Marqués de Esquilache

La historia de la civilización está escrita por aquellos hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han ocasionado quela humanidad, de una forma u otra,prospere.

Comprender lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Marqués de Esquilache, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa básica para que seamos capaces de valorar no sólo la existencia de Marqués de Esquilache, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Marqués de Esquilache, aquellas personas a quienes de un modo u otro Marqués de Esquilache influyó, y indudablemente, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Marqués de Esquilache.

Las biografías y las vidas de personas que, como Marqués de Esquilache, atraen nuestra curiosidad, deben servirnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Marqués de Esquilache, el motivo por qué Marqués de Esquilache vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Marqués de Esquilache

(Leopoldo de Gregorio; Mesina, Italia, 1700-Venecia, 1785) Ministro de Carlos III en sus reinados en Nápoles y España. Este hombre de origen humilde era asentador de víveres del ejército en el momento en que el rey Carlos VII (el futuro Carlos III de España) le confió la administración de las aduanas de Nápoles (1748). Su efectividad en la administración y su proximidad al reformismo ilustrado del monarca le hicieron subir a puestos de mayor compromiso, siendo nombrado secretario de Hacienda, Guerra y Marina.

En el momento en que el rey dejó Nápoles para ocupar el trono de España (1759), se llevó con él a un aparato de ayudantes con Esquilache a la cabeza. Inmediatamente fue nombrado secretario de Estado de Hacienda. El marqués de Esquilache amontonó un enorme poder, lo que, unido a su condición de extranjero y a las reformas que efectuó, le granjeó varios contrincantes; próximamente llovieron sobre Esquilache las acusaciones de corrupción, que jamás lograron probarse.

A lo largo de su estancia en el poder (1759-66) creó la lotería y el montepío de viudas y huérfanos de militares; dictó las ordenanzas para el remplazo militar; reguló el despacho con Roma; reordenó los propios y arbitrios de los pueblos; actualizó la ciudad más importante con un sistema de iluminado nocturno de las calles, aparte de edificar la Casa de Postas y la Aduana (sedes recientes de la Comunidad de Madrid y del Ministerio de Hacienda); y limitó los permisos del clero, demandando a la Iglesia el cumplimiento del Concordato y reduciendo su jurisdicción en beneficio del poder real.

Con el objetivo de terminar con la impunidad de los delincuentes nocturnos en las ciudades, el marqués de Esquilache dictó un bando en 1766 que prohibía los habituales sombreros redondos y capas largas que empleaban los embozados; aquel «atentado» a las prácticas españolas por la parte de un extranjero fue el detonante de una insurrección habitual contra el ministro famosa como el motín de Esquilache, que reventó simultáneamente en las primordiales ciudades del reino; en Madrid fue saqueada nuestra casa de Esquilache.

Semeja que tras el motín se encontraba la Compañía de Jesús, oponente del regalismo monárquico y de las destacadas reformas protagonizadas por el ministro, que organizó la conspiración sirviéndose del descontento habitual frente a la sucesión de malas cosechas, escasez y carestías desde 1762. De resultas del motín, Carlos III depuso a Esquilache de sus cargos y le envió a Italia, no sin antes compensarle con la concesión de rentas y honores; en 1767 la pugna entre el regalismo del monarca ilustrado y el tradicionalismo auspiciado por la Iglesia tendría un nuevo capítulo con la expulsión de los jesuitas de España. En 1772 Esquilache fue nombrado embajador de España en Venecia.

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Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son en todos los casos fundamentales, ya que perfilan la diversidad, y en el tema de la vida de un ser como Marqués de Esquilache, que poseyó su relevancia en un momento concreto de la historia, es imprescindible tratar de mostrar un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

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