Ya sea inspirando a otras personas o siendo una pieza esencial de la acción. Matías Prats es uno de esos sujetos cuya vida, realmente, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Matías Prats es comprender más acerca de periodo preciso de la historia del ser humano.
Comprender las luces y las sombras de las personas relevantes como Matías Prats, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo fundamental para que podamos valorar no sólo la vida de Matías Prats, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Matías Prats, aquellas personas a quienes de un modo u otro Matías Prats influenció, y ciertamente, conocer y descifrar cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Matías Prats.
Las biografías y las vidas de personas que, como Matías Prats, cautivan nuestra atención, deben valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Matías Prats, el motivo por el cual Matías Prats vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma implacable, la historia.
(Matías Prats Cañete; Villa del Río, Córdoba, 1913 - Madrid, 2004) Locutor radiofónico y presentador televisivo español. Matías Prats Cañete nació el 4 de diciembre de 1913 en la ciudad cordobesa de Villa del Río, en el seno de una familia modesta. Con su verbo desbordado y su sencillez de palabra, fue el líder de su cuadrilla infantil en la escuela pública de su pueblo natal, donde a los nueve años ahora hacía versos. Desde muy joven logró sus pinitos en periodismo en el Instituto de Málaga, donde ingresó a los catorce años y estudió el bachillerato, para graduarse más tarde como perito en la Escuela Industrial.
Siguió realizando versos, pero en vez de inclinarse hacia la lírica del conjunto Cántico (Pablo García Baena, Ricardo Molina o Juan Bernier), optaría por la épica de Radio Nacional de España con Fernando Fernández de Córdoba, su profesor. Participó en la Guerra Civil y fue herido múltiples ocasiones, una de ellas en los ojos («conoces la guerra, la detestas para toda la vida», afirmaría en su vejez). Sufría por este motivo de fotofobia y se vio obligado a llevar lentes de sol, aun en los partidos nocturnos. Esas lentes se transformaron en uno de sus signos de identidad.
Locutor radiofónico
En 1939 entró por oposición en Radio Nacional de Málaga, donde ahora se dio a saber pues logró de la crónica un genuino encaje de bolillos. Su primer trabajo fue la transmisión del partido Málaga-Betis. En 1945, a causa de la inauguración de las transmisoras de Radio Nacional de España (RNE) en Arganda, se trasladó a Madrid, donde empezó su andadura en la emisora central de RNE, si bien no se graduó como periodista hasta 1949, en la Escuela Oficial de Periodismo.
Tenía además de esto el título de técnico de programación en radio, por lo que en 1947 había sido nombrado jefe del departamento de realización de transmisoras de RNE, hasta el momento en que en 1954 fue designado jefe de emisiones. Desde 1947 hasta 1971 fue redactor y puso su voz al servicio del Noticiario Documental, el singular NO-DO, que almacena la memoria de tres décadas de la historia de España y del que llegó a ser directivo en 1974, si bien solo duró en el cargo un par de años.
Como locutor del medio radiofónico oficial del régimen de Franco, Matías Prats impuso un estilo singular y un alegato con giros rocambolescos que hicieron las exquisiteces de los oyentes, a quienes daba una descriptiva composición del rincón y de las incidencias de los partidos de fútbol en su programa Domingo Deportivo Español, o de las corridas de toros, tal y como si los hechos fuesen retransmitidos por televisión.
Un periodista que se considera su acólito, Benito de Salazar, lo plasmó con esta oración: «Antes de existir la tele, veíamos los tantos que nos cantaba. Su verbo fluido, abundante en matices y vocabulario, nos ubicaba sobre el terrenos de juego y nos hacía imaginar la situación del balón y de los players». Famosa es la transmisión del archiconocido gol de Telmo Zarra a Inglaterra en el estadio de Maracaná, a lo largo del Mundial de Brasil, en 1950: «El monstruo Zarra doblegó a la pérfida Albión».
Maestro de las ondas
De Matías Prats son varios giros y símiles, como la «serpiente multicolor». De hecho, inventó un imaginario Diccionario Deportivo de la Real Academia de la Lengua, tanto de fútbol como de toros o de otras disciplinas deportivas de la España en blanco y negro, a la que él puso color. Buscaba siempre y en todo momento la oración ingeniosa, pero sin ofender. En un partido entre el Real Madrid y el modestísimo Jeunesse de Luxemburgo solo había un jugador de este aparato que tocaba un tanto la pelota. Era calvo como una bola de billar. Para referirse a él, ha dicho: «Van a reconocer a Peterson por ser el menos dotado de frondosidad pilosa».
Más tarde, en la final de la Copa de Europa de Naciones de 1964 frente a la Unión Soviética, tuvo el honor de cantar el gol de Marcelino, que le dio a España su único título continental. Le logró asimismo la última entrevista al habitual torero Manolete, poco antes que el toro Islero acabara con su historia en la plaza de Linares. Matías Prats sabía de cada rincón de todas y cada una de las plazas, que modulaba en unas retransmisiones que nunca fueron desganadas por rutinaria que fuera la corrida. Debutó en los toros con la transmisión de la corrida que toreaban en Málaga Nicanor Villalta, Vicente Barrera y Domingo Ortega. Pero alén del fútbol y los toros, asimismo sus entrevistas a Ramón Gómez de la Serna o Eva Perón hicieron escuela.
Prats dejó por un tiempo la profesión para ser procurador en Cortes en Representación Familiar y ocuparse a su cargo de integrante de las comisiones de Defensa Nacional y de Información y Turismo. Pero tanto entonces como en el momento en que se enfrascó en trabajos directivos de RNE, continuó con su trabajo de profesor de las ondas, y ocasionalmente, visitando a sus amigos de RNE cargado con garrafas de aceite de su pueblo natal.
Trabajó asimismo en Televisión Española (TVE) desde los tiempos de un medio que maravilló a los españoles de la temporada y del que Matías Prats se transformó en entre los semblantes mucho más populares, tanto en las retransmisiones deportivas como en las taurinas. En 1974 dejó de manifestarse en pantalla al pasar a la asesoría técnica de la dirección general del medio, pero el gusanillo de la radio lo impulsó a coger el micrófono para retransmitir ciertos programas, más que nada los premeditados a Hispanoamérica.
Con una personalidad singular y en el cenit de su popularidad, se atrevió a corregirle un alegato al general Franco. «En aquella temporada todos éramos franquistas, por lo menos los que trabajábamos en un medio oficial como RNE», recordó en una entrevista. En ella confirmaba asimismo, entre otras muchas cosas: «Nunca me he creído mi triunfo personal, y mucho más bien me creo un fracasado, pues yo he creado una vocación ajeno del reconocimiento del público [...]. Mis mucho más íntimos objetivos eran no ser desapacible y también intolerante con mis deficiencias y con mi familia, algo que quizás no logré gracias a la capacidad de mi voz y a mi verbo simple, con los que me imponía a el resto, más allá de que en el fondo era un tímido. Quizás por este motivo chillaba mucho más que mis interlocutores».
Reconocimientos
Casado con Emilia Luque Montejano, tuvo tres hijos, Matías, María del Carmen y Juan Jesús, de los que se sentía orgulloso, pero de forma especial de Matías, quien prosiguió sus pasos y aprendió bastante del trabajo de su padre, cuyas primordiales virtudes eran la prudencia y el respeto hacia el resto. Después de retransmitir la Copa de Europa en 1981 y el Mundial de España por año siguiente, Matías Prats se jubiló de manera oficial de RNE en 1985, más allá de que no abandonó completamente la actividad hasta diez años después.
Matías Prats se encontraba en posesión de varios galardones y premios: Ondas (1955, 1965 y 1996); Periodista de Honor (1965), Micrófono de Oro (1989), Premio Víctor de la Serna por la Asociación de Prensa de Madrid (1993), etcétera. En 1996 recibió el premio Ondas increíble, y el 24 de noviembre de 2003, el premio Ondas de Oro, con ocasión de la celebración del cincuenta aniversario de este galardón, por «haber llevado a la radio la expresión máxima narrativa y como voz que pervive en el recuerdo de múltiples generaciones». Además, se encontraba en posesión de las cruces de Cisneros al mérito político y Alfonso X el Sabio al mérito militar y de la Medalla de Oro al mérito en el trabajo.
Matías Prats murió el 8 de septiembre en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, donde llevaba múltiples días ingresado para ser tratado de una patología. Fue sepultado en el cementerio de su pueblo natal, cuyo municipio le concedió la Medalla de Oro a título póstumo y se comprometió a finalizar el museo que se dedica al periodista y que él mismo debía abrir. Tras el velatorio en el tanatorio madrileño de La Paz, en Tres Cantos, su hijo Matías Prats Luque comentó a la prensa: «Sabía que lo deseaban, pero no podía imaginar que lo admiraran tanto». Por su parte, Jesús Álvarez, que lo tuvo como tutor y guía tras el fallecimiento de sus progenitores, definió con perfección su figura: «Se nos fué el mito, pero en este momento queda la historia de historia legendaria».
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