Michael Schumacher

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la relevancia que detentó Michael Schumacher en la historia. La forma en que vivió y lo que hizo en el tiempo en que estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para las personas que trataron a Michael Schumacher, sino que quizá produjo una huella mucho más vasta de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Michael Schumacher personalmente.Michael Schumacher fue una persona que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas significativas como Michael Schumacher, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa esencial para que seamos capaces de apreciar no sólo la existencia de Michael Schumacher, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Michael Schumacher, gentes a quienes de un modo u otro Michael Schumacher influyó, y por supuesto, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Michael Schumacher.

Las biografías y las vidas de personas que, como Michael Schumacher, atraen nuestra atención, tienen que servirnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Michael Schumacher, el motivo por qué Michael Schumacher vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Michael Schumacher

(Hurt Hermuelhlheim, Alemania, 1969) Piloto alemán de Fórmula 1, el mucho más laureado de la narración de la especialidad: con sus siete títulos mundiales superó los cinco del mítico Fangio y pasó a ser reconocido como el mejor conduzco de siempre. En 1994 logró su primer título mundial con la escudería Benetton, transformándose a los veinticinco años en el mucho más joven vencedor de la categoría reina del automovilismo, con dieciséis días menos que el brasileiro Emerson Fittipaldi. Repitió el triunfo en 1995 y, tras pasar a Ferrari, se proclamó vencedor mundial en cinco temporadas sucesivas (2000-2004).

Hijo del dueño de una pista de karts, a los 4 años su progenitor le obsequió un vehículo de pedales y, poco después, le acopló un pequeño y viejo motor. Michael Schumacher practicó con aquel aparato en el transcurso de un tiempo, hasta el momento en que su padre le obsequió un kart enserio, con el que a los quince años se proclamó vencedor júnior de Alemania. Luego ganó muchas otras disputas de esta categoría, como los torneos de Alemania y de Europa sénior en 1987.

En 1988, con un monoplaza, fue vencedor de la Fórmula Koning alemana. Los éxitos (ganó diez de 11 carreras) lo separaron de las salas, y se empleó en el taller mecánico del concesionario Volkswagen de su localidad natal. Aquel mismo año compitió en la Fórmula Ford 1600, logrando el segundo puesto en el Campeonato de Europa y el sexto en el del Mundo.

En 1989 ascendió a la Fórmula 3, campeonato en el que solo fue superado por su compatriota Karl Wendlinger. Aquellos excelente resultados le sirvieron de carta de presentación para ingresar en Junior Team de Mercedes, escudería a la que representó en el Campeonato del Mundo de Sport Prototipos en 1990, formando pareja exactamente con Wendlinger, a quien superó en victorias.

En 1991 comenzó en la Fórmula 1, en el Gran Premio de Bélgica, con el permiso de Mercedes. Sólo disputó aquella carrera con el aparato irlandés, ya que el directivo del aún flamante aparato Benetton, Flavio Briatore, con quien formaría un dúo inusual, lo fichó para la escudería italiana, donde debió vérselas con el tricampeón brasileiro, Nelson Piquet. El alemán llegó a sobrepasar al brasileiro en ciertos adiestramientos, pero la carencia de experiencia le pasó factura en varias carreras, logrando solo 4 puntos en seis Grandes Premios. Aun de este modo, Briatore aseveró sin titubeos: «Es lo que procuraba, un joven, muy joven conduzco ambicioso. Será vencedor».

Luciano Benetton se había hecho cargo de la escudería automovilística en 1989. Algunos pensaron que solo tenía que ver con un capricho del empresario de la tendencia, pero en cinco años su monoplaza nubló la magia de los turismos tradicionales: McLaren, Williams o Ferrari. El misterio, unos cincuenta millones de euros de presupuesto de forma anual y doscientos usados que trabajaban a ritmo de alta tecnología en la localidad británica de Enstone, cerca de Oxford. Entre los profesionales resaltaban Tom Walkinshaw, viejo directivo de Jaguar, y el mánager del aparato, el español Joan Villadelprat.

El aterrizaje de Schumacher en Benetton frustró los proyectos de Mercedes, que ambicionaba un retorno triunfante al circuito. La marca de la estrella deseaba conformar pilotos germanos. Con este propósito había creado un meticuloso plan de trabajo para elegir a los mucho más dotados y formarlos en todos y cada uno de los puntos. Y Schumacher no debió perder el tiempo mientras que estuvo allí, como lo reflejan estas expresiones de agradecimiento: «Me encantaría ser un día su primer conduzco. Como alemán, si estuviese libre, me haría muy feliz unirme a ellos para trabajar en un emprendimiento serio con garantías de éxito».

