lo colmó de importantes presentes.
No obstante, preocupado por la iniciativa de que su historia y la de sus hombres dependiese tan solo de la intención del emperador, Cortés decidió a los pocos días hacer una osado maniobra y llevar a cabo preso a Moctezuma, con la intención de dominarlo y sostenerlo en el poder de una forma simbólico. El ardid de Cortés tuvo éxito, pero la humillante retención del emperador provocó un creciente malestar entre los aztecas, acentuado por el accionar sacrílego de los españoles, que con sus ofensas hacia Huitzilopochtli, la primordial deidad de los aztecas, herían en lo mucho más vivo las opiniones indígenas.
La tensión reventó en el mes de junio de 1520, a lo largo de la celebración de la celebración de Toxcatl, día en que millares de aztecas, desarmados y vestidos únicamente con ricas plumas y joyas hermosas, se juntaron en la plaza primordial de la región para comenzar una danza ritual y fueron aniquilados por los hombres de Pedro de Alvarado, lugarteniente de Cortés. A raíz de este hecho, la aristocracia azteca depuso a Moctezuma y nombró como sustituto a su hermano Cuitláhuac, quien encabezó la revuelta contra los extranjeros.
Tras cinco días de violentos combates, Cortés procuró emplear al depuesto emperador para negociar la obtención de un salvoconducto que dejara a sus tropas salir de la ciudad más importante; lamentablemente, en el momento en que Moctezuma se dirigió a la multitud enfurecida, fue lapidado, y murió tres días después como consecuencia de las lesiones sufridas. En cuanto a los españoles, antes de la medianoche del 30 de junio de 1520 comenzaron una catastrófica retirada de Tenochtitlán, en el lapso de la que padecieron varias bajas, episodio que pasó a la historia con el nombre de la «Noche Triste».
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