Mariano Rajoy

La historia de la civilización la cuentan aquellas personas quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han ocasionado quela sociedad, de un modo u otro,progrese.

Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo una pieza esencial de la acción. Mariano Rajoy es uno de esos sujetos cuya vida, en efecto, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Mariano Rajoy es conocer más acerca de etapa determinada de la historia del género humano.

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la importancia que tuvo Mariano Rajoy en la historia. La forma en que vivió y lo que hizo mientras permaneció en este mundo fue decisivo no sólo para quienes frecuentaron a Mariano Rajoy, sino que quizá dejó una señal mucho más profunda de lo que logremossospechar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Mariano Rajoy de forma personal.Mariano Rajoy fue un ser humano que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Comprender lo bueno y lo malo de las personas significativas como Mariano Rajoy, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo básica para que seamos capaces de valorar no sólo la vida de Mariano Rajoy, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Mariano Rajoy, personas a quienes de de una forma u otra Mariano Rajoy influyó, y desde luego, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Mariano Rajoy.

Vida y Biografía de Mariano Rajoy

(Mariano Rajoy Brey; Santiago de Compostela, 1955) Político español, líder del Partido Popular y presidente del gobierno de España desde de 2011 hasta 2018.

Mariano Rajoy pasó su niñez y adolescencia en tierras gallegas y leonesas. Recibió su primera enseñanza en el Colegio Discípulas de Jesús de León; pasó entonces al Colegio Sagrado Corazón de los Jesuitas de la ciudad más importante leonesa, donde comenzó a cursar el bachillerato, que acabó en un centro público de Pontevedra. Buen estudiante, minucioso y con buen humor, no tuvo ningún inconveniente para sobrepasar todos y cada uno de los tutoriales hasta el momento en que decidió estudiar derecho en la facultad de su localidad natal. Se licenció en 1977, y por año siguiente aprobó con el número diez de su promoción las oposiciones de registrador de la propiedad, ya que ejercitó en la ciudad leonesa de Villafranca del Bierzo los un par de años siguientes.

Inició su trayectoria política en 1981, año en el que fue escogido diputado por Alianza Popular (AP) en las primeras selecciones autonómicas, festejadas el 20 de octubre. En 1983 fue escogido concejal del Ayuntamiento de Pontevedra, y el 11 de junio de 1986 fue designado presidente de la Diputación de Pontevedra. En las selecciones en general de 1986 resultó escogido diputado nacional por la lista de Pontevedra, si bien renunció a su escaño en las Cortes Generales para ocupar la vicepresidencia de la Xunta de Galicia, puesto en el que se sostuvo hasta septiembre de 1987. Por la circunscripción de Pontevedra sería consecutivamente reelegido en todas y cada una de las selecciones en general festejadas desde ese momento.

Si bien procedía de la vieja Alianza Popular (AP) de Manuel Fraga, su talante pragmático y abierto le dejó superar sin contrariedad en el momento en que el Partido Popular (PP) decidió comenzar el largo «viaje hacia el centro» del fantasma político español, que él mismo contribuyó a diseñar. En el IX Congreso del Partido Popular (PP), festejado en el primer mes del año de 1989, fue escogido vocal en la Ejecutiva Nacional del partido, y en el congreso siguiente (junio de 1990), fue designado vicesecretario general de organización a instancias del líder del partido, José María Aznar, lo que supuso una sorpresa para los líderes considerados como «pesos pesados» en la organización. Rajoy reemplazó a Arturo Moreno, que ocasionó baja en el partido por su presunta implicación en el «caso Naseiro», relacionado con la financiación irregular del PP.

En 1992 fue una parte primordial en el engranaje del PP al transformarse en el dirigente habitual que llevó el peso del diálogo que dio como resultado la firma de los acuerdos autonómicos entre el gobierno de Felipe González y el entonces líder de la oposición, José María Aznar. Fue el único archivo que firmaron los dos líderes, lo que supuso para el en aquel instante «número tres» del PP granjearse el respeto del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como hábil y listo negociador político.

En 1996, a los 40 y un años de edad, Mariano Rajoy contrajo matrimonio tras una extendida soltería, lo que le había granjeado el alias de «el soltero de oro» en las filas populares. La liturgia, que se festejó en la ciudad de La Toja (Pontevedra), fue prudente y corrió al cargo de un sacerdote anarquista, amigo de entre los hermanos del contrayente. La mujer de Rajoy, Elvira Fernández Balboa, trabajaba en el departamento de control del presupuesto en la cadena de televisión privada Antena 3 televisión. Ambos se conocieron en 1993 en el momento en que veraneaban en la ciudad de Sanxenxo, en la costa gallega. Son progenitores de un hijo.

