Ya sea inspirando a otros seres humanos o formando parte de la acción. Mario Camus es una de esas personas cuya vida, indudablemente, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Mario Camus es comprender más acerca de una época concreta de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la trascendencia que atesoró Mario Camus en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo en el tiempo en que permaneció en la tierra fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Mario Camus, sino que tal vez produjo una huella mucho más vasta de lo que logremosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Mario Camus de forma personal.Mario Camus ha sido una persona que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Mario Camus, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa esencial para que podamos apreciar no sólo la existencia de Mario Camus, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Mario Camus, personas a quienes de un modo u otro Mario Camus influyó, y por supuesto, conocer y descifrar cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Mario Camus.
Vida y Biografía de Mario Camus
(Santander, 1935) Director de cine español. Nada mucho más terminada la Guerra Civil, inició sus estudios mientras que fue conociendo el planeta del cine desde las sesiones que podía ver en los locales que se improvisaron entonces. La lectura fue otra de sus pasiones de niño.
Estudió derecho en Madrid hasta el momento en que Basilio Martín Patino y la gaceta italiana Cinema Novo orientaron sus pasos hacia el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, la escuela de cine oficial de la temporada, donde ingresó en 1956. Durante su estancia vio bastante cine, escribió todo cuanto ha podido y, singularmente, cooperó con Carlos Saura en el guion de Los golfos. Fue una temporada donde su trabajo le distanció del IIEC, en donde finalizaría su trayectoria en 1962 con una práctica que tituló El borracho, tras haber escrito, asimismo, el guion de Young Sánchez.
Su vocación de escritor de guiones no le impidió ofrecer al paso hacia la dirección. Tras ayudar en múltiples cortos, Ignacio Iquino le contrató para regentar Los farsantes (1963), una historia centrada en el drama de la experiencia día tras día de un conjunto de cómicos por los caminos de España; su estreno no tuvo la influencia que se requiere para que todo el planeta hablara de Camus como joven directivo del que cabía aguardar varias cosas.
Plasmó un nuevo tema verdadera al poder regentar su guion, Young Sánchez (1963), sobre el planeta del boxeo, con unos desenlaces considerablemente más alentadores que le valieron una secuencia de premios. Esta trayectoria personal proseguiría su proyección en películas como Con el viento solano (1965) o Los pájaros de Baden Baden (1975), en las que cooperó con el escritor Ignacio Aldecoa.
Mientras que iba orientando su línea artística, Mario Camus fue asimismo definiendo los puntos formales: una observación singular por medio de encuadres, planos y movimientos precisos que le transformarían en un directivo siempre y en todo momento eficiente y que varios definieron como artesano. No obstante, le tocó enfrentar, como a otros varios, proyectos comerciales que no se aproximaban singularmente a sus intereses, pero que le sirvieron para afianzar sus entendimientos y economía personal: son las películas interpretadas por el artista Raphael (En el momento en que tú no andas, 1966; o Digan lo que comenten, 1968), Sara Montiel (Esa mujer, 1969) y Ornella Muti (La joven casada, 1975).
Fueron años en los que trabajó con intensidad en televisión de españa (TVE), medio para el que dirigió múltiples reportajes de la serie "Conozca usted España", "Históricos del balompié", "Cuentos y leyendas", "Si las piedras hablaran" y "Los camioneros". De la televisión no se desvinculó con los años, y fue en este medio donde ofreció, asimismo, una exhibe de su buen realizar con la serie "Curro Jiménez", que fue un jalón de la programación de finales de los años setenta; "Fortunata y Jacinta", una ajustada adaptación de la obra de Benito Pérez Galdós; "Los catastrofes de la guerra", que partió de la serie homónima de aguafuertes de Goya para enseñar la Guerra de la Independencia De españa; y "La forja de un rebelde", fundamentada en la trilogía de Arturo Barea.
Su trayectoria dio un giro asombroso (y más que nada lo consolidó en el cine español) con tres películas que alcanzaron notoriedad por su fuerza expresiva, el rigor en el planteo de los temas (generalmente la postguerra de españa, vista desde distintos ángulos) y el trabajo general de escenificación, con un importancia indiscutible de unos actores que supieron engrandecer su trabajo.
En este sentido hay que tomar Los días del pasado (1977), con Antonio Gades y Pepa Flores en el planeta de los maquis que resisten el acoso policial en sus últimos tiempos; pero asimismo las ediciones de las proyectos de Camilo José Cela La colmena (1982) y de Miguel Delibes Los beatos inocentes (1984), de enorme influencia en España y en el extranjero, cosechando varios premios. El espectador, en los tres casos, asistió con inusitado interés a la narración de unos individuos que eran espéculo de otros varios extraños que debieron sufrir en propia carne los primeros tiempos del régimen de Francisco Franco.
Superados estos años, Mario Camus decidió, aparte de ayudar en guiones de contemporáneos suyos, seguir con su línea personal que le llevó a La casa de Bernarda Alba (1986), en la versión del artículo original que escribiera Federico García Lorca; La rusa (1987), una novela de Juan Luis Cebrián; Adosados (1996), sobre la novela de Félix Bayón; La localidad de los prodigios (1999), sobre la novela de Eduardo Mendoza; y las historias distintas sobre realidades que se perciben en la sociedad de españa de la temporada: un pasado político que atenaza al personaje (Sombras en una guerra, 1993), los negocios ocultos (Amor propio, 1994) o la relación que se establece entre pequeños y mayores (El color de las nubes, 1997), por ejemplo.
La sobriedad y contundencia con la que Mario Camus abordó sus proyectos mucho más visibles salió difuminando en una corrección que dejó de atraer a varios espectadores; de forma especial, a esos que gozaron con lo bueno de sus primeras películas, y que supieron admitir la aptitud y efectividad artesanal en el trabajo con los actores. Camus se movió en el bien difícil lote del llamado cine de creador, lo que le dejó desarrollar una trayectoria artística sin interrupción durante los años.
Entre sus ayudantes hay que poner énfasis, en especial, la de 2 directivos de fotografía que marcaron parte importante de su trabajo: Juan Julio Baena se ocupó de las películas del segundo lustro de los sesenta; Hans Bürmann recogió el testigo en el cine de los setenta y ochenta. Después continuó apoyándose en profesores de la luz como Fernando Arribas y Jaume Peracaula, entre otros muchos. Recibió el Premio Nacional de Cinematografía en 1985 y logró el premio en la Quincena de Realizadores en el festival de Cannes de 1993 por Sombras en una guerra.
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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son siempre fundamentales, ya que destacan la singularidad, y en el tema de la vida de una persona como Mario Camus, que tuvo su trascendencia en un momento histórico concreto, es fundamental procurar mostrar una visión de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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