En 1992, al hallar su primera victoria en el circuito belga de Spa Francorchamps, donde había comenzado un año antes, se concretó ahora como el posible vencedor del futuro. Tenía veintitrés años; antes de él, solo Jacky Icks y Bruce McLaren habían logrado un éxito tan precoz. Acabó el año en tercer rincón de la clasificación general, con cincuenta y 2 puntos, tras subir al podio en siete oportunidades. Sin embargo, por año siguiente aún no confirmó las esperanzas, y acabó en cuarta situación de la general, con una victoria en el Gran Premio de Portugal.

Siete títulos mundiales

Al iniciarse el campeonato de 1994, Schumacher fue considerado como el único opositor con la capacidad de batir a Ayrton Senna, apreciación que confirmó al ganar ámbas primeras carreras, en São Paulo y en TI Aida. El alemán llegó a alejarse veinte puntos del brasileiro, pero el enorme desafío que, según todos y cada uno de los rastros, los dos iban a resolver hasta la última carrera pasó a la historia a las 14.17 horas de aquel fatídico 1 de mayo, en el momento en que Senna, que dirigía el Gran Premio de San Marino, se estrelló contra un muro solamente tomar la curva de Tamburello. El automovilismo mundial perdía a su ídolo mucho más atractivo, y Schumacher, prácticamente al tiempo, pasaba de aspirante a heredero. La muerte de Senna le dejaba el sendero expedito y logró ocho victorias en otros muchos Grandes Premios.

En 1995 repitió triunfo con Benetton y un año después fichó por Ferrari con el propósito de relanzar el palmarés de la mítica marca italiana. Estuvo a lo largo de 4 años a puntito de conseguir el triunfo, pero por una sucesión de causas (entre ellas un incidente en 1999 en el que se fracturó ámbas piernas) debió resignarse a amontonar victorias parciales hasta el año 2000, temporada donde se proclamó vencedor de todo el mundo, algo que no conseguía Ferrari desde 1979. En 2001 no solo ganó de nuevo el campeonato, sino consiguió su victoria número 52 en Grandes Premios, batiendo de esta manera récord que hasta el momento ostentaba el conduzco francés Alain Prost.

De manera unánime, Schumi logró el reconocimiento en todo el mundo como mejor conduzco de la historia, una genuina historia de historia legendaria ubicada a un peldaño del histórico Juan Manuel Fangio, el conduzco argentino que en la década de los cincuenta fue cinco ocasiones vencedor de todo el mundo; una gesta solo al alcance del "Barón Rojo" de la Fórmula 1. Camino de emular a Fangio, Schumacher empezó el Campeonato del Mundo de 2002 con una clara victoria en el G.P. de Australia, la número 54 de su cuenta especial y la tercera sucesiva en el circuito de Melbourne. Después solo precisó disputar diez pruebas mucho más, en las que logró otras siete victorias (Brasil, San Marino, España, Austria, Canadá, Gran Bretaña, Francia), 2 segundos puestos (Mónaco, Europa) y un tercero (Malaisia), para proclamarse pentacampeón mundial. Igualó de este modo el récord de Fangio, pero además de esto logró el título a seis pruebas del final del campeonato y arrebató a Nigel Mansell la marca conquistada en 1992, en el momento en que el británico fue vencedor a falta de cinco carreras.

El arranque del Mundial 2003 resultó mucho más irregular de lo que se espera para el conduzco alemán, que no logró subir al podio en los 2 primeros G.P. del año y, en el tercero, abandonó el circuito; una situación que no protagonizaba desde muchas carreras atrás. Todo cambió en San Marino, cuarta cita del campeonato, donde Schumi logró un triunfo singularmente emotivo escasas horas tras comprender el fallecimiento de su madre en Colonia.

Con un golpe soberano de autoridad, asimismo fue primero en Montmeló y en el G.P. de Austria y empezó a cuajar la consecución de su sexta corona mundial. Volvió a subir como mucho prominente del podio en Canadá y, más allá de no probar la hegemonía de otras temporadas, el conduzco de Ferrari se encargó de puntuar en todos y cada uno de los G.P. para sostener la regularidad precisa en todo aspirante al campeonato. Dos triunfos sucesivos en Italia y Estados Unidos pusieron a Schumi a un solo punto del título; una situación de privilegio para transformarse en el conduzco mucho más laureado de la historia. Todo debía dirimirse en el Gran Premio de Japón, última cita de la temporada, y en el circuito asiático el Barón Rojo cumplió su cometido: fue octavo y sumó a su casillero el punto que le daba el sexto campeonato de todo el mundo de su trayectoria; los 4 últimos de forma sucesiva.

El 29 de agosto de 2004 sumó un nuevo título mundial a su palmarés, el séptimo, a falta de 4 pruebas, tras poder el segundo puesto en el Campeonato de Bélgica, tras Raikkonen. Con un principio fulgurante, con victoria en las cinco primeras pruebas, Schumacher sumó un total de trece victorias (Australia, Malaisia, Bahrein, San Marino, Montmeló, Nürburgring, Canadá, EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Alemania, Bélgica y Japón) y 148 puntos, 34 sobre el segundo clasificado, Barrichello. Destacan además de esto sus nueve poles, fabricantes todas y cada una que demuestran un increíble año y que encumbraron al conduzco de Hürt-Hermülheim como el más destacable de siempre.

Aunque en sus 2 últimas temporadas no ha podido reiterar sus triunfos con Ferrari frente al empuje de las novedosas hornadas de pilotos y las escuderías ascendientes (Fernando Alonso con Renault, Kimi Raikkonen con McLaren), en 2005 acabó tercero en la general y en 2006 se despidió nada menos que con el subcampeonato; meses antes había comunicado ahora su resolución de retirarse en el final de la temporada. No sería un retiro definitivo: con apetito de motor, Schumacher volvió a la competición en 2010, con 41 años de edad, y disputó con la escudería Mercedes los torneos de 2010, 2011 y 2012, con desenlaces precisamente sutiles.

Apartado por último del automovilismo, no dejó de cultivar sus múltiples aficiones deportivas, y no tardó ni un año en ser nuevamente portada de los medios: el 29 de diciembre de 2013, mientras que esquiaba fuera de pista en Méribel, en los Alpes franceses, Michael Schumacher padeció un aparatoso incidente que lo dejó en estado crítico.

Polémico y disciplinado

Si como conduzco fue un dechado de virtudes, a nivel humano su accionar estuvo envuelto de manera frecuente en la polémica. Siempre alegre y extravertido, parecía mucho más un latino que un germano, pero su engreimiento y su carácter altivo le dañó en sus relaciones con sus colegas de profesión e inclusive con los cronistas alemanes. Le robó la novia, Corinna, a su amigo Heinz-Harald Frentzen, otro agradable conduzco de la novedosa escuela alemana; no daba un paso si no había dinero por enfrente, y era increíblemente riguroso con su imagen externa, hasta el punto de que en una ocasión solicitó 4 monos diferentes y ninguno le satisfizo pues apreciaba alguna pequeña arruga.

Desde que firmó un contrato de prácticamente quince millones de euros cada un año con Benetton ha podido agradar sus deseos: viaja en un reactor privado, en su estacionamiento tiene un Bugatti, un Mercedes, un Ferrari y un Ford Scorpio, al paso que en el puerto de Montecarlo, donde fijó su vivienda, se balancea su segundo yate. Su figura, precisada con muchas horas de preparación física en el gimnasio, empezó a hacerse familiar en las portadas de las gacetas.

Pero pese a su irreprimible ascensión, fue el arquetipo del conduzco moderno: sostenía la cabeza fría y probaba una madurez indigna de su edad. Llevaba una vida organizada en todo, desde el régimen alimenticio hasta la preparación física, y dosificaba su presencia en actos sociales. Superó en unas semanas el shock que le causó la desaparición de su ídolo, Ayrton Senna, y quizás esa seguridad en su buena estrella («No sirve de nada angustiarse con el peligro de perder la vida, más que nada en medio de una carrera», declaró) y la aceptación del destino («Mi muerte va a venir en el momento en que esté redactada») es lo que le dejó retar los límites con absoluta insolencia: «Rodar al máximo es algo particular, en el momento en que sientes que el vehículo va especial. La sensación que te ofrece es un sentimiento fantástico de autosatisfacción».

Al margen de su pasión por la agilidad, Schumacher es buen futbolista, prosigue llevando a la práctica con los karts de su adolescencia y le apasionan los deportes acuáticos y el ciclismo de montaña. En casa escucha música rock y se harta de pasta italiana, su comida preferida. Hace ni caso a quienes le señalan que debe ser mucho más diplomático y menos distante, más allá de que semeja que el primer título serenó sus ánimos.

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