El PP llega al poder

En marzo de 1996, el PP alcanzó el poder tras trece años de gobierno socialista. El recién ungido presidente del gobierno, José María Aznar, llamó a Rajoy para hacerse cargo de entre los ministerios más difíciles, el de Administraciones Públicas. Al frente del mismo, Rajoy debió administrar los acuerdos con los nacionalistas del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y de Convergència i Unió (CiU) y negociar todos y cada uno de los traspasos de competencias que Aznar se comprometió a ceder al País Vasco y a Cataluña a cambio del acompañamiento parlamentario de estas formaciones al recién estrenado gobierno.

Cuando en 1997 concluyó el desarrollo de transacciones competenciales a los nacionalistas firmado en el pacto de investidura, los líderes nacionalistas Xabier Arzalluz y Jordi Pujol pidieron novedosas concesiones del gobierno central. Rajoy se plantó de una forma estable y se negó a gestionar novedosas concesiones hasta una próxima legislatura, en el caso de que se generara la segunda victoria electoral del PP en unas selecciones en general.

Las críticas de los nacionalistas contra su administración arreciaron, pero Rajoy se sostuvo inamovible en sus situaciones, que defendió con ahínco, lo que asimismo le sirvió para ganarse el respeto del presidente de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol, pese a las diferencias políticas. No logró lo mismo con el PNV, un coto guardado para el vicepresidente primero del gobierno, Francisco Álvarez-Cascos, si bien entabló buenas relaciones con el entonces vicelehendakari, Juan José Ibarretxe, cuyas visitas al despacho de Rajoy en Castellana, 3, sede de su ministerio, no concluyeron con la cesión de las cuotas de capacitación del Instituto Nacional de Empleo (INEM) que demandaba con insistencia el gobierno vasco.

En el lote de la política autonómica, Rajoy se movía como pez en el agua. No en balde su abuelo, Enrique Rajoy Leloup, fue entre los políticos encargados de redactar el Estatuto de Autonomía gallego a lo largo de la Segunda República. Su condición de político «todoterreno» llevó al presidente Aznar a nombrarle nuevo ministro de Educación, Cultura y Deportes, en la rehabilitación de gabinete que sucedió el 18 de enero de 1999, en substitución de Esperanza Aguirre, que haría historia en la joven democracia de españa siendo designada como la primera presidenta del Senado.

Rajoy aceptó el reto que suponía terminar la configuración del Plan de Humanidades y la búsqueda del mayor consenso viable en la modificación de la Ley de Reforma Universitaria (LRU). La presencia de Rajoy adelante de su novedosa compromiso supuso un balón de oxígeno para la red social didáctica (que se quejaba del estancamiento de las negociaciones sobre los inconvenientes atentos por el carácter poco dialogante que achacaban a su predecesora en el cargo), y la agilización del desarrollo de transacciones a las comunidades autónomas de las competencias en temas de educación: Madrid, Murcia y Castilla-La Mancha aceptaron esta compromiso en el espacio de pocos meses.

Durante su orden se acabó de establecer la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en el territorio nacional, y en la inauguración del curso escolar 1999-2000 anunció una reforma en hondura de la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) -una ley aprobada por el gobierno socialista que jamás acabó de agradar al PP- y, por medio de la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos Generales del Estado, alteró las reglas para el ingreso al título superior de la Formación Profesional, lo que levantó una encendida polémica con el Grupo Socialista.

Además, se encaró a otro de los inconvenientes atentos en el campo educativo, la reforma de la siempre y en todo momento polémica selectividad, que adquirió un carácter mucho más conveniente para los estudiantes, ya que se estableció una mayor relevancia para el expediente académico del bachillerato y se dio mucho más peso a las materias optativas similares con las opciones escogidas por los alumnos. En otras caracteristicas, fortaleció la política de becas y apostó por hacer en España un distrito único universitario, una vieja aspiración de los rectores.

El vicepresidente primero

Tras las selecciones en general de 2000, en las que el PP consiguió la mayor parte absoluta, Rajoy dio un considerable paso en su trayectoria política. Nombrado vicepresidente primero y ministro de la Presidencia, se erigió en entre los políticos mucho más próximos al presidente del gobierno. El hecho de que en el mes de febrero de 2001 abandonara el ministerio de la Presidencia para asumir el especial cargo de ministro de Interior, en substitución de Jaime Mayor Oreja, ponía de manifiesto la seguridad que Aznar tenía depositada en él.

