Márcio Ayres

La historia de la civilización la escriben aquellas mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado queel género humano, de un modo u otro,avance.

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la trascendencia que detentó Márcio Ayres en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que estuvo en este mundo fue determinante no sólo para las personas que conocieron a Márcio Ayres, sino que quizá dejó una huella mucho más vasta de lo que logremossospechar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Márcio Ayres de forma personal.Márcio Ayres ha sido una de esas personas que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Conocer las luces y las sombras de las personas relevantes como Márcio Ayres, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo fundamental para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Márcio Ayres, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Márcio Ayres, gentes a quienes de de una u otra forma Márcio Ayres influyó, y por supuesto, comprender y entender cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Márcio Ayres.

Vida y Biografía de Márcio Ayres

(José Márcio Correa Ayres; Belém, Brasil, 1954 - Nueva York, 2003) Biólogo y ecologista brasileiro, vanguardista en la defensa de la naturaleza y en la conservación de la biodiversidad. José Márcio Corrêa Ayres nació en la ciudad brasileira de Belém el 21 de febrero de 1954, y raramente, pese a haberse criado en una región muy cercana al enorme río sudamericano, su viaje al corazón del Amazonas empezó en Alemania, en el zoológico de Colonia, donde con diecinueve años vio un mono uacarí blanco originario del Alto Amazonas.

Tras sobrepasar la perplejidad que le causó no comprender esta clase de rostro colorado en su país natal, trabó charla con los cuidadores del zoológico, dándose cuenta de lo poco que, en aquel instante, se sabía de este extraño animal. Decidió entonces regresar a Brasil y reforzar en sus entendimientos aprendiendo biología en diferentes universidades brasileiras y, más tarde, los puso en práctica trasladando su actividad al recóndito interior del Amazonas.

En 1983 se realizó con una barca fluvial en Manaos y, al lado de su familia, viajó río arriba para estudiar al uacarí blanco, realizando de este trabajo el tema de su doctorado en primatología, título que consiguió en la Universidad de Cambridge en 1986.

La Estación Ecológica de Mamirauá

Alarmado por la destrucción del hábitat del uacarí, por año siguiente presentó una descriptiva iniciativa para la creación de una «estación ecológica» de 1.124 millones de hectáreas (11.240 km cuadrados) destinada a resguardar a los monos y proteger su frágil ambiente, particularmente la «várzea» o selva anegada, que a lo largo de la estación de las lluvias llega a estar inundada por 12 metros de agua.

En 1990, tras múltiples años de estudios y de una incesante búsqueda de acompañamiento del gobierno, se creó, bajo su dirección, la Estación Ecológica de Mamirauá, en lo que Ayres calificó como «un caleidoscopio de vida» en el que abundaban anacondas, jaguares, águilas harpías, delfines rosados de río y manatíes. Justo en la confluencia de los ríos de aguas blancas ricas en nutrientes que bajan desde los Andes y los ríos de aguas negras y ácidas que nacen en la hondura de la selva amazónica, la reserva acoge por lo menos diez especies de monos, unos cuatrocientos géneros de aves, quinientas especies de peces y mucho más de seiscientas variedades de árboles.

Esta reserva, ubicada en el departamento de Tefél, adquirió desde su creación popularidad mundial por ofrecer una modalidad opción alternativa de conservación, que consistía en emplear de manera sostenible los elementos naturales de los bosques y lagos de la zona, al tiempo que fomentaba el avance popular y económico de las comunidades locales. Este innovador enfoque era, en el momento en que se creó la reserva, ilegal. La ley, entonces, se fundamentaba en modelos de parques y reservas de otros países, que forzaban a mover a los pobladores de las ubicaciones protegidas.

Para Márcio Ayres esta era una medida inadecuada para las 20.000 personas que vivían en Mamirauá y sus aledaños, pero el biólogo no cejó en su empeño, pese a la indiferencia de los campos oficiales, la oposición de las capaces compañías madereras y pesqueras, y las críticas de la línea ecologista dura y mucho más conservadora, que demandaba la expulsión de los pobladores de Mamirauá.

Cuando el estado de Amazonas creó la Reserva de Desarrollo Sostenible de Mamirauá, ingresando un nuevo término jurídico, hasta el momento inédito en la zona, esta reserva única en su género salvó el hábitat de decenas y decenas de especies animales y vegetales conminadas, y dejó que las comunidades de la región mejoraran su calidad de vida. Como ejemplo mucho más patente de esa optimización, se presentaba la puesta en marcha del programa de protección de las reservas de peces, la primordial fuente de capital y de proteínas de la población, al suspenderse la pesca en los lagos.

Tras esta idea, los indígenas que vivían en la reserva adquirieron una embarcación congeladora y han comenzado a comercializar sus atrapas en mercados situados río abajo, descartando de esta manera el papel de los mediadores, que hasta el momento se quedaban con prácticamente todas las ganancias. Esta novedosa organización de la red social dio sus frutos poco después, y entre 1994 y 1999 la tasa de mortalidad infantil en la reserva se redujo a la mitad.

El fruto del esfuerzo

La tarea de Márcio Ayres en la Amazonia podría resumirse con la afirmación de John G. Robinson (vicepresidente de la Wildlife Conservation Society, donde el ecologista cooperaba como jefe de investigación en zoología) en el momento en que declaró que el popular como «milagro de Mamirauá» acabaría por ser «reconocido en el mundo entero como un modelo de conservación eficaz».

En los últimos años de su historia, Ayres luchó contra un cáncer de pulmón mientras que lideraba un movimiento empeñado en socorrer la selva pluvial mucho más grande de todo el mundo, y probó que la excepcional biodiversidad del Amazonas está mejor cuidada en el momento en que la población local, en lugar de ser una parte del inconveniente, se transforma en una parte de la solución. Su fallecimiento, el 7 de marzo de 2003 en Nueva York, en el momento en que contaba tan solo 40 y nueve años, convulsionó tanto a la red social científica como a la sociedad brasileira, que lo reconocía por unanimidad como entre los mayores ayudantes de las causas conservacionistas en su país, si bien su trabajo alcanzó asimismo influencia y reconocimiento en el mundo entero.

Por su actividad científica -y por su tarea como ecologista jefe solicitado de la Conservación de la Wildlife Conservation Society y integrante de la Comisión de Supervivencia de Especies de la Unión Mundial para la Naturaleza, de la que asimismo fue vicepresidente-, Ayres recibió varios premios y reconocimientos, entre ellos la Medalla de Oro del Fondo Mundial-WWF, el Premio Von Martis, el Premio Unesco y el Premio Rolex a la Iniciativa de 2002, por su emprendimiento de creación de la mayor franja continua de selva pluvial de todo el mundo en el Amazonas, y por sus sacrificios para seducir al planeta de que la conservación es una obligación natural de la población.

Márcio Ayres logró probar con su trabajo que la manera más óptima de salvaguardar la biodiversidad de la Amazonia era que los pobladores de esta selvática zona se implicaran y participasen activamente en su avance, transformándose en observadores y defensores de esas tierras que eran antes de nada suyas, siempre y en todo momento leal a su máxima: «Se puede seducir a esas gentes de que es mucho más productivo preservar la naturaleza que saquearla y de que han de ser ellos mismos sus mejores defensores».

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Está claro que descubrir en lo más recóndito a Márcio Ayres es algo que se reserva a pocas personas, y que pretender reconstruir quién y cómo fue la vida de Márcio Ayres es una suerte de enigmaque a lo mejor logremos reconstruir si colaboramos conjuntamente.

A causa de esto, si eres de aquellos que creen en que de forma colaborativa se puede elaborar algo mejor, y conservas información sobre la vida de Márcio Ayres, o sobre algún faceta de su personalidad u obra que no se observe en esta biografía, te pedimos que nos lo hagas llegar.

Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son siempre determinantes, ya que destacan la singularidad, y en la ocasión de la vida de alguien como Márcio Ayres, que tuvo su significación en una época concreta, es vital tratar de ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

No lo dudes y contacta con nosotros para referirnos qué sabes en relación con Márcio Ayres. Estaremos muy contentos de completar esta biografía con más información.