La historia del mundo está escrita por aquellas personas quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho queel mundo, de una forma u otra,prospere.
Apreciar las luces y las sombras de las personas destacadas como Marco Tulio Cicerón, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo básica para que podamos apreciar no sólo la vida de Marco Tulio Cicerón, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Marco Tulio Cicerón, personas a quienes de de una u otra forma Marco Tulio Cicerón influyó, y ciertamente, comprender y entender cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Marco Tulio Cicerón.
Las biografías y las vidas de personas que, como Marco Tulio Cicerón, cautivan nuestro interés, deben valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Marco Tulio Cicerón, el motivo por qué Marco Tulio Cicerón vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inexorable, la historia.
Vida y Biografía de Marco Tulio Cicerón
(Arpino, de hoy Italia, 106 a.C. - Formies, id., 43 a.C.) Orador, político y pensador latino. Perteneciente a una familia plebeya de rango ecuestre, desde muy joven se trasladó a Roma, donde asistió a enseñanzas de conocidos oradores y jurisconsultos y, terminada la guerra civil (82 a.C.), inició su trayectoria de letrado, para transformarse próximamente en entre los mucho más conocidos de Roma.
Más tarde se embarcó con rumbo a Grecia con la meta de seguir su capacitación filosófica y política. Abierto a todas y cada una de las tendencias, fue acólito del epicúreo Fedro y del estoico Diodoto, prosiguió enseñanzas en la Academia y fue a conseguir a Rodas al profesor de la oratoria, Molón de Rodas, y al estoico Posidonio.
De vuelta en Roma, siguió su trayectoria política, y en el transcurso de trece años logró las mucho más altas distinciones. Empezó como cuestor en Sicilia en el 76 a.C., y en el 70 a.C. aceptó proteger a los sicilianos oprimidos por el viejo magistrado Verres, para quien sus alegatos (Verrinaes) supusieron la condena, lo que lo logró muy habitual entre la plebe y contribuyó a consolidar su popularidad de letrado.
Decidido partidario del republicanismo, aceptaba la necesidad de un hombre fuerte para dotar de seguridad al Estado, figura que reconocía en Pompeyo; sus simpatías por él, no obstante, no fueron siempre y en todo momento correspondidas. Su carrera política fue fulgurante: en un año fue escogido edil, en el 66 a.C. pretor, cargo desde el que propulsó una aproximación entre caballeros y miembros del senado (concordia ordinum), y un par de años después consiguió la decisión de cónsul del Senado.
Desde esta situación, logró fracasar la reforma agraria iniciativa por Rullo, logró en frente de los populares, dirigidos por Craso y Julio César, y hizo entre las peleas mucho más tráficas y peligrosas de su trayectoria: su oposición a la conspiración de Catilina. Derrotado en las selecciones, Catilina se disponía a fomentar alzamientos para instaurar una dictadura. Los 4 alegatos (Catilinarias) pronunciados por Cicerón frente al Senado a fin de hallar la ejecución de los maquinadores forman la exhibe mucho más célebre de su refulgente oratoria, de enorme poder emotivo.
No obstante, su actuación terminó por significarle el exilio años después, en el momento en que Clodio, escogido tribuno de la plebe (58 a.C.) merced a César, logró el reconocimiento de una ley que sancionaba con la pena capital a todo ciudadano de roma que hubiese hecho realizar a otro sin el previo permiso del pueblo. Tras buscar, sin éxito, el acompañamiento de Pompeyo, Cicerón marchó al exilio.
Regresó a Roma solamente un año y medio después, pero para entonces su trayectoria política se encontraba prácticamente acabada, situación que pareció hacerse determinante con la dictadura de Julio César (48-44 a.C.). Sólo en el momento en que Julio César fue ejecutado, Cicerón volvió a la escena política para fomentar la restauración del régimen republicano. En un principio, mientras que Marco Antonio aún no se había afianzado en el cargo, disfrutó de determinado poder y logró la amnistía para los asesinos de César, pero solamente aquel se sintió seguro, Cicerón se halló con una fuerte resistencia, a la que logró frente verbalmente con las catorce Filípicas.
En vano procuró entonces aliarse con Octavio Augusto, hijo de César, contra Marco Antonio: tras la guerra de Módena, Octavio se reconcilió con Marco Antonio y unió sus fuerzas con las de este y con el ejército de Lépido para la capacitación del segundo triunvirato (43 a.C.). Ese mismo año, Cicerón fue apresado y ejecutado.
Formado en las primordiales academias filosóficas de su tiempo, Cicerón mostró siempre y en todo momento una actitud antidogmática y recogió puntos de las distintas corrientes. La singularidad de sus proyectos filosóficas es escasa, si bien con sus sincréticas exposiciones se transformó en un factor vital para la transmisión del pensamiento heleno. Al final de su De Republica contrasta su probabilismo con una ensaltación religiosa de signo neoplatónico. Como literato, se transformó en el modelo de la prosa latina tradicional, con un estilo equilibrado y de largos y complejos periodos, si bien de manera perfecta enlazados (De divinatione).
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