La historia de las civilizaciones la cuentan las personas quea lo largo del tiempo, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado quela sociedad, de una forma u otra,avance.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la relevancia que tuvo Martín Miguel de Güemes en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo en el tiempo en que estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para quienes frecuentaron a Martín Miguel de Güemes, sino que posiblemente dejó una huella mucho más profunda de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Martín Miguel de Güemes de forma personal.Martín Miguel de Güemes ha sido una de esas personas que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Comprender las luces y las sombras de las personas destacadas como Martín Miguel de Güemes, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo básica para que seamos capaces de poner en valor no sólo la vida de Martín Miguel de Güemes, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Martín Miguel de Güemes, personas a quienes de un modo u otro Martín Miguel de Güemes influyó, y ciertamente, conocer y descifrar cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Martín Miguel de Güemes.
(Salta, 1785 - 1821) Militar y patriota argentino. Gobernador de Salta desde 1815, organizó las partidas guerrilleras que impidieron el progreso del ejército español en el Alto Perú, admitiendo a San Martín la preparación del ejército de los Andes.
Descendiente de una adinerada familia que le ha podido ofrecer una esmerada educación, Martín Miguel de Güemes cursó estudios en el Colegio de San Carlos de Buenos Aires. Desde la adolescencia manifestó una clara vocación militar y desde los catorce años sirvió en el regimiento de infantería de su localidad natal. Participó entonces en la defensa del Río de la Plata contra la invasión inglesa. Santiago Liniers le nombró en 1807 su ayudante y teniente de su escolta de granaderos.
Al fallecer su padre en 1808 regresó a Salta para hacerse cargo del patrimonio familiar. Abrazó entonces el movimiento independentista de 1810 y formó un conjunto de caballería con el que se situó en Humahuaca, con objeto de interponer una fuerza patriota entre las filas realistas del Alto Perú y del Río de la Plata. Combatió en las peleas de Cotagaita y Suipacha, pero tuvo divergencias con Juan José Castelli y volvió a Salta.
Tras la derrota de Guaqui en 1811, resguardó la retirada de Juan Martín de Pueyrredón, lo que le valió alguna popularidad. Manuel Belgrano, que sería entonces su amigo, le mandó a Buenos Aires. Asistió al cerco de Montevideo hasta fines de 1813 y ascendió a teniente coronel. Entonces fue enviado con una expedición en socorro del ejército del norte, derrotado por Joaquín de la Pezuela en 1813. Volvió a Salta y reclutó campesinos con los que formó un ejército. En enero de 1814 el general verdadera Ramírez de Orozco ocupó Jujuy, pero Güemes llegó hasta allí y logró contener el progreso, retornando los españoles de nuevo al Alto Perú en el mes de agosto del mismo año.
Güemes fue escogido gobernador de Salta en 1815 y efectuó entonces una reorganización protectora del territorio. Declaró a toda la población en Asamblea y adoptó como género de organización militar las partidas guerrilleras: cada veinte o treinta vecinos formaban una partida al cargo de un oficial, que dirigía los ejercicios militares. Sus entidades mucho más funcionales eran las de caballería, compuestas por genuinos gauchos. Eran conjuntos armados que se movían de forma continua a caballo, sin apearse solamente, y que resultaron excelentes para romper y romper las fuerzas realistas, compuestas principalmente de infantería y también incorporadas por indios. La caballería de Güemes practicaba la guerra de guerrillas con contundente efectividad. Los gauchos salteños consiguieron eludir múltiples ocasiones que las tropas realistas avanzaran desde el Alto Perú hacia la zona rioplatense.
Hasta entonces, José Rondeau había fracasado en la tercera incursión argentina al Alto Perú. Tras la derrota de Viluma (1815) y, más que nada, tras la de Sipe Sipe (28 de noviembre de 1815), los españoles se publicaron nuevamente a la conquista del Río de la Plata. El virrey Joaquín de la Pezuela había encargado el mando en José de la Serna, que recibió la orden de invasión en un instante muy conveniente para la restauración del poderío español en toda América. La situación para las tropas patriotas era trágica y Buenos Aires temió una catástrofe.
Fue entonces en el momento en que Güemes efectuó su mejor actuación militar, defendiendo la frontera frente los realistas con sus gauchos, mientras que José de San Martín preparaba en el oeste el Ejército Libertador. José Rondeau deseó substituir a Güemes y ocupó Salta, pero el caudillo salteño le sitió en el tercer mes del año de 1816, llegando los dos jefes a un convenio. Güemes prosiguió resistiendo a los españoles en la frontera, más que nada una vez que Pueyrredón ordenara la retirada de las tropas porteñas de Tucumán. En noviembre de 1816 se causó la aguardada invasión verdadera. Olañeta ocupó Jujuy en el primer mes del año de 1817 y José Canterac en 1819, pero sin poder traspasar al interior. Güemes prosiguió con su guerra protectora y fue nombrado por San Martín jefe del ejército de observación del Perú.
Los jefes políticos y militares argentinos entraron más tarde en muchas divergencias y Güemes debió confrontar con el gobernador de Tucumán, venciéndole en 1821. Luego llegaron de nuevo los realistas, liderados en este momento por Guillermo Marquegui, cuñado de Olañeta, que ocuparon otra vez Jujuy, si bien debieron rendirse después. Ocurrieron entonces ciertos desórdenes en Salta, debidos al descontento producido por la presión fiscal impuesta por Güemes. Olañeta deseó aprovecharla, mandando allí al general José María Valdés, que tomó Salta el 7 de junio de 1821. En el combate resultó herido Güemes, que murió diez días después a consecuencia de la herida en la Cañada de la Horqueta, adonde se había retirado. Los patriotas recobraron Salta en el mes de julio siguiente.
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