Al frente de Interior, Rajoy reguló la pelea contra el terrorismo y encaró la cuestión de la inmigración, 2 de los temas que mucho más preocupaban a los españoles. Tras la rehabilitación del gabinete en el mes de julio de 2002, Rajoy aceptó de nuevo la cartera de Presidencia, siempre y en todo momento sin dejar el cargo de vicepresidente primero del gobierno. Para entonces se le consideraba entre los aspirantes mucho más firmes para ocurrir a Aznar como cabeza de lista del PP en las próximas selecciones en general.

Sin embargo, el hundimiento del petrolero Prestige, en el mes de noviembre de 2002, supuso un grave tropezón en su trayectoria hacia la presidencia del gobierno. Rajoy se ocupó de coordinar las acciones para enfrentar las secuelas de la marea negra causada por las mucho más de 50.000 toneladas de fuel vertidas por el barco en frente de las costas de Galicia. La lentitud y la desorganización con las que las autoridades respondieron frente a la catástrofe y la precariedad de medios usados para paliarla desacreditaron al gabinete de Aznar. A pesar de multiplicar sus visualizaciones públicas y de viajar en varias oportunidades a Galicia, Rajoy vio de qué forma su popularidad caía en picado.

De virtual presidente a líder de la oposición

El acompañamiento del gobierno de Aznar a la invasión de Iraq en el 2003, más allá de la oposición de la enorme mayoría de los españoles, fue minando las seguridad ciudadana en el PP, si bien no parecían peligrar sus esperanzas electorales. Se aproximaban las selecciones del 2004, y Aznar había proclamado repetidamente que no se presentaría como candidato para un tercer orden. La rumorología sobre la sucesión de Aznar citaba de forma frecuente a Rajoy como heredero posible pero no tan bien ubicado como el ministro de economía, Rodrigo Rato. Finalmente, no obstante, brincó la sorpresa: Rajoy fue escogido secretario general del PP y candidato a la presidencia en el mes de agosto de 2003.

Comenzaba con esto la carrera hacia las selecciones en general de marzo de 2004. Las investigaciones daban como ganador al PP, con o sin mayoría absoluta, pero los brutales atentados del 11 de marzo del 2004 en Madrid, que provocaron doscientas víctimas, brindaron un vuelco a la situación. El gobierno del PP fue acusado de esconder datos para enseñar a ETA como responsable de los atentados, en el momento en que todos y cada uno de los rastros apuntaban a un atentado perpetrado por Al-Qaeda como contestación a la activa participación de españa en la guerra de Iraq. Desde el gobierno se acusó a los socialistas de fomentar manifestaciones antidemocráticas contra los populares frente a las sedes del partido a lo largo de la día de reflexión.

Las selecciones se saldaron con la victoria del PSOE, si bien sin mayoría absoluta, y la pérdida del gobierno para el PP. Mariano Rajoy, que solamente una semana antes de las selecciones parecía designado a ser el próximo presidente español, fue adaptándose a su nuevo papel de líder de la oposición. Menos belicoso que su precursor, sostuvo no obstante una línea estable y su oferta de acordar con los socialistas los enormes temas de estado, como la configuración autonómica o la pelea contra el terrorismo, sin acordar significativos.

Desde su compromiso como líder de la oposición criticó seriamente las políticas del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero en temas de relaciones exteriores (retirada de las tropas españolas de Irak), derechos civiles (matrimonio entre personas del mismo sexo), terrorismo (contactos entre ETA y el gobierno en 2006), educación y economía. Sin embargo, esta tarea no cosechó los frutos aguardados, ya que los comicios en general de marzo de 2008 volvieron a ser convenientes al PSOE.

La recesión económica global iniciada en 2008 situó bajo mínimos la aceptación pública del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, que se mostró inútil de contener el aumento desenfrenado del desempleo. Convocadas selecciones en general adelantadas para el 20 de noviembre de 2011, Rajoy fundamentó su mensaje electoral en los buenos dígitos económicos conseguidos por los gobiernos de la era Aznar. El resultado de las urnas fue claro: el PP se impuso con el más destacable resultado de su crónica, una mayoría absoluta de 186 escaños en el Congreso y 136 en el Senado, en frente de los 110 miembros del congreso de los diputados y 48 miembros del senado conseguidos por su mucho más directo contrincante, el candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba.

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