(Maurits Cornelis o Cornelius Escher; Leeuwarden, 1898 - Baarn, 1972) Dibujante y artista holandés. La obra de Escher, caracterizada por el estudio detallado de los efectos ópticos y del fundamento ornamental, forma entre las mucho más auténticos y también idiosincrásicas del siglo XX. Espléndido dibujante, exploró las contradicciones de la visión clásico en la manera de panoramas y también imágenes "inviábles" dotadas de una inusual hermosura.
Tras estudiar el grabado sobre linóleo en Arnhem, Maurits Cornelis Escher siguió su capacitación en la Escuela de Arquitectura y Diseño Ornamental de Haarlem entre 1919 y 1922. En 1922 se trasladó a Italia, donde fijó su vivienda. Viajó entonces por Suiza y Bélgica, hasta establecerse terminantemente en la pequeña ciudad de holanda de Baarn en 1941.
A esas alturas, la popularidad del artista no solo recorría Europa sino más bien todo el planeta; por este motivo, en el momento en que en 1954 decidió mostrar sus trabajos mucho más recientes en Washington, logró vender los mucho más de cien grabados que había elegido para la ocasión, algo prácticamente irrealizable de hallar en la situacion de artistas que apuestan por obra gráfica.
Su avance en todos y cada uno de los órdenes acabó con la creación de la Fundación Escher hacia el desenlace de su historia, precisamente en 1968. Por desgracia esta institución, nacida para salvaguardar la obra del artista holandés, no fue con la capacidad de eludir la adquisición de la mayoría de sus fondos por un galerista estadounidense en 1981; más tarde, ese fondo fue vendido a diferentes clientes del servicio, lo que supuso la dispersión ineludible de la obra de Escher por distintas compilaciones públicas y privadas.
En un principio, M. C. Escher se mostró como un heredero directo de la escuela de holanda, con una obra primeriza donde sobran los panoramas y situaciones de las ciudades de ese país y de Italia. En esta temporada inicial, el holandés era un artista con inclinación abiertamente clasicista o academicista, en armonía con el instante; no obstante, su arte empezó a interiorizarse durante su prolongada estancia en Italia.
Para estos años había cuajado su especial poética, con figuras de animales que se entrelazan caprichosamente para conformar hermosos, fabulosos y hasta sorprendentes conjuntos, en los que se echa de ver un indiscutible onirismo; de la misma manera, M. C. Escher se dio a la creación de hermosos patrones geométricos, on-line con artistas del pasado y otros contemporáneos que habían apostado por ese género de arte y su app al diseño industrial (como William Morris o Robert Delaunay).
Al tiempo, Escher empezó a trabajar en sus ilusiones exclusivas, con inmuebles en los que las escaleras se levantan a la parte baja y descienden hacia la alta en un pasmante juego de perspectivas; de la misma forma, las leyes físicas semejan derrotadas en sus corrientes de agua, que descienden en su subida para caer en asombroso cascada hasta la que es su fuente. En estos y otros exponentes de su arte, la ilusión construída solo es viable sobre el papel; por contra, si hubiera que desarrollarlas en 3D, sus proposiciones resultarían inviábles de todo punto.
Los biógrafos de este artista recuerdan la profunda impresión que en él causo su primera visita a España en 1925 y, muy particularmente, su contacto directo con La Alhambra granadina; en ella, su decoración geométrica y su característico vínculo muestran no pocos puntos de contacto con la poética escheriana. Todavía en 1936 Escher volvió a Granada y, fascinado como se encontraba por el arte musulmán, copió varios de sus fundamentos para incorporarlos a su cosmos.
El influjo hispano-árabe se siente especialmente en la segunda etapa de su obra geométrica, pertinente a los años que vivió en Suiza; para estos años, Escher era un profesor consumado en la técnica de composición en forma de teselas, como llamaba a sus auténticos ensamblajes de piezas en asombroso simetría o asimetría.
En su especial apuesta estética, M. C. Escher se sumó a dibujantes especialistas, arquitectos y teóricos de las matemáticas, como él mismo agradaba de rememorar de forma frecuente. Reconocía tener mayores puntos de contacto con profesionales y científicos que con la práctica integridad de los artistas plásticos; en verdad, sostuvo con ellos una relación dinámica que se plasma en su correo privada. Por todo ello no puede asombrar que, en 1958, Escher llegara a plasmar por escritos ciertos de sus principios teóricos